La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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¿Por qué no me gusta ‘CALIFORNICATION’?

1. Porque me aburre soberanamente la impostura del perdedor fumador y borracho. Porque Duchovny, más que un escritor en crisis creativa, parece Christopher, el sobrino de Tony Soprano en su etapa de pretensiones guionistas.

2. Porque la serie parece un catálogo de tetas de jovenzuelas actrices televisivas. Si yo viviera en Hollywood, montaría una tienda donde pondría a la venta T-Shirts que dijeran «Yo también enseñé las tetas en CALIFORNICATION«.

3. Porque todo el mundo va muy mal vestido.

4. Porque los fans de la serie escriben comentarios de este jaez:

Que no te guste Californication es normal.

Esta hecha para dioses.

5. Porque OTRA VEZ habemus ex mujer buena y niña sagaz. Qué perezón.

6. Porque juega a la transgresión sin tino.

7. Porque es, de nuevo, una serie protagonizada por un escritor que parece no haber escrito un libro en su vida.

8. Porque el prota es tan cutre que tiene un blog.

9. Porque tanta heterosexualidad me aburre. Qué manía con la heterosexualidad. Parece que se ha puesto de moda ser hetero.

10. Porque seguro que es una buena serie, pero no es para mí. Y eso me jode.

Fabulosa ‘Sexy Money’

Creo que acabo de descubrir mi nueva serie favorita. Después del vacío que me dejó el final de Los Soprano -y de todo lo que me enseñó sobre management y relaciones humanas-, la llegada de Sexy Money a mi vida vuelve a marcar un antes y un después en mi relación con la realidad. Lo que quiere decir: ¡a la mierda la realidad; dame una temporada completa de Sexy Money en vena!

Show me the (dirty/sexy) money!

¿Por qué? Porque la serie tiene todo lo que me interesa en la vida: tiene ricos muy ricos, sacerdotes promiscuos, divorciadas reincidentes, politoxicómanos descerebrados, aspirantes a actriz sin talento pero con un gran guardarropa, políticos conservadores de doble vida, asesinatos misteriosos y hasta un abogado honesto. Y todo eso en Nueva York. Para qué más. Y con un espectacular plantel de actores:

Dirty Sexy Money (sin el Dirty para España) es una de esas series que recuperan las buenas costumbres de algunos clásicos del género, como Falcon Crest o Dinastía, y donde los protagonistas beben constantemente licores fuertes en espléndidas cristalerías, conspiran, se aborrecen, organizan muertes que parecen accidentes y guardan secretos en baules Louis Vuitton. Fascinante. Y todo ello con un punto loco de humor que parece sacado de ese espléndido delirio que fue Arrested Development.

Lo dicho: tengo nueva serie preferida. Que me compensa de la decepción de Californication, que también he visto este fin de semana… y no. Pero de eso ya os hablaré otro día.