Testimonios de la violencia en Sudán del Sur (2ª parte): Testimonio de una paciente de 24 años que resultó herida de bala en una pierna y en la mejilla durante el ataque contra Lekwongole el 27 de diciembre de 2011.
Nuestra aldea fue una de las primeras en ser atacadas. Tres mujeres, incluida yo, escapamos corriendo con nuestro hijos: mi única hija, de 3 años, y dos de sus hijos, de 10 y 11 años. Sólo conseguimos llevarnos con nosotras agua para los niños, pero ni comida, ni ropa, nada.
Corrimos e intentamos escondernos entre la maleza cuando oímos que se acercaban. Pero escucharon a mi hija llorar y dieron con nosotras tres y los tres niños. Cogieron a mi hija y se la llevaron, y cortaron el cuello a los dos niños delante de nuestros propios ojos.
Nos dijeron a las tres que corriésemos, y a los 10 metros empezaron a dispararnos. Las otras dos mujeres resultaron muertas en el acto. Yo fui alcanzada por un disparo en la pierna y me caí. Vinieron hacia mí y me dispararon a bocajarro en la cabeza para asegurarse de que acababan conmigo y se marcharon dándome por muerta. Pero la bala me atravesó la mejilla y sobreviví.
Me arrastré hasta llegar al río para beber agua y permanecí allí sola durante siete días con mucho dolor. No sabía dónde estaba mi familia o qué había ocurrido con mi pequeña, mi única hija. Al octavo día, no podía seguir allí sola durante más tiempo así que, utilizando un palo, logré ponerme en pie y caminar durante dos horas hasta que tropecé con unos vecinos que me cuidaron durante siete días.
Me dijeron que mi madre había desaparecido. Luego me dejaron para ir a informar a mi familia sobre mi paradero. De nuevo me quedé sola durante dos días. Y de nuevo tuve que arrastrarme hasta el río para beber agua. Entonces el hermano de mi marido me encontró y me llevó a Lekwongole, donde llegamos al cabo de tres días. No podía andar, estaba muy cansada y sufría mucho dolor.
Cuando MSF a Lekwongole, se encargaron de llevarme en coche hasta Pibor. Al día siguiente supe que mi madre había muerto. Mi madre está muerta, sí. Si al menos si mi hija estuviese conmigo, me sentiría bien. Pero no estoy bien, ni siquiera sé qué ha sido de mi pequeña.
De mi familia, diez personas han muerto: cuatro mujeres y seis hombres. De la familia de mi marido, ocho más han sido asesinadas. También han raptado a uno de mis sobrinos, de 6 años de edad. Es muy doloroso porque toda mi familia ha sido asesinada. Se han llevado a mi única hija, me siento tan sola. Es tan doloroso.
Respecto al futuro, si consigo trabajo, trabajaré pero quién sabe. La gente suele quedarse atrapada aquí sin absolutamente nada.
* Testimonios recogidos por los equipos de Médicos Sin Fronteras entre los pacientes atendidos tras los ataques en Pibor y Lekwongole a finales de diciembre.
____
Foto: Hospital de atención primaria de MSF en la región de Pibor (© Liang Zi)