La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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«Confidencial S.A.» en Antena 3

El nuevo programa de Antena 3 es una Noria. Pero no como la de Tele5, que para el caso podría ser la del Milenio de Londres o la del Parque de Atracciones de Madrid. La noria de «Confidencial S.A.» es una noria de feria de pueblo, de esas que se montan y se desmontan, con herrumbre en la estructura, asientos quemados por cigarrillos y un operario que la pone en marcha mientras se lía un porro y escucha a los Camela a todo volumen en un radiocassette.

Si hace unos meses la Noria de Jordi González inauguraba emisiones con una entrevista en exclusiva a los padres de Madeleine Desaparecida, el «Confidencial S.A.» de Santi Acosta de anoche lo hacía con otra a los abuelos.

Si «La Noria» juega con la nostalgia a partir de las sobras de las «Hormigas Blancas«, «Confidencial S.A.» lo hizo a partir de los archivos de la cadena, y recuperó en vivo a las chicas y a los chicos Hermida.

Si en el maratón sabatino nocturno de Tele5 hay «periodismo de investigación» sobre famosas putas, curas homófobos, paraisos fiscales o el boicot a Alonso en McLaren, en «Confidencial S.A.» rastrean la sombra de esa pobre señora que se hizo pasar por víctima del 11S.

Vamos, lo que algunos malpensados podrían considerar como un plagio. Lo que incluso yo podría considerar una vil copia versión low-cost. Menos mal que yo pienso más allá y sé que no hay tal. Lo que pasa – os lo explico – es que en el acuerdo entre Antena 3 y Tele5 sobre «Aquí no hay quien viva» también se repartieron los derechos de «radio-patio». Y una parte los explotan en «La Noria» y otra en «Confidencial S.A.«. Es eso. Seguro.

¿Y qué tal el programa? Pues un bodrio. Aunque tuvo sus cosillas. Por ejemplo, el regreso de esas dos grandes damas del periodismo que son Paloma García Pelayo y Angela Portero. Un retorno que, sin duda, ha supuesto la supervivencia de varias boutiques de barrio. O la colaboración de ese pisiquiatra forense superstar, José Cabrera, a quien yo ya he visto como colaborador en «La Noria» de Tele5, en «Cuarto Milenio» de Cuatro y en el programa de ayer. Un hombre del renacimiento, sí señor.

Y, por supuesto, la entrevista a los padres de Kate, que fue buenísima. Que parecía hecha para un falso documental detectivesco y en la que aparecían elementos extrañísimos que, seguro, eran mensajes en clave para los secuestradores. Por ejemplo:

«A Madeleine le encantaba jugar con todos los dólares rusos que tenemos ahí»

o

«Maddie iba a ir al colegio con su amiguita Sofía, pero ahora Sofía tendrá que ir sola».

¿Dólares rusos? ¿Sofía? ¿No es de lo más inquietante?

Los expertos del plató pasaron por alto estos detalles, y hasta la experta en comunicación no verbal que el programa fichó para la ocasión los ignoró. Y es una pena, porque yo creo que ahí había mucha tela que cortar.

En resumen, y sin ironía, «Confidencial S.A.» es un tostón, una noria de barraca. Y la entrevista con los abuelos de Madeleine no fue tal, sino un publirreportaje acerca del sector sentimental de la familia. Con respuestas calculadísimas («Kate no paraba de gritar, estaba muy afectada», «Madeleine le dijo a Kate ‘Mami eres una persona muy especial») que a García Pelayo y a Portero – grandes conocedoras de lo peor de la especie humana – les hicieron sospechar que los abuelos ocultaban algo o no tenían toda la información. ¡Toma ya!

Aunque lo peor del programa fue pensar que, a su lado, «La Noria» de Tele5 me parece hasta digno. No os digo más…

«Desaparecida» en TVE1

Yo no sé si el capítulo que vi anoche de esta serie era el segundo o la repetición del primero. Eran las tantas, por lo que es probable que lo estuvieran repitiendo. Ni idea. Sea lo que sea.

«Desaparecida» – tiene toda la razón Pérez de Albéniz – es morbosa y alarmista. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que es la clásica serie española «basada en hechos reales» que confía ciegamente en la fuerza de la realidad y en la buena labor de un grupo de eficientes actores (Solá, Hipólito y Martín). Y ese es su mayor problema. Ese, y un par de ellos más:

PRIMERO, porque no es verdad aquello de que la realidad siempre supere a la ficción. La realidad – como bien dice mi amigo JQ – sólo supera al porno. Y si hay algo poco televisivo es una serie de ficción que trate de parecer verosímil a través del uso de esos elementos de los que está llena la vida: carreteras comarcales, silencios, personalidades complejas inexplicables o descubrimientos que no evidencian nada.

SEGUNDO, los buenos actores no son para televisión. Están muy solos, ahí tan lejos y tan pequeños. Los buenos actores – como Hipólito– no tienen tiempo ni espacio para componer un buen personaje creíble y no resultar sobreactuados (Luisa Martín) o gélidos.

TERCERO, documentarse está muy bien, suena fantástico. Pero cuando se hace una teleserie en compañía de la Guardia Civil se corre el riesgo de acabar rodando un anuncio de la Guardia Civil. Y eso es lo que parecía ayer el episodio en muchos momentos.

Yo no sé si lo que vi anoche era el primero o el segundo capítulo de la serie. Lo que sí sé es que no volveré a verla. No me interesa nada – por mucho que a más de tres millones os interesara. Claro, que tampoco me importa nada el caso Madeleine, y la gente lo está flipando con ella…