La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Un buen Sardá, un bon detectiu y un «La que se avecina» acertado

Los domingos por la noche me encanta ver televisión en televisión, con lo que eso tiene de acto pasivo, contemplativo, a veces kamikaze; alejado de esa otra actividad más de diario de búsqueda activa, de inmersión por las descargas online. O con los maratones de teleseries en dvd de otros momentos.

Porque la televisión en televisión está muy desprestigiada, casi siempre con razón, y sin embargo sigue teniendo algo muy atrayente, me sigue inquietando saber que al tiempo que yo estoy sentado en el sofá de mi casa en pose de odalisca peluda con el mando a distancia en la mano, otros miles o millones de personas hacen exactamente lo mismo que yo, ven exactamente lo mismo. Y piensan diferente. O no.

Anoche tuve una buena noche de televisión.

Porque me lo pasé estupendamente con Sardá y la curia romana, me gustó su Dutifrí de ayer y disfruté muchísimo con un programa que combinó con buen ritmo y mejor humor la reinserción pública y dignificación de un par de exmarcianos – Lecquio y Apeles – y el descubrimiento de tres grandes personajes del Vaticano (fabuloso el navarro profranquista, divino el profesor jienense que parecía salido de «Poderes terrenales» de Burgess…)

Un buen Sardá el de anoche.

Y un excelente programa en Canal 33 – de TV3 -, «Detectiu» (Detective), un formato documental fabuloso que mezcla ficción con tono de novela negra e investigación periodística de enorme calidad, que profundiza en el pasado de Barcelona (otro día, tal vez toque hablar de esa tendencia autocomplaciente y onanista de Barcelona en sus programas televisivos) a través de personajes más o menos anónimos muy interesantes, que marcan el hilo argumental y cronológico de cada episodio. Buenísimo «Detectiu» también.

Y muy bueno también el episodio de «La que se avecina«, una serie que me tiene desconcertado por lo irregular de sus episodios. Algunos trepidantes y llenos de tramas cruzadas loquísimas, situaciones cómicas desternillantes y reacciones humanas que son un catálogo de la maldad middle-class. Algunos excelentes, como el de ayer. Y otros soporíferos, repletos de chistes pésimos y sketches fallidos, actores fuera de registro, como otros muchos de semanas anteriores.

Yo no sé qué pasa con los guionistas de «La que se avecina«, pero la intermitencia de su talento me parece preocupante (claro, que lo mismo dirán ellos de mí…)

»Dutifrí», el (decepcionante) retorno de Sardá

Ha vuelto Sardá.

El Sardá regresó anoche a Telecinco con un programa de viajes »diferente», con una buena idea, un formato prometedor con una realización excelente – qué bien rodado está todo – y dinero, mucho dinero. A la BBC.

Como bien resumió mi fiancé cuando terminamos de ver Dutifrí: »es un programa muy divertido… para el que lo hace».

Anoche volvió Sardá a la tele, se marchó de viaje a Brasil y a punto estuvo de acertar. Pero no. O no para mi gusto, al menos.

Porque todo parecía estupendo, muy buena idea:

Loles León en plena selva amazónica podría haber dado mucho juego, pero todo se redujo a Loles León muy impostada en una situación muy forzada. Me aburrió.

– el Río de Janeiro de El Dioni era una idea buenísima. Pero se quedó en una gracieta, sin más. Un desperdicio.

– el juego de intervención de Sardá en el espectáculo para turistas que fotografían el exotismo de una tribu de indígenas era una ocurrencia muy feliz. Qué lástima que no la desarrollara bien.

– el carnaval y el fútbol, mira qué original…

Como si a Sardá, de nuevo, le hubiera vuelto a perder la velocidad, la prisa, la obsesión por el ritmo del entretenimiento, que descarta cualquier amago de profundidad y construye brillantes superficies deslizantes, sin una sola muesca. Pura superficialidad deslumbrante.

Y después de Sardá, »La que se avecina» – la versión de Tele5 de »Aquí no hay quien viva». Con los mismos actores que interpretan otros personajes junto a nuevas incorporaciones no muy afortunadas. Y situaciones humorísticas que retratan no ya la cutrez del vecindario de barrio de-toda-la-vida-de-dios, sino el horror de los bloques periféricos de reciente construcción y la convivencia entre hipotequeros de manual. Me aburrió también.

Lo mejor de todo fue que ambos programas en Tele5 anoche estaban patrocinados por una bebida isotónica, cuyo eslogan es

Lo demás se desgasta…

¡Qué gran verdad!