El Blog Solidario El Blog Solidario

Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Entradas etiquetadas como ‘mauritania’

Cuando no acostumbrarse es la única respuesta

Raúl Torres, coordinador de Médicos del Mundo en Mauritania

Cuarenta y tantos niños viviendo en un espacio de unos 20 metros cuadrados. Niños que han sido confiados por sus padres a un marabú (maestro religioso que enseña el Corán) sea por tradición, sea, como en muchos de los casos, simplemente por no poderlos alimentar. Niños obligados a mendigar. Niños que nunca han visto un médico ni han pisado una escuela convencional.

Ésta es la estampa tantas veces vista al transitar por distintas ciudades africanas. Ésta es la realidad de los niños talibés, todos ellos varones y de etnia peul ¿Qué pensar al respecto? ¿Acaso entenderlo como una ‘peculiaridad sociocultural’? ¿O más bien denunciar la situación? Si es así, ¿A quién? ¿Quién es el culpable? ¿Los padres, el marabú, la sociedad, todos nosotros?

Hemos llegado a un punto en nuestro mundo en que ya nada nos escandaliza. Todo es ya sabido. Se supone que es una consecuencia inevitable de… ¿De qué? Yo mismo tampoco me escandalicé. Ya sabía de su existencia. Ya me había cruzado con estos niños en muchos lugares. Tampoco me consideraba capacitado para cambiar esa situación, al menos sustancialmente.

O sea que allí estaba. Negociando para que nos dejaran poner una tirita en forma de saneamiento, educación para la salud, vacunas y revisiones médicas, una tirita que, en cualquier caso no curaría la herida, sólo la aliviaría.

No paraba de preguntarme: ¿Qué más podemos hacer? ¿Rebelarse? ¿Cómo? ¿Es mejor dejar que las cosas cambien por sí mismas y limitarse a poner esa tirita que alivia el dolor? ¿Quizás sea testimoniar lo mejor que podemos hacer? ¿Denunciarlo? ¿A quién, cómo y dónde? ¿Sólo con contarlo basta, quizás? Era todo preguntas, ninguna respuesta.

De camino de vuelta a la oficina cambiamos de tema, hablamos de ya no recuerdo qué. Nadie se había sorprendido. Al fin y al cabo es la realidad cotidiana de este lugar. Así es el mundo en que vivimos.

No sabía si conocerlo de primera mano era un lujo o una penitencia libremente autoimpuesta. Lo que sí que sabía es que ello me obligaba a no permanecer impasible. No sólo debíamos tratar de mejorar la situación concreta de aquellos niños que habíamos visto, debíamos ir más allá.

La única clave que encontré, por tanto, pasaba por no acostumbrarse. Nunca dejar de conmoverse por estas realidades. Si lo hacemos, jamás, nunca cambiará nada. Como nada ha cambiado hasta hoy. Por la indiferencia colectiva. Por esa indiferencia que hoy me ha amenazado, pero a la que, gracias a estas líneas, estoy tratando de alejar definitivamente.

Mañana seguiré conociendo otras realidades similares. Espero mantener mi capacidad de indignación logrando dejar la indiferencia a un lado. Hoy más que nunca, debo aplicar el lema de Médicos del Mundo: combatimos todas las enfermedades, incluida la injusticia.

Nouakchott, la capital del país de arena

Raúl Torres, coordinador de Médicos del Mundo en Mauritania

Es mi primera salida al terreno como cooperante. Mi destino es Nouakchott , la capital de Mauritania, donde me desplazo con mi mujer y mi hijo de dos años. Trabajaré como coordinador de Médicos del Mundo en este país en el que la organización tiene una larga trayectoria de más de 15 años.

En la actualidad estamos trabajando en las moughatas (barrios periféricos) de la capital en un programa para fortalecer el sistema de salud pública y mejorar la salud sexual y reproductiva y la atención a la infancia.

Los días anteriores a un viaje se agolpan imágenes en la mente sobre el lugar de destino de la misión: son instantáneas extraídas de internet, representaciones de lo que la gente que ya ha estado allí te cuenta y las pocas que son capaces de atraer la atención de los medios de comunicación europeos. El nerviosismo inicial que te provoca la cascada de despedidas, antes de la partida, y la adaptación a un nuevo entorno y a un nuevo trabajo, al llegar, se ve acrecentado por la curiosidad por saber si dichas imágenes tendrán una mayor o menor correspondencia con las primeras impresiones que el contacto directo con el terreno te van a proporcionar.

En mi caso, este contacto inicial varió por completo mi concepción previa. Era difícil crearse una imagen única de este país, por su complejidad y diversidad, pero si una se imponía sobre las otras era precisamente la de un lugar de fusiones: del desierto con el océano y del África negra con el Magreb. Sin embargo, tras mis primeros días, tengo más la sensación de que Mauritania es más un lugar de contrastes que de mezclas: palacetes al lado de chabolas y etnias que conviven pero no se mezclan.

Y luego la arena, arena y más arena. En Europa hablamos del cambio climático y de los efectos que el mismo producirá en nuestro entorno, sin resaltar que dichos efectos son palpables desde hace años en muchos lugares de nuestro planeta. En Mauritania el desierto lo es todo, todo lo abarca y todo lo cubre; su avance parece inexorable y, junto a períodos de sequía cada vez más prolongados, ha terminado por imposibilitar la tradicional vida nómada de sus gentes, provocando su sedentarización y búsqueda de refugio en las barriadas marginales de Nouakchott.

Fruto de ello es el increíble crecimiento de esta ciudad, que no creo que tenga parangón a nivel mundial, ya que ha pasado de unos escasos 500 habitantes a finales de los años 50 a los cerca de un millón de la actualidad.