La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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¡Cómo está el Servicio… Secreto!

Anoche en Antena 3, »Diana revealed», o lo que es lo mismo – o casi – »Diana revelada», o lo que es lo mismo, »Diana lo larga todo frente a la videocámara de su logopeda».

Yo no puedo con Lady Di. Que lo sepáis desde ahora, devotos de la princesa triste, la princesa de los pobres, la princesa chic…

Yo nunca soporté a Lady Di, y cada día la soporto menos. Y menos aún después de haber visto anoche como la muy torpona confesaba delante de su logopeda – alguien tendría que haberle explicado a la pobre la diferencia entre un psicoterapeuta y un logopeda – las típicas cosas que uno no larga frente a una cámara de vídeo, y menos aún cuando estás casada – todavía – con el Príncipe de Gales:

»Tras cuatro años de matrimonio con Carlos me enamoré de uno de mis guardaespaldas. E incluso llegué a pensar en dejarlo todo y marcharnos a vivir juntos».

Toma ya, Lady Di.

Claro, que esto no es nada. Lo bueno llega cuando confiesa que la muerte del guardaespaldas en accidente de moto la dejó destrozada y que

»Yo creo que se lo cargaron».

Di que sí, Di, lady. Que te hicieran esas cosas los malvados de los Windsor, con lo buena que has sido tú siempre…

»Empujé a mi madrastra escaleras abajo. Fue una gran satisfacción, pero mi padre se enfadó mucho».

Otro canalla, tu padre, de verdad…

Yo aún sigo impresionado por la estupidez de Lady Di – casi tanto como por sus peinados imposibles – y me pregunto si el reportaje ‘Diana revealed‘ se hizo para sostener la teoría del crimen de estado que defiende Al Fayed padre [esa escultura de Diana y Dodi en Harrods es tan buena que podría ser de Jeff Koons], o si en realidad se hizo para que – directamente – entendiéramos que no había otro remedio que estamparla contra un puente. No lo sé, la verdad.

Pobrecita Lady Di

Y pobre Maribel de Windsor. Lo que tuvo que sufrir. Y lo que tuvo que esperar, pacientemente, mientras se lamentaba entre suspiros, »¡Cómo está el Servicio… Secreto!»