Por Óscar Sánchez-Rey (MSF, Darfur)
Como os decía, 30.000 personas viven, o malviven, actualmente en el campo de desplazados de Shangil y su vecino Shadat. Shangil nunca ha dejado de crecer. La comunidad de desplazados se ha organizado de una forma similar a como lo hacía en sus lugares de origen y, después de tantos años, el campo ya casi parece una aldea. Aunque la diferencia es que de esta aldea es muy peligroso salir.
Para que os hagáis una idea, aquí hay calles, colegios, pozos de agua, mezquitas y pequeñas tiendas. Es decir, que los desplazados son muy activos, no se pasan el día lamentando su situación. Es algo que sin duda les bloquearía y les impediría salir adelante.
En todas las misiones en que he trabajado, desde Angola a Somalia, siempre me ha parecido fascinante la voluntad de la gente para hacer frente a estas situaciones. Siempre que me preguntan, digo lo mismo, la verdad: es sorprendente el mero hecho de que no hayan perdido la esperanza de volver a sus aldeas.
De hecho, cuando hablas con ellos acerca del día en que se vieron obligados a huir de sus casas, parece que haya sido ayer, y que mañana será cuando regresen. Y eso que algunos llevan aquí años, y tampoco parece que vayan a poder irse pronto.
(Fotos: OSR)