La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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‘Sexy Money’ en Antena 3 (y otras sucias fortunas con morbo)

Hace más de ocho meses, confesé aquí mismo mi devoción por la serie que anoche estrenó Antena3: FABULOSA SEXY MONEY.

Hoy, después de haber visto completa la primera temporada de MAD MEN y de estar a punto de terminar con la segunda de UGLY BETTY, no me atrevería a decir que es mi serie preferida, pero sí que me sigue pareciendo fabulosa.

Aunque admito que mi familia rica disfuncional preferida sigue siendo la de ARRESTED DEVELOPMENT, de la que tengo pendientes en sus cajitas de dvd la segunda y la tercera temporada.

Reconozco que la semana pasada lo intenté con HEREDEROS. Y, oye, para no haber visto ningún episodio anterior, me gustó bastante. Aunque para mi gusto, tiene un grave defecto muy común en las series españolas: se esfuerza demasiado por ser verosímil -otra cosa es que lo consiga- y carece de esos puntos disparatados que hacen estallar en pedazos las tramas de las series USA que me fascinan. Sería genial que a Concha Velasco se le apareciera la Virgen – lo que sería además un precioso homenaje a Pitita Ridruejo– y quedara rebozadita de dios. Ahí os dejo eso, guionistas: gratis total.

(POR CIERTO, qué buena es la segunda temporada de UGLY BETTY. Qué maravilla de enredos. Y qué grandes frases:

“This wedding is so fancy, Armani is wearing Prada.”)

‘Ugly Betty’ es una maravilla

Mi marido trajo de Miami la primera temporada en DVD, y este fin de semana nos hemos zampado 12 episodios con gula voraz y muchas ganas de más. Qué gozada. Qué buena es Ugly Betty. Por todo:

– porque la producción es excelente y parece rodada de verdad en la redacción de una revista de moda

– porque ha sabido aprender de fenómenos como El diablo viste de Prada o Sexo en NY y jugar con sus clichés

– porque el vestuario de la mala – Vanessa Williams– es a los dosmil lo que el de Alexis Colby fue a los 80 en Dinastía

– porque Betty es fea, gordita y latina. Y eso no se quita con una depilación ni un peeling. Afortunadamente

– porque Salma Hayek aprovecha su papel de productora para hacer unos cameos deliciosos en una telenovela que el padre de Betty ve en televisión (una auténtica maravilla delirante), lucirse como protagonista de algunos capítulos y, de paso, promocionar la empresa de su marido millonario: Gucci

– porque los malos tienen arranques de ternura, los buenos ramalazos de maldad y el jefe de Betty está REALMENTE buenorro

– porque el sobrino de Betty es un niño marica divino

– porque Betty no es una ñoña llorica, sino una señora de armas tomar

– porque aparecen superestrellas en libertad condicional, como Martha Stewart

– porque transcurre en Nueva York, y una de las escenas del primer capítulo, con America Ferrara recorriendo Manhattan me hizo pensar en una continuación de aquella película tan bonita que protagonizó, «Las mujeres de verdad tienen curvas» que acababa con ella saliendo del metro en NY

– porque la historia gana mucho como serie semanal y no como culebrón diario

– porque nos pone de muy buen humor y nos tiene enganchadísimos.

Es una genialidad. Ah… y porque no hay pijas cutres: hay millonarias. Y eso mola mucho más.

(Eso sí: no sé qué tal quedará con el doblaje de Cuatro. Seguramente se pierdan muchos juegos de spanglish preciosos).