Por Michael Sheen, UNICEF.
Hakim sólo tiene tres años, pero ha presenciado cosas que aterrarían a la mayoría de los adultos. Se acurruca en el regazo de su madre mientras charlamos en una de las tiendas improvisadas del asentamiento que visitamos.
Su familia huyó de su hogar en Siria a causa de los combates. Su madre Fatema nos explica que podían escuchar las explosiones a cada rato y que vio multitud de asesinatos en plena calle mientras huían. No querían abandonar su casa, pero igual que muchas otras familias, se vieron obligados a hacerlo para salvar sus vidas.
Tuvieron que caminar durante horas a través de la frontera hasta que llegaron al campamento de refugiados de Domiz en Irak, donde una tienda de campaña se convirtió en su nuevo hogar. La tienda ha sido lo único que ha visto Hakim en los últimos dos años.
Ahora, a medida que el invierno se recrudece, a él y a su familia les toca afrontar una nueva amenaza, una de la que no pueden volver a escapar: el frío. Fatema nos cuenta que apenas tiene suficientes prendas de abrigo para proteger a Hakim y a su hermana Amira del intenso frío.
Desde UNICEF hemos podido proporcionar ropa de abrigo a la familia para tratar de que Hakim y Amira afronten el invierno de la forma más segura y cálida posible. Pero las temperaturas siguen bajando cada día y miles de familias como las de Hakim se enfrentan cada noche a la amenaza de unas horas gélidas en tiendas de campaña frágiles e improvisadas.
Los niños no deben ser nunca las víctimas de la guerra, sin embargo, más de 7 millones de niños en Siria y la región están en peligro a causa del conflicto en su país.
Las bajas temperaturas que castigan Oriente Medio están multiplicando su sufrimiento.
- Créditos de las imágenes: © UNICEF/UKLA2014-04871/Schermbrucker