Natalia Adsuar, documentalista y voluntaria de Ingeniería Sin Fronteras ApD en Mozambique
El pasado 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, una fecha que sirve para recordar cifras todavía alarmantes, como el hecho de que 884 millones de personas vivan sin acceso al agua potable. Desde el sector de la cooperación, además de denunciar con estas cifras, tratamos de aportar ideas, soluciones…
21 de enero de 2010, a las 10:00 horas, en la aldea de Catia (Cabo Delgado – Mozambique). A nuestras espaldas, se encuentra una casa de agua en construcción, junto a un furo (perforación) esperando la instalación de una bomba de agua. Delante de nosotros, un espacio comunitario a la sombra de un gran árbol de anacardo.
Unas treinta personas, hombres, mujeres y algunos niños atraídos por el bullicio, están sentados debajo del árbol. Asistimos a una formación de los comités de agua de las aldeas de Linde y Catia sobre el montaje y mantenimiento de una bomba de agua, impartida por Cándido Fabião António, técnico de agua y saneamiento de Ingeniería Sin Fronteras (ISF) en Mozambique.
En ISF, que lleva trabajando en Mozambique desde 2008 en un programa de agua, energía y telecomunicaciones para la salud, promovemos la creación de estos comités, estructuras elegidas por la comunidad para gestionar los temas relacionados con el agua, que serán clave para el buen funcionamiento y mantenimiento del sistema, así como para la promoción de higiene y hábitos saludables. Sobre esto último también se implica la Asociación Mozambiqueña de Educación Comunitaria (AMEC).
Los miembros de AMEC pasan largas estancias en las comunidades para integrarse mejor en ellas y conocer de primera mano sus problemas y necesidades. Ante la dificultad de encontrar alojamiento, ISF propuso la construcción de casas de agua, construidas con material local por la propia comunidad.
Estas casas se han convertido en centros de reuniones para los comités de agua y en un motivo de orgullo para la aldea, donde se tratan temas de agua o de interés para la comunidad. A día de hoy, ya se han construido casas de agua en Naua, Campine y Linde. Las aldeas de Hempere y Catia, al ver la utilidad de la casa, han solicitado también la construcción de las suyas, que están en proceso.
Aún queda mucho trabajo por delante. Hacer infraestructuras es relativamente fácil, pero mantenerlas y cambiar hábitos de higiene es un proceso más complejo. En cualquier caso, esto será otra historia.