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Entradas etiquetadas como ‘medicos del mundo’

¿Quién puede pensar en mañana?

Pino González, coordinadora de Médicos del Mundo en Haití

Regreso a Haití después de unos días en España. Vuelvo con ganas, motivada y sintiendo aún el calor que me han transmitido mi familia, mis amigos y mis compañeros y compañeras de Médicos del Mundo. A todos y todas quiero agradecerles el cariño y apoyo que me brindan. La última tarde en Las Palmas, mientras tomaba el último té, tuve una conversación muy enriquecedora con Emma, Konte y Maila. Comentaba Konte que, a menudo, nos preocupamos por algo y nos metemos en una espiral de angustia que nos impide ver más allá y, sobre todo, nos impide ser felices. Esto lo hilábamos con la diferencia entre nuestras culturas en cuanto al tiempo y el hacer planes. A Konte le sigue resultando una locura el que ya estemos pensando en los acontecimientos que llegarán en unos días, semanas, meses…cuando, comenta, deberíamos tratar de centrarnos en el hoy, en estar bien ahora, en ser optimistas, positivos, felices.

Como nos recuerdan esas típicas y predecibles presentaciones power point que circulan por la red, nos pasamos la vida posponiendo el momento preciso para ser felices, para simplemente vivir. Ese carpe diem que aprendimos estudiando literatura cuando adolescentes dicta el paso de millones de personas que no hacen planes, no sólo porque no han crecido con esa filosofía de vida, sino porque en determinados contextos, demasiados contextos…por desgracia, es francamente imposible. Entonces pienso ¿por desgracia o por la perpetua impasividad de tantas generaciones como ha conocido ‘la era moderna de la humanidad’?

Campamento de desplazados Delmas 33 en Puerto Príncipe

Hoy visité con Irene, nuestra psicóloga y Elsa, presidenta de la asociación haitiana JADERH, los campamentos de Delmas 33 en los que desarrollamos el proyecto de atención psicosocial, gracias a su buen trabajo y al de los voluntarios y voluntarias de su asociación.

A pesar de haber trabajado aquí desde el inicio de esta catástrofe he de reconocer que me impactó el ver cómo cada vez parece más claro que la basura y los chamizos de plástico y palos seguirán siendo la estampa cotidiana de este Puerto Príncipe que se ha convertido en una enorme ‘bidón ville’ donde la vida indigna de miles de personas se me antoja absolutamente desesperanzada. El panorama: un canal que lleva el agua de lluvia con toneladas de basura acumulada, cerdos y cabras que beben y comen de ella, niños que juegan saltando de un lado al otro, cometas hechas con bolsas de plástico y dos palos cruzados enredadas en el tendido eléctrico…

Vertedero a orillas de los campamentos de desplazados en Puerto de Príncipe

Los líderes comunitarios nos cuentan cuáles son sus necesidades principales. “Bueno, pues, tal vez unas sillas más y unos plásticos para este espacio que hemos arreglado como escuela”. Nos explican ante lo que llaman ‘la escuela’: una esquina del campamento bajo un plástico, sillas que traen los propios niños y tres tablones de madera fijados con clavos en la pared y en los que se puede leer “31 de Mayo, Dios es la respuesta” seguido de un ejercicio de lengua.

Escuela improvisada en el campamento de desplazados

En unos instantes pasamos de tener la camiseta empapada de sudor a estar caladas a causa de la lluvia que nos sorprende viendo el último campamento. Este parecía de primera división, hasta en la fatalidad hay niveles. Cada familia cuenta con una tienda grande, colocadas en orden, sin demasiada basura en el terreno, incluso una llamaba la atención porque tenía dos macetas dando cobijo a la típica puerta de entrada con cremallera. En cuanto empezó a llover salieron cuatro niños y jugaban saltando en los charcos, dejándose mojar por el chorro de agua que caía por las tiendas, no paraban de reír…y las de esta tarde me parecieron que eran las imágenes que reflejan la realidad del pueblo haitiano, fuerte ante la adversidad, superviviente desde que nace. Ante esta imagen, amigo Konte, quién puede pensar en mañana, ¿verdad? Ahora, a esperar a que deje de llover, pensarán los cientos de mujeres y hombres que se refugian cubriéndose con lo que pueden en sus puestos ambulantes. Luego, a ver si vendo lo suficiente para llevar que comer a casa, esta noche, a ver si no me roban los plásticos bajo los que duermo, mañana…«si Dios quiere», como repiten cada vez, será otro día.

Como nos recuerdan esas típicas y predecibles presentaciones power point que circulan por la red, nos pasamos la vida posponiendo el momento preciso para ser felices, para simplemente vivir. Ese carpe diem que aprendimos estudiando literatura cuando adolescentes dicta el paso de millones de personas que no hacen planes, no sólo porque no han crecido con esa filosofía de vida, sino porque en determinados contextos, demasiados contextos…por desgracia, es francamente imposible. Entonces pienso ¿por desgracia o por la perpetua impasividad de tantas generaciones como ha conocido ‘la era moderna de la humanidad’?
Hoy visité con Irene, nuestra psicóloga y Elsa, presidenta de la asociación haitiana JADERH, los campamentos de Delmas 33

Participación ciudadana en salud

Manuel Galán, coordinador de Médicos del Mundo en Tanzania

Teóricamente, los procesos de elaboración de los planes y presupuestos de salud en Tanzania parten de las pequeñas comunidades para ascender hasta los Distritos, es decir, son muy horizontales y participativos. Se inician en los barrios, y ascienden a los pueblos y comarcas para llegar finalmente al equipo de salud de Distrito quién, recogiendo todas las prioridades y en función de sus limitaciones presupuestarias, realiza la propuesta inicial de Plan y Presupuesto anual al Consejo político quién la eleva posteriormente a la región y al Ministerio de Finanzas. Es un proceso largo, que se inicia en octubre y termina en abril con la aprobación definitiva de planes y presupuestos nacionales (en Tanzania el calendario presupuestario es de julio a junio del siguiente año).

Aparentemente es un proceso participativo pero la realidad es algo diferente. Ni la planificación se inicia de una forma participada en los pueblos ni las personas corrientes tienen espacio y mucho menos voz y voto en dichas reuniones.

Taller sobre identificación de problemas en Salud Sexual y Reproductiva en el Distrito de Singida. Foto: Victoria Malimbwi

Tanzania avanza, como muchos países africanos, hacia un proceso paulatino de descentralización de la gestión sanitaria, en nuestro caso iniciada por la reforma sanitaria del año 1995, que otorgó enorme poder de decisión y gestión a los Distritos. Esta es una forma coherente y una gran oportunidad para acercar la salud a las personas, discernir y conocer sus auténticas prioridades en salud e involucrarles como individuos y miembros de la sociedad civil en los procesos de planificación, diseño y seguimiento de presupuestos. Sin embargo, este proceso aún tiene muchas debilidades, entre ellas: el escaso nivel de participación de la sociedad civil, la falta de análisis crítico en la identificación de problemas de salud, la verticalidad en la planificación y la ausencia de seguimiento y devolución de la ejecución presupuestaria a la comunidad.

En Médicos del Mundo se ha empezado tímidamente a trabajar en alguna fase del ciclo de planificación y presupuestación de salud en dos distritos donde desarrollamos un trabajo de promoción de derechos sexuales y reproductivos. A medio plazo, nuestro objetivo es poder identificar junto a otras asociaciones de sociedad civil y la persona focal de salud sexual y reproductiva en el distrito, una intervención ideal para la promoción de estos derechos y posterior discusión abierta con el equipo de salud de sus contenidos, desarrollo, mecanismos de seguimiento y asignación presupuestaria. Otro objetivo es promocionar el conocimiento de las comunidades a través de los comités de salud de sus derechos de participación en dicho proceso y capacitar a la red de ONG de Desarrollo del Distrito para que realicen un seguimiento activo sobre la calidad del mismo.

En un contexto general de escasez de recursos, en particular en el sector salud, la correcta planificación, participación, definición de prioridades y asignación presupuestaria es clave de cara a promover una mayor efectividad. Nuestro papel como miembros de sociedad civil tiene que centrarse cada vez más en el acompañamiento, supervisión de estos procesos y en la formación de sociedad civil sobre su derecho de información para que puedan adquirir la representatividad que les corresponde por derecho pasando de meros receptores de servicios de salud a participantes activos del proceso de identificación, planificación y seguimiento. Ojalá en España y otros países europeos también se partiera de un marco teórico conceptual tan participativo como se ha pensado en Tanzania, un buen paso para avanzar hacia la promoción de presupuestos participativos .

Cuando no acostumbrarse es la única respuesta

Raúl Torres, coordinador de Médicos del Mundo en Mauritania

Cuarenta y tantos niños viviendo en un espacio de unos 20 metros cuadrados. Niños que han sido confiados por sus padres a un marabú (maestro religioso que enseña el Corán) sea por tradición, sea, como en muchos de los casos, simplemente por no poderlos alimentar. Niños obligados a mendigar. Niños que nunca han visto un médico ni han pisado una escuela convencional.

Ésta es la estampa tantas veces vista al transitar por distintas ciudades africanas. Ésta es la realidad de los niños talibés, todos ellos varones y de etnia peul ¿Qué pensar al respecto? ¿Acaso entenderlo como una ‘peculiaridad sociocultural’? ¿O más bien denunciar la situación? Si es así, ¿A quién? ¿Quién es el culpable? ¿Los padres, el marabú, la sociedad, todos nosotros?

Hemos llegado a un punto en nuestro mundo en que ya nada nos escandaliza. Todo es ya sabido. Se supone que es una consecuencia inevitable de… ¿De qué? Yo mismo tampoco me escandalicé. Ya sabía de su existencia. Ya me había cruzado con estos niños en muchos lugares. Tampoco me consideraba capacitado para cambiar esa situación, al menos sustancialmente.

O sea que allí estaba. Negociando para que nos dejaran poner una tirita en forma de saneamiento, educación para la salud, vacunas y revisiones médicas, una tirita que, en cualquier caso no curaría la herida, sólo la aliviaría.

No paraba de preguntarme: ¿Qué más podemos hacer? ¿Rebelarse? ¿Cómo? ¿Es mejor dejar que las cosas cambien por sí mismas y limitarse a poner esa tirita que alivia el dolor? ¿Quizás sea testimoniar lo mejor que podemos hacer? ¿Denunciarlo? ¿A quién, cómo y dónde? ¿Sólo con contarlo basta, quizás? Era todo preguntas, ninguna respuesta.

De camino de vuelta a la oficina cambiamos de tema, hablamos de ya no recuerdo qué. Nadie se había sorprendido. Al fin y al cabo es la realidad cotidiana de este lugar. Así es el mundo en que vivimos.

No sabía si conocerlo de primera mano era un lujo o una penitencia libremente autoimpuesta. Lo que sí que sabía es que ello me obligaba a no permanecer impasible. No sólo debíamos tratar de mejorar la situación concreta de aquellos niños que habíamos visto, debíamos ir más allá.

La única clave que encontré, por tanto, pasaba por no acostumbrarse. Nunca dejar de conmoverse por estas realidades. Si lo hacemos, jamás, nunca cambiará nada. Como nada ha cambiado hasta hoy. Por la indiferencia colectiva. Por esa indiferencia que hoy me ha amenazado, pero a la que, gracias a estas líneas, estoy tratando de alejar definitivamente.

Mañana seguiré conociendo otras realidades similares. Espero mantener mi capacidad de indignación logrando dejar la indiferencia a un lado. Hoy más que nunca, debo aplicar el lema de Médicos del Mundo: combatimos todas las enfermedades, incluida la injusticia.

Nouakchott, la capital del país de arena

Raúl Torres, coordinador de Médicos del Mundo en Mauritania

Es mi primera salida al terreno como cooperante. Mi destino es Nouakchott , la capital de Mauritania, donde me desplazo con mi mujer y mi hijo de dos años. Trabajaré como coordinador de Médicos del Mundo en este país en el que la organización tiene una larga trayectoria de más de 15 años.

En la actualidad estamos trabajando en las moughatas (barrios periféricos) de la capital en un programa para fortalecer el sistema de salud pública y mejorar la salud sexual y reproductiva y la atención a la infancia.

Los días anteriores a un viaje se agolpan imágenes en la mente sobre el lugar de destino de la misión: son instantáneas extraídas de internet, representaciones de lo que la gente que ya ha estado allí te cuenta y las pocas que son capaces de atraer la atención de los medios de comunicación europeos. El nerviosismo inicial que te provoca la cascada de despedidas, antes de la partida, y la adaptación a un nuevo entorno y a un nuevo trabajo, al llegar, se ve acrecentado por la curiosidad por saber si dichas imágenes tendrán una mayor o menor correspondencia con las primeras impresiones que el contacto directo con el terreno te van a proporcionar.

En mi caso, este contacto inicial varió por completo mi concepción previa. Era difícil crearse una imagen única de este país, por su complejidad y diversidad, pero si una se imponía sobre las otras era precisamente la de un lugar de fusiones: del desierto con el océano y del África negra con el Magreb. Sin embargo, tras mis primeros días, tengo más la sensación de que Mauritania es más un lugar de contrastes que de mezclas: palacetes al lado de chabolas y etnias que conviven pero no se mezclan.

Y luego la arena, arena y más arena. En Europa hablamos del cambio climático y de los efectos que el mismo producirá en nuestro entorno, sin resaltar que dichos efectos son palpables desde hace años en muchos lugares de nuestro planeta. En Mauritania el desierto lo es todo, todo lo abarca y todo lo cubre; su avance parece inexorable y, junto a períodos de sequía cada vez más prolongados, ha terminado por imposibilitar la tradicional vida nómada de sus gentes, provocando su sedentarización y búsqueda de refugio en las barriadas marginales de Nouakchott.

Fruto de ello es el increíble crecimiento de esta ciudad, que no creo que tenga parangón a nivel mundial, ya que ha pasado de unos escasos 500 habitantes a finales de los años 50 a los cerca de un millón de la actualidad.