Son las 12:15. Hace quince minutos que abrieron las puertas del FICEB. Yo ya estoy dentro y descubro que una feria de sexo es como una feria cualquiera cuando acaba de empezar: arreglos de última hora en los stands, pequeños desastres organizativos (folletos que faltan, dossiers que no han llegado). Martillazos a destiempo y esa tristeza de los espacios enormes vacíos que, en este caso, posee también la tristeza de los consoladores a plena luz de día, de las prendas de cuero que cuelgan de las perchas iluminadas por neones potentes. La frialdad del porno en pantalla gigante sin nadie que lo mire. Lo mismo que un parque de atracciones una mañana de verano, muy temprano.
Con vuestro permiso, me marcho a investigar. Más tarde os cuento.
Pues anda que no cambiaba encantado las tetas, los trajes de cuero y los consoladores por el ordenador, las líneas de código y los punteros a variables.Joder… ¡Estaría encantado de ver la frialdad en directo!
04 octubre 2006 | 13:01
¡Qué frío! No pensaba que necesitaras calefacción allí. Prueba con castañas asadas en los bolsillos, a mis abuelos les funcionaba.
04 octubre 2006 | 14:17