La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

El Rey de Araucania y Patagonia

En 1859, Orélie-Antoine de Tounens, un mediocre abogado francés, lector de Voltaire – gracias a quien había descubierto La Araucana, de Ercilla -, abandonó su aburrida existencia para embarcar rumbo a Chile, donde se autoerigió en Rey de Araucania con el apoyo de los araucanos, cuyo penúltimo cacique había profetizado antes de morir que «el final de la guerra y la esclavitud coincidirá con la llegada de un forastero blanco y barbudo». Tan buena acogida le animó a anexionar a su reino también el de la Patagonia y proclamar una monarquía constitucional con sucesión dentro de su propia familia.

Orélie-Antoine de Tounens comunicó la creación del nuevo reino al presidente de Chile y a las autoridades francesas. En Francia nadie le tomó en serio, y de Chile fue expulsado por sus intenciones belicistas y arrestado en cada uno de sus posteriores viajes de regreso.

El 17 de noviembre de 1878, exactamente 18 años después de su autoproclamación, murió arruinado en Francia.

Casi 100 años después, para su libro «En la Patagonia«, Bruce Chatwin se entrevistó con quien se decía sucesor de Tounens ; Philippe Boiry, Su Alteza Real El Príncipe Philippe de Araucania y Patagonia, a quien preguntó si conocía el relato de Kipling, «El hombre que quiso ser rey».

– Claro que sí, respondió Boiry.

En 1997, Philippe Boiry demandó al periodista y corresponsal de Clarín en París Enrique Oliva , que en su libro «El Rey de Araucania y Patagonia» – firmado bajo el pseudónimo de Francois Lepot – dejaba al descubierto la impostura del supuesto monarca. Boiry perdió la demanda, todos sus falsos títulos y fue calificado por Maurice Druon, Secretario Perpetuo de la Academia Francesa, como «un fanático impostor de vocación a repetición, permanente y progresivo.»

(En la imagen, el Señor Boiry junto al busto de Tounens).

Un «fanático impostor»… como si no lo fuéramos todos.

5 comentarios

  1. Dice ser Nano

    El «inmpostor» -nótense las comillas que denotan no sólo excepticismo, sino la distancia escasa entre invención-creación-mentira-, el impostor, digo, era Chatwin, que se inventaba la mitad de las cosas, entrevistas incluidas y, sospecho, que hasta viajes completos o parte de ellos. Lo que no quita para nada que sus libros «de viajes» sean fascinantes, al menos para mi.Y como bien dices, todos somos impostores, aunque si la impostura se mantiene el suficiente tiempo deja de serlo y se convierte, digo yo, en personalidad. Lo de «fanático impostor», en cambio, lo entiendo menos.

    30 noviembre -0001 | 0:00

  2. Dice ser Plusqueunfan

    En Latinoamerica uno de los deportes preferidos es buscar ancestros nobles en un gesto típicamente arribista para lavar al sangre y asegurar rentas en las antiguas colonias.Ultimamente vale cualquier abuelo europeo, por muy arrastrado que haya sido para tratar de tener la ciudadanía de las antiguas metropolis.

    18 abril 2006 | 11:13

  3. Dice ser Nico

    Una duda, bob: Cuando te refieres a la obra de Ercilla, ¿su título es La Araucaria, o La Araucana? Yo diría que el correcto es el segundo, y que el primero es el nombre de un árbol. Saludos, ya me dirás.

    18 abril 2006 | 13:20

  4. Dice ser bob

    Araucana. Perdón y gracias.

    18 abril 2006 | 13:28

  5. Dice ser Nano

    Para no liarla, el nombre científico (latino) del árbol comunmente conocido como araucaria es Araucaria araucana, el «monkey puzzle» de los anglos. Ambos terminos viene de Arauco, la región meridional y andina de Chile. Bien es ciero que araucaria se suele usar como substantivo/sujeto y «araucana» como adjetico/topónimo. La de Ercilla es el topónimo, refrido a la epopeya.

    19 abril 2006 | 8:40

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