La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Soñadores versus Maledicentes
(CEAC vs. CCC)

Me encanta la radio: los programas – mi último descubrimiento, que se ha convertido en adicción, ha sido el programa de SER Barcelona «Los especialistas secundarios» (podéis escuchar todos sus programan en la web; a destacar especialmente la teoría de que la Reina Sofía tiene el pelo duro y las sinopsis de películas del crítico Sugar Ray), pero también las cuñas publicitarias.

Me fascinan los personajes de los anuncios de la radio y me encantaría escribir un serial radiofónico protagonizado por algunos de ellos (la pobre mujer desesperada que no puede dormir por culpa de los ronquidos de su marido, el profesor de vela que compara ING Direct con la navegación moderna, el ejecutivo estresado que ha empezado a tomar leche de soja para combatir su alto nivel de colesterol…)

Aunque los que me tienen fascinado últimamente son los protagonistas de las cuñas de las dos mayores empresas de formación a distancia de este país: CEAC y CCC.

En la actual campaña de CEAC, los protagonistas (hombres y mujeres) se desenvuelven alegremente en sus estudios universitarios o profesiones (vendedor inmobiliario, decoradora, asesora fiscal) hasta que una voz masculina y neutra los saca de su ensimismamiento para comunicarles que «es sólo un sueño», pero gracias a CEAC podría convertirse en realidad. ¿Un sueño ser vendedor inmobiliario? Eso ilustra muy bien la clase de vida laboral de mierda que lleva tanta gente. Y lo cicateros que nos hemos vuelto con nuestros propios sueños.

La campaña de CCC es muy diferente: en ella un grupo de gente (hombres y mujeres) hablan de otra persona no presente en términos muy crueles, mofándose de sus trabajos poco especializados. Hasta que uno de ellos les advierte de su error y les comunica que ése de quien hablan ahora trabaja de jefe de obra, o de administrativo en un supermercado. Porque hizo un curso en CCC. Siempre que escucho ese anuncio, me dan ganas de llorar de rabia, de llamar hijosdeputa al grupo de maledicentes.

Gente que sueña con un trabajo mejor, gente que quiere dejar con un palmo de narices a los que siempre pensaron que era un perdedor. A esa gente se dirigen los anuncios radiofónicos actuales de CEAC y CCC. Y no sé si es interesante, inquietante o un horror. No lo sé.

Andy Milligan

La primera película que dirigió el under.under.underground Milligan en 1963 se tituló ‘Vapors‘, y transcurría en una sauna gay* de Nueva York. Era algo así como una versión extendida y con vaho de ‘Strangers in the night‘, de Sinatra.

[*Sauna Gay: mujeres de cualquier preferencia sexual y heterosexuales de ambos sexos – una sauna gay es lo que George Michael denomina ‘Spa Urbano‘; un lugar donde los hombres homosexuales acuden a pasear sus humedades con una toalla en la cintura, una llave en la muñeca, chanclas en los pies y ganas de practicar sexo en las cabinas privadas dispuestas para tal fin.]

Después de Vapors, todas las películas de Milligan fueron gore jarcor y mucho terror sadomaso – coño, ¡normal! – , de una calidad más que dudosa (imaginad una mezcla entre Ed Wood, Dario Argento, el cine de Warhol o el primer John Waters). Aunque eso sí, los textos de promoción de los carteles eran MA-RA-VI-LLO-SOS:

  • La Bruja Desnuda: «Tenía el cuerpo de una diosa pero el alma de una bruja».

  • Los repelentes: «Dementes criaturas de la noche que sólo existen para sádicos momentos sensuales de ¡CARNICERÍA HUMANA!»
  • Guru, el monje loco: «Muerte a su religión – ¡Sangre a su lujuria!»

    El cine de Milligan es un cine tan malo que fascina.

    Milligan, gay misógino recalcitrante (mmm, ¿os recuerda a alguien conocido?), adoraba filmar mujeres en actitudes sensuales por el reflejo erótico que esto provocaba en los hombres heterosexuales. Para él, eso era filmar una erección. Interesante. Muy interesante.

    Tras la muerte de su último novio, veterano del Vietnam, en 1989, Andy se abandonó a la larga agonía del sida y murió desangrado en 1992, en la miseria.

    Hasta esa muerte terrible, Milligan siempre siguió una máxima que aprendió en los diarios de Cocteau:

    «Muéstrale tus cicatrices al mundo. Siéntete orgulloso de ellas – exhíbete. Y -¡por el amor de dios! – cobra por el espectáculo.»

    Amén.

  • Mamie Van Doren

    Ahí donde la véis, esa teta que muerde sin demasiada lujuria – pero con mucha gracia – el divino Tom Ford (exGucci, exYSL, neoEsteeLauder y neoHollywood) pertenece a la gran starlette Mamie Van Doren, ¡75 años y espléndida!

    La fotografía pertenece al especial anual de Hollywood del Vanity Fair, para el que este año ha sido director artístico Ford.

    Mamie, que empezó su carrera en el Hollywood de los años 50, con películas de Tony Curtis o la Mula Francis (¡qué gran pareja de actrices!), y continuó con más serieB picantona, e incluso un tete-a-tete (literal) con Jane Mansfield en plena decadencia -«Las Vegas Hillbillys» (1966) -, se retiró en los 70, pero… HA VUELTO. HA VUELTO. Qué maravilla.

    Mamie, que estuvo en Vietnam animando a las tropas, relata su experiencia en ‘Apocalypse then‘, un interesantísimo diario de entonces que podéis leer online para disfrutar de lo que podría ser un delirante remake cabaretero de ‘M.A.S.H.‘. Una auténtica delicia.

    Lo mismo que su blog político, en el que pone a Bush a caer de un burro, cita a Gore Vidal, analiza con agudeza, inteligencia e ironía la actualidad y demuestra que, si bien dos tetas tiran más que dos carretas, el cerebro es el más asombroso wonderbra.

    Hoy, cuando rezo para que Anna Nicole Smith tenga suerte en los tribunales y consiga hacerse con la millonaria herencia de su marido muerto – al tiempo que extraño tanto sus fantásticas columnas para el National Enquirer – me consuelo con otra BB (Brainy Busty); la maravillosa Mamie Van Doren.

    El músico de jazz

    Mi novio y yo volvemos a casa en autobús desde la Plaza de Cataluña. Cargo a mi espalda la mochila, con mi ordenador portátil, un par de libros, la agenda donde apunto los movimientos del sospechoso a quien sigo la pista por Barcelona,… tantas cosas que prefiero no descargar en el suelo. Viajo de pie, junto a él, que se sienta frente a un obeso anciano con gruesas gafas a través de las que mira por la ventana donde apoya su muleta, mientras la mano de mi novio acaricia la mía, que me aferra a la barra vertical del autobús.

    Cuando pasamos frente a la Fundación Caja Madrid, le digo a mi novio que acaba de empezar un ciclo de flamenco allí, que esta semana actuará Chano Lobato, el cantaor. Entonces, el anciano nos mira y nos dice que acaban de inaugurar un ciclo de flamenco ahí. Separo mi mano de la de mi novio, y le digo que sí, que esta semana actuará Chano Lobato, y le digo que el ciclo tiene una pinta estupenda…

    – No, no… si a mí el flamenco no me gusta, no pienso ir a verlo; pero es que acaba de terminar un ciclo de jazz y después del ciclo de jazz sé que empezaba uno de flamenco…

    – Ya…

    – Es que me daban un homenaje, porque yo tuve una embolia, que me paralizó medio cuerpo; el saxofón ya no, pero el clarinete he podido volverlo a tocar. Y la gente aplaudía como loca y decía «mira el viejo,cómo les da caña a los jóvenes», porque yo me sentía muy fuerte y les di caña. Lo que pasa es que me empezó a doler la mano y les dije que me perdonaran, pero que había sufrido una embolia y me dolía la mano, y no podía tocar más. Y la gente aplaudía como loca.

    – ¿Era usted músico de jazz?

    – Me dio una embolia que me paralizó medio cuerpo, estuve dos meses en coma, con la boca paralizada aquí en un lado, comiendo con tubos, pero me recuperé, y pude volver a tocar el clarinete.

    – Increíble,… ¿y cómo? ¿con rehabilitación?

    – Y con mucha fuerza de voluntad, y claro, con rehabilitación. Y que tengo un organismo muy fuerte. Trece horas de operación. El cirujano me dijo que chavales con traumatismos craneoencefálicos, que se habían dado un golpe con el coche y se habían abierto la cabeza, a la hora de estarles operando les había tenido que tapar y ya, porque el corazón no había aguantado y yo, ya ve, trece horas de operación.

    – Qué maravilla…

    – Yo creo que la embolia me dio del disgusto. De perder a mi mujer y a mis hijos. Mi mujer y mis hijos se mataron en el coche, un viernes yendo a Salou, un camión se los llevó por delante, un trailer, giró la parte de atrás y los estampó. En el funeral me dio un infarto y al mes la embolia.

    – Qué horror…

    – Todavía siento el disgusto. Y he vuelto a andar, con esta muleta, y a tocar el clarinete, y me visto solo, me baño solo… siempre con mucho cuidado, pero ya ve, me puedo valer. Aunque me quedan secuelas de la embolia: la soledad y la tristeza me quedan. Vivo solo y ya ve. Las mujeres viudas y divorciadas se han pasado todas a la otra acera y no quieren saber nada de los hombres…

    – Estarán escarmentadas.

    – El otro día se lo dije a una, aquí, que casi me pega: «ustedes son inferiores a nosotros», y ella que no, que no. ¿Qué no? El marido que la explotaba, ¡QUE LA EXPLOTABA!, pero bien que anda ella viviendo de la pensión del muerto y gastándoselo todo con las amigas, que son todas unas alcahuetas…

    – Jajajajaja…

    – Escarmentadas, pero viviendo a costa del muerto… Yo tengo una señora que me cuida. Más bruta que un arao, que no le veo la cara… todo el día encerrada en su cuarto, pero el día que le tengo que pagar sí que me mira a la cara. ¿Ustedes están casados?

    Y en ese momento, mi novio, en un arranque de fantasía ecuménica, interviene con expresión tierna, mira al anciano, me mira y espeta: «Todavía no.» Momento que yo aprovecho para dejar bien claro que NO, que esto no es una entrañable escena de telefilme. «No, no estamos casados.»

    – Pues háganme caso, y picoteen con unas y con otras, eso es lo mejor, Hoy en día, los negocios de relax son los mejores negocios y las señoras que trabajan allí ganan una millonada. Y los hombres, que tienen mujeres tan ocupadas que no hacen el amor con ellos, van allí.

    – Claro, es como llamar al fontanero: el buen trabajo lo hace un buen profesional.

    – Sí, sí… como el fontanero… y la gente mayor que puede, también va.

    – Claro, por qué no… ¿es nuestra parada ya? Que le vaya muy bien, señor.

    – Que tengan buena noche.

    – Igualmente.

    «Yo creo que la música ayuda a saber. No a entender, porque en realidad no entiendo nada.» EL PERSEGUIDOR, Julio Cortázar

    KLM (Karl Lagerfeld Montiel)

    Revista Vanity Fair. Edición inglesa. Septiembre 2005. Cuestionario Proust a Karl Lagerfeld:

    Who are your favourite writers?

    In what language? I like poets best, E. Dickinson (English), R. M. Rilke (German), Mallarmé (French), Leopardi (Italian). I speak no other languages and I don’t believe in translated poetry…

    Revista Vogue. Edición española. Marzo 2006. Entrevista a Karl Lagerfeld:

    ¿Qué libro le espera esta noche en su mesilla de noche? Por favor, recomiéndeme dos de sus lecturas favoritas.

    Los pensamientos de Emily Dickinson, en inglés. Como recomendación, la obra de Rilke, en alemán, y la obra de Colette, en francés. Por desagracia no leo español más que en versión traducida, pero de niño mi madre me hacía leer a la vez a Cervantes y Ortega y Gasset.

    ¡No puedo con Lala(gerfeld)! Aunque debo reconocer que su modernísima técnica de adelgazamiento tiene muchísimo mérito y me tienta: hincharse tanto la cabeza que el cuerpo parezca delgado. «Asombroso«, que dirían Cervantes y Ortega y Gasset, los tres a la vez. «Amazing«, que diría la Dickinson. «Überraschen«, Rilke. «Stupéfiant«, Colette.

    ¡Coño, la Montiel! – eso lo digo yo, que acabo de avanzar 60 páginas y me he encontrado con SARA REGIA; otro impagable reportaje de este Vogue de Marzo, donde, en sólo tres páginas, Sara (Regia) convierte la revista en una enciclopedia: Ernesto Hemingway, Luis Buñuel, Frida Kahlo, Diego Rivera, Gary Cooper, Severo Ochoa, Picasso, Barceló, Cartier, Van Cleef, León Felipe, Anthony Mann, Miguel Mihura, Cristóbal Balenciaga, Marlene Dietrich, Valentino, Goya,…

    Donde la manchega planta las sandalias en la mesilla de noche del pretencioso Lagerfeld y asciende a los altares, con mucha joya, mucho colirio, mucha uña de porcelana y una inteligencia que explica muchas cosas:

    ¿Qué has aportado a España?

    Aprendí a leer muy mayor… Así que literariamente, nada. Pero la revista Life me sacó en tres portadas.

    ¡Toma ya, Karl! ¡Qué pena que no creas en la poesía traducida del manchego al alemán!

    Modelos y modelos.
    Y anorexia. Y bulimia.

    Lo siento, pero no. El problema no está en si las pasarelas se apuntalan con tallas 34, o en si las modelos publicitarias se matan de hambre y lucen famélicas para anunciar tratamientos antiestrías, yogures adelgazantes o lo que fuere.

    Lo siento, pero no.

    El problema está en dónde hemos puesto LOS modelos, los ejemplos a emular, las fantasías juveniles de quién querer ser.

    Almudena Grandes es una señora estupenda, una «mujer de éxito» y no está delgada.

    Julia Otero es una fantástica periodista y tampoco está muy delgada.

    Ni Kate Winslet , ni Bjork, ni Icíar Bollaín, ni María Joao Pires, ni Alaska

    En una sociedad seria, las modelos de pasarela, las modelos publicitarias, no deberían ser referentes de nada. Las modelos sirven para mostrar las creaciones de modistos y diseñadoras, para simular situaciones publicitarias que estimulen la compra. Son soportes de otra cosa, nada más.

    «La publicidad y la moda crean insatisfacción corporal y personal en las mujeres»

    ¿Y no poder cantar como Ute Lemper, no?

    ¿Y no bailar como Blanca Li, no?

    ¿Y no hacer fotografías tan maravillosas como las de Diane Arbus, tampoco?

    Ah… ¿que no? AH. Entonces nos quedamos con que…

    «La publicidad y la moda crean insatisfacción corporal y personal en las mujeres»

    Pues genial.

    Joseph R. McCarthy

    Anoche disfruté muchísimo del cine gracias a «Buenas noches y buena suerte» (‘Good night and good luck’), la última película dirigida por George Clooney (cuya primera como director, ‘Confessions of a dangerous mind’, me había parecido estupenda).

    «Buenas noches y buena suerte«, nos narra el final de un estilo de televisión al tiempo que refleja de manera impecable el enfrentamiento de Edward Murrow contra los modos de McCarthy y su «caza de brujas» (casi) en directo para la CBS (la película cuenta con impagables imágenes de archivo del senador en sus interrogatorios y una MARAVILLOSA entrevista con un jovencísimo Liberace, que habla de sus ganas de dar con la mujer adecuada para casarse con ella JAJAJAJA).

    Salimos del cine anoche y nos dijimos «ya no se hace televisión así«. Y yo añadí: «hoy, McCarthy sería imposible», para estupor de mis acompañantes.

    «No, no, no. No me he explicado. No es que piense que hoy el mundo sea un lugar mejor que hace 50 años (que no lo es). No. Pero al ver las imágenes REALES de las intervenciones de McCarthy en televisión; su histrionismo, sus excesos dialécticos, su actitud chulesca, su mirada turbia… he pensado que hoy en día nadie con el poder de McCarthy podría aparecer con ese aspecto en televisión. He pensado en que hoy McCarthy estaría en la sombra de otro más fotogénico y menos amenazante.»

    ¿Estaría? ESTÁ. Están en todas partes. Cada vez más dogmáticos, más crueles y más locos. Pero no nos dejan verlos.

    Esta mañana sé que el tipo de información televisiva de Murrow desapareció hace tiempo, pero McCarthy sigue entre nosotros; es el ventrílocuo que no podemos ver.

    [NOTA: Para los que hayáis visto la película, os recomiendo el estupendo análisis de El Mundo, con enlaces a todas las piezas y personajes. Ejemplar.]

    Manuel Alejandro, un Clásico

    Falete (ese maravilloso cantante que parece un cruce entre Antony, Liberace y Doña Juana Reina) acaba de sacar nuevo disco con canciones compuestas por Manuel Alejandro, a quien – me tenéis que perdonar – tengo junto a Cole Porter en mi altar de los grandes creadores de canción ligera (gran categorización musical que, para nuestra desgracia, se ha perdido) y para la que el protagonista de hoy ha aportado tantísimas joyas en español:

    «Yo soy aquel» (que cada noche te persigue, que por quererte ya no vive. Y estoy aquí para quererte. Y estoy aquí para adorarte).

    «Señora» (cuando supe toda la verdad era tarde para echar atrás.)

    «Lo siento mi amor» (hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo, que mi cuerpo no tiembla de ganas al verte encendido.)

    «Si amanece» (y ves que estoy despierta porque de tu amor aún no estoy llena, ámame otra vez con las mismas fuerzas de la primera vez.)

    «Ese hombre» (que tú ves ahí, que parece tan galante, tan atento y arrogante, lo conozco como a mí.)

    Y que, por lo que parece, le ha preparado a Falete unas cuantas canciones muy de amor de hombre no correspondido («Si tú me entendieras» contigo inventaría un mundo aparte, te haría enloquecer de tanto amarte), furtivo (Pero cuando sueña, yo lo sé, pronuncia mi nombre y a ti te cuesta llorar noche tras noche), atormentado (O no existió o ha sido un sueño, maldita historia, maldito encuentro) o incluso rabioso altisonante (Puta mentira, compañera de la vida, mentiras blancas, mentiras negras).

    Ni Sabina, ni los Cano: Manuel Alejandro; que ha sido objeto hasta de un disco homenaje de Ray Conniff con versiones instrumentales bossanova de sus canciones.

    Manuel Alejandro, autor también de «Soy Rebelde» (porque el mundo me hizo así, porque nadie me ha tratado con amor), cuya versión en portugués,»Sou Rebelde» es de OH, CIELOS, Paulo Coelho.

    Y ha sobrevivido a ambos atropellos.

    Por cierto, una curiosidad final, ¿quién es Ana Magdalena que firma junto a él todas las canciones?

    [Y nos hemos devoraaaaaaaaaaado en cada lecho, en cada esquinaaaaaaaaaa, y en cualquier lugar del mundoooooooooo hemos hecho maravillaaaaaaaaaaaaaas]

    «Mataviejitas»

    Después de casi 50 asesinatos de ancianas en México D.F., la policía andaba desesperada buscando a un asesino robusto y pelirrojo (el típico asesino de retrato robot en technicolor deluxe) que tras acabar con sus víctimas solitarias en sus casas, las desvalijaba.

    Hasta que ayer descubrieron que «El Mataviejitas» era una señora de mediana edad, con tinte caoba (INCISO: esto es una prueba más de la directa relación entre los tintes y las conductas criminales) que se ganaba la vida como limpiadora de rings de lucha libre a los que subía a pelear enmascarada en cuanto tenía la mínima ocasión (La Dama Silenciosa, se hacía llamar sobre la lona, tras el disfraz) y se colaba en las casas de las viejas bajo la dulce apariencia de una enfermera que acudía a vigilarles la tensión (labor que, francamente, llevaba a cabo con gran pericia: nunca esas pobres víctimas tuvieron la máxima y la mínima tan equilibradas).

    «El Mataviejitas: es mujer y es luchadora«: reza uno de los titulares de la prensa mexicana a propósito de la noticia. Y me obliga a una terrible reflexión: ¿habría asistido esta «mujer y luchadora» al concierto de la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género en la Plaza del Zócalo que se celebró hace pocos días? ¿Habría coreado consignas en contra de los crímenes contra mujeres en Ciudad Juárez? ¿Bailado al ritmo del ‘Stand by me’ interpretado por Barry Iván White (sobrino del genuino Ivan-less)? ¿Escuchado los poemas recitados por Mónica Randall? Pudiera ser. Porque en ese momento era mujer y, por lo tanto, inocente.

    Antanas Mockus FOR PRESIDENT

    Mockus, que fue alcalde de Bogotá en dos legislaturas – no consecutivas – se presenta a las elecciones presidenciales de Colombia como alternativa a Uribe.

    De Mockus – hijo de inmigrantes lituanos, niño prodigio, filósofo, matemático y pedagogo – lo primero que conoció Colombia fueron sus nalgas al aire: durante un acto en la Universidad Nacional, de la que era rector en los 90, un grupo de encapuchados, miembros de la Guerrilla, trataron de sabotear su exposición con gritos y jaleo. Hasta que Mockus, cansado de ser acallado por las voces de los violentos, se levantó de su asiento, se colocó de espaldas al auditorio, se bajó los pantalones, los calzoncillos y se separó las nalgas en señal de protesta.

    Mockus, amenazado de muerte por la guerrilla, ya como alcalde de Bogotá, decidió aparecer en público con un chaleco antibalas en el que llevaba dibujado un corazón con una diana.

    Mockus FOR PRESIDENT propone acabar con la violencia mediante la corresponsabilidad. Plantea un discurso político y cívico complejo (o tal vez no tanto) en el que defiende que el único modo de acabar de verdad con el terror es extender esa voluntad a todo el mundo; es implicar a cada cual en su responsabilidad diaria y emocional. Pedir a la familia, a los amigos, a los amantes de los violentos que pongan de su parte y ellos también se rebelen contra el acto violento y faciliten el abandono de las armas por quienes tienen más cerca.

    Mockus no habla de perdón: habla de justicia. De justicia en todas las escalas.

    Mockus no tiene un discurso sencillo; precisamente por eso piensa que si llegara a la presidencia, eso significaría que el pueblo colombiano ha entendido el mensaje y está dispuesto a hacer el cambio.

    Mockus cree en la pedagogía como un medio para cambiar las cosas (y demostró que es un medio válido durante sus dos mandatos en Bogotá).

    Mockus es excéntrico (celebró su ceremonia de boda en un circo, y él y su mujer entraron subidos en sendos elefantes). Tan excéntrico que cuando hace poco le preguntaron si había pensado en quién designaría para la vicepresidencia en caso de llegar al poder en Colombia él respondió que no era una decisión fácil, porque no era asunto de llegar a acuerdos de alianzas estratégicas con grupos políticos, sino de proponer para el cargo a alguien que – en el caso de que él fuera asesinado – tuviera el coraje de proseguir con la labor que se plantea.

    Me gusta Mockus. Al menos lo que sé de él por quienes me han hablado con fervor a su favor. Detractores, ilústrenme. Gracias.

    De momento, MOCKUS FOR PRESIDENT.