La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

Archivo de febrero, 2009

’23-F Historia de una traición’: Herederos… del régimen

Vaya por delante que me tiene un tanto acojonado esta sincronía de TVE y Antena 3 para lanzar sendas miniseries conmemorativas del intento de golpe de estado de 1981, del que se cumplen 28 años; una cifra poco redonda como para que ambos canales coincidan en emitir sendas miniseries/telefilmes con solo un día de diferencia.

[¿Nos están lanzando un mensaje? ¿Alguien sabe algo que no sabemos los demás? ¿Voy reservando un vuelo a Lisboa? ¿Saco mi dinero del banco y me coso un doble fondo en el forro de la gabardina? ¿A qué huelen los sables?]

Anoche vimos el primer episodio de los dos que componen la serie de Antena 3: ‘23-F Historia de una traición‘, y nos pareció una entretenida ficción basada en hechos reales (aunque nos los hayan contado con mentiras), con estupendos villanos, héroes sospechosos, tramas turbias, fachas bigotones, fervor patriótico, secretos de estado y de alcoba, una buena producción y mucha ida y vuelta temporal para explicarlo todo. Nos gustó, la verdad. Aunque echamos de menos a Carmen Orozco como responsable de la financiación y los arreglos florales cuartelarios.

Reconozco que lo pasamos bien viendo el 23-F de anoche, y que se nota la buena mano de Cuarzo -la productora de Ana Rosa– para la ficción (lo demostraron en HEREDEROS, que me chifló, y lo demuestran cada semana en DEC y a diario con los estilismos, peluquería y maquillaje de AR).

¿Rigor histórico de la serie? Poco. Más o menos el que tienen todas las crónicas sobre la tarde-noche del 23 de febrero de 1981.

Esta noche, me toca dividirme entre el segundo capítulo de Antena 3 y el primero en La1, donde sale hasta el rey. Como el bueno, faltaría más. Ya veremos qué tal. Y a ver si sale la Orozco de una vez…

La vuelta al mundo en 80 días… ¿taaaaaaaaaaanto?

Buenos días, ya estoy de vuelta tras un delicioso fin de semana de celebraciones con amigos, viajes y disfrutes varios. Se acabó lo bueno. Vuelta al tajo.

Creo que nos habíamos quedado a pocas horas de que CUATRO estrenara la versión española de SNL. Sí, recuerdo que lo vi tras volver de una cena y mientras hacía la maleta. Y recuerdo que pensé en lo equivocado que estaba -otra vez más- en mis predicciones apocalípticas: porque ni fue un engendro de humor chabacano con el éxito asegurado, ni un brillante programa de fina ironía y sarcasmo condenado al fracaso. Fue, simplemente, un desastre. Una flojísima sucesión de sketches muy poco afortunados, demasiado largos, y sin fuelle, de los que salvaría solamente tres:

el inicial con el chiste de Resines y su sueño de LOS SERRANO, (que ya habíamos visto, aunque mejor resuelto, en SLQH)

el de la trattoria italiana y los lametones a Nuria Roca

y el del judío y el gaditano.

Del resto, prefiero no acordarme. Porque entonces recordaría con horror los dos falsos anuncios -de un machismo sonrojante- de las pastillas para la regla anual y el acoso sexual en el trabajo. De mucha vergüencita ajena.

Menos mal que me esperaban unas pequeñas vacaciones para recuperarme…

… y de las que anoche regresamos para afrontar con nuevos bríos otro estreno, el de LA VUELTA AL MUNDO EN DIRECTO EN 80 DÍAS. Un programa que demuestra -involuntariamente- algunas cosas:

UNA: que los Vázquez (Jesús y Paula) y Mercedes Milá merecen un monumento en el patio de los realities. Tras ver a Oscar Martínez -productor y presentador del programa- amagar chistes y colegueo impostado con concursantes y familiares, era inevitable añorar las presentaciones de PEKÍN EXPRESS, SUPERVIVIENTES y GRAN HERMANO.

DOS: que las ciencias adelantan que será una barbaridad, pero las conexiones en directo vía satélite no tanto. Qué desastre de retorno, de altavoces y de micrófonos.

TRES: que dios (que NO existe) los cría, y los realities los juntan. Que la pareja de hecho de reality show se está convirtiendo en un estándar social: pareja gay, pareja heterosexual en crisis, dos amigotes juerguistas, un par de gogós siliconadas,…

CUATRO: que cualquiera puede hacer lo que sea en televisión. Oscar Martínez puede pasar de ahuecarle los cojines del sofá a Ana Rosa a producir y presentar un reality. Igual que la estilista de SUPERMODELO, el paparazzi Miguel Temprano o Efrén (jajajaja, ay, Efrén), que ejercen como sosísimos comentaristas en plató.

CINCO: que no solo nos aburrimos nosotros, sino otro millón y medio de espectadores (10.6% y 1.524.000). Bastantes menos que los que eligieron ver el hipnótico perfil de Sarah Jessica Parker en La1 («Novia por contrato»: 20.7% y 3.870.000), a HOUSE en CUATRO (13.5% y 2.684.000) o la alta comedia sofisticada de A VER SI LLEGO en TELECINCO (11.9% y 2.203.000).

Hoy jueves, noche de sábado en directo (SNL)

En Cuatro están lanzando la casa por la ventana para el estreno de hoy de la versión española del mítico Saturday Night Live. Y a mí me está entrando un poco de miedo. Lo pienso ver, por supuesto (aunque grabado, a la vuelta de una cena), pero me temo que no me va a entusiasmar nada.

¿Razones?

Para empezar, las promos del programa. No sé si es cosa mía, pero cuando anuncias el estreno de un espacio descacharrante en televisión, lo menos que puedes hacer es generar la expectativa con un sketch tronchante creado ex profeso para la promoción. Y no ha sido ese el caso. El par de promociones que he visto me han parecido bastante sosas, aburridas, previsibles, sin sustancia. Puede que las hayan ideado así a propósito, para no poner el listón demasiado alto y conservar la capacidad de sorprender. No sé.

Por otro lado, me preocupan las ambiciones del programa. Huele a mucho dinero en producción, actores, licencia… y para amortizar la inversión necesitan audiencias millonarias. Igual que Escenas de matrimonio, Los Morancos, Aída… que son programas de humor con millones de espectadores en España. No te digo ya más nada.

Ya veremos esta noche si mis temores son fundados, y cuál de las dos alternativas ha de helarme el corazón: si el éxito del programa gracias a su humor de vergüenza ajena o un humor inteligente, que le condenará al fracaso y a su pronta suspensión, para mi desgracia y la de cuatro gatos más.

¿Pesimista? ¿Snob? ¿Un gilipollas? Como diría LA GRAN CARMEN OROZCO, «Hoy, no te voy a decir que no».

Esta noche os cuento qué tal.

A hostias



Lo peor de Intereconomía TV

Xavier Horcajo no es solo el director de Intereconomía TV, sino que es, además, presentador y director de un programa sabatino nocturno donde existe un ‘contador de parados’ que va creciendo, por ejemplo, a las 2 de la mañana -¡toma rigor!- y desde donde cada semana lanza vomitivos mensajes homófobos, machistas y retrógrados aderezados con bilis y saña. El mismo programa donde el sábado pasado emitieron el famoso vídeo trampa que parecía contra Wyoming pero en realidad venía de él. Un vídeo que, según Horcajo, respondía tan bien a la idea de la talla moral del presentador de La Sexta, que salió al aire sin las mínimas comprobaciones previas. Total, para qué.

Aunque para mí, que por razones profesionales padezco semanalmente el programucho de Horcajo, esa tertulia tabernaria de regres constantemente indignados, lo de Wyoming no ha sido, ni mucho menos, lo más infame que ahí se ha podido ver.

Ni creo que haya sido una cagada de Intereconomía, sino algo muchísimo peor.

Me explico:

No creo que Horcajo sea tan tonto como hoy nos parece a todos.

No creo que no se oliera que lo del vídeo de El Intermedio pudiera ser una trampa.

Y creo que apostó fuerte, y acabó demostrando no lo que pretendían desenmascarar desde La Sexta -la falta de rigor de una cadena que convierte en noticia una columna de opinión de Juan Manuel de Prada (uno de sus colaboradores estelares)-, sino algo muchísimo más turbio: la capacidad de Intereconomía para lanzar ponzoña, con o sin pruebas, con datos o no, contra todo aquello que se mueva hacia delante y no hacia atrás.

Tampoco estoy de acuerdo con aquellos que aseguran que el incidente del vídeo ha servido como promoción para Intereconomía. No lo creo. Ni pienso que esa sea fuera su intención, ni siquiera uno de los principales objetivos de una cadena TAN ultra que, quiero creer, tiene un techo de audiencia muy bajo.

Y ESO ES LO PEOR. Que en todo este asunto, lo importante no es la cantidad, sino la calidad. La calidad de su odio, de la inquina de sus radicales seguidores que siguen llenando los foros de internet de mensajes donde aseguran que el vídeo de Wyoming era real y que lo del montaje fue un apaño de última hora (por muy claro que quedara en las imágenes de El Intermedio en La Sexta; una cadena que no verá ninguno de sus integristas), y que ahora utilizarán el incidente para seguir dándose la razón y hacerse las víctimas.

LO PEOR es el miedo que quieren que les tengamos. Y eso sí que no. Yo no.

Rizar el rizo de la nada mellada

El DEC del pasado viernes había anunciado a bombo y platillo la presencia en directo en su plató de Pepi Güiza, la psicomaru madre del futbolista de quien Nuriaber acaba de separarse de muy malas maneras.

En DEC sabían que la cosa tenía tirón: tras habernos avanzado las estremecedoras imágenes de la buena señora -con mal pelo y peor dentadura- con una cabeza de ciervo disecada y reducida por los jíbaros en una mano mientras con la otra recorría su cuello con el dedo en el mejor estilo cosa nostra, su cara a cara con la horda de amantes del decibelio del programa tenía pinta de dar mucho de sí.

Lástima.

Porque, cosas de la dignidad que a veces se aparece y salva a quien menos lo esperaba, la madre Güiza, al parecer aconsejada por su hijo, decidió no presentarse en el programa para el despelleje en vivo.

En DEC no tenían nada. Bueno, sí. Tenían una entrevista grabada en su casa, mucho menos incendiaria que la que nos habían repetido hasta la saciedad y donde el nivel de epítetos hacia la ex nuera no bajaba de puta, ladrona y asesina de bebés. Tenían una nueva entrevista que no valia nada, que era más bien una disculpa pública por sus desmanes previos.

«Esto es una mierda», debieron de pensar en el programa. ¿Cómo salvarlo?

La solución, muy inteligente, fue convertir un testimonio sin chicha en algo inquietante gracias a la toma de cámara. Nada de un plano corto con el busto parlante de la señora, sino un primerísimo plano donde solo apareciera su boca mellada, como si ella quisiera preservar un anonimato que había perdido hacía semanas. Un plano de puro terror que, sorprendentemente, funcionó. Nos hizo pensar que estábamos asistiendo a algo. Y no hubo nada.

Brillante.