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¿Refugiados, migrantes o personas?

Unni Krishnan, Director de Respuesta ante Desastres de Plan International

“We know where we´re going… We know where we´re from”, cantaba Bob Marley en un contexto y una era diferentes.

Este año 2015  miles de personas, muchas de ellas niños y niñas, han huido de sus hogares en un éxodo global. Son personas que saben de dónde son, algunas sabían su destino, pero no todas lo han logrado. Más de 3.580 personas han muerto o desaparecido en el mar Mediterráneo, y cientos de refugiados siguen atrapados entre los estrictos controles fronterizos.

Siria es el escenario de un conflicto cuya violencia y sufrimiento ha afectado y afecta a 13.5 millones de personas, de las cuales la mitad son niños y niñas. El mundo está siendo testigo del mayor desplazamiento de personas desde la Segunda Guerra Mundial.

Plan International trabaja para proteger a los niños y niñas refugiados sirios. Copyright Plan International

Bombardeos, balas y barcos

Selam es una niña de 10 años procedente de Damasco. Los continuos bombardeos llevaron a su familia a tomar la decisión de huir. Desde Turquía, cogieron una embarcación hacia las costas griegas pero tras dos horas de navegación el barco se hundió. Los guardacostas griegos les rescataron y les llevaron a la isla de Lesbos desde donde fueron traslados a la península en ferry. “Las bombas eran peores que el barco hundiéndose”, afirmaba Selam.

Su historia es solo un ejemplo del sufrimiento generalizado de todos los niños y niñas que han tenido que abandonar sus hogares, su cultura y su infancia . ¿Por qué la humanidad sigue sin abordar la crisis de los refugiados y migrantes? Las discusiones en torno a este tema se centran en la definición que se da a las personas que llegan a Europa, bien como refugiadas -persona obligada a dejar su país para escapar de la guerra, la persecución y la violación de los derechos humanos-, o bien como migrantes -persona que llega a otro país en busca de un trabajo y unas condiciones de vida mejores-.

¿Realmente importa esta diferenciación? Los términos deshumanizan a los miles de niños y niñas, así como a familias cuya crisis humanitaria ha llegado a nuestro continente. La guerra y la violencia han puesto fin a la vida de muchos niños y niñas que no podrán volver al colegio a corto plazo o que no volverán a ver a sus amigos o familiares.

Copyright Plan International

Necesitamos más

Entre 2014 y 2015, unas 900.000 personas han llegado a Europa cruzando océanos en peligrosas embarcaciones, atravesando campos desiertos y haciendo largas colas en los controles fronterizos. El 51% de las personas que han sobrevivido a la travesía provienen de Siria. El éxodo de nuestro tiempo se guía por la esperanza, el instinto de supervivencia y, normalmente, un teléfono móvil.

Esta situación  internacional precisa comprensión, respeto y el cumplimiento de las leyes internacionales que protegen los derechos de refugiados, migrantes y, en definitiva, de todas las personas. La Carta Humanitaria recuerda al mundo que los derechos, la ayuda, la dignidad y el respeto hacia las personas son inseparables. Las Leyes Humanitarias Internacionales dictan la protección de todos los civiles, especialmente de las mujeres y los niños y niñas.

Sin embargo, las dificultades legales y la semántica no deberían entorpecer las acciones políticas. La asistencia humanitaria y la protección son derechos que todo el mundo debería respetar. Según Antonio Guterres, Alto Comisario para los Refugiados de la ONU, “nos encontramos ante una batalla de valores: la compasión contra el miedo”.

La riqueza de la humanidad se centra en la compasión y la preocupación por otros seres humanos por lo que deberían priorizarse los valores que sirvieron para crear las reglas y leyes.

Avanzando

La coordinación, coherencia y humanidad para responder a la crisis de los refugiados ha fallado. La falta de acciones por parte de los gobiernos quedará en la memoria colectiva, pero también lo harán las respuestas que todavía se pueden tomar.

Las políticas del miedo tienen que dejar paso a la esperanza fundada en la educación sobre cómo recibir a los refugiados. La organización en defensa de los derechos de la infancia, Plan International, presta ayuda a los refugiados en Alemania y Egipto y tiene previsto desarrollar proyectos a largo plazo ya que esta crisis no va a desaparecer.

Plan International España trabaja desde 2013 en Egipto para ayudar a los niños y niñas sirios refugiados, así como a sus familias, en las provincias del Gran Cairo, Alejandría y Damieta. Según Concha López, directora de Plan International España, es necesario proteger y garantizar los derechos de todos los sirios, pero en particular de las niñas, que son las más vulnerables a sufrir violaciones de sus derechos como la falta de acceso a la educación, el maltrato y el matrimonio infantil.

Plan International trabaja en Egipto para proteger los derechos de los niños niñas refugiados sirios. Copyright Plan International v2

La ONU espera que las cifras de refugiados se mantengan en 2016 ya que “las causas que obligan a las personas a huir van a seguir existiendo”.

El mundo tiene que responder a esta crisis centrándose en la seguridad y protección de los más pequeños, ya que muchos de ellos viajan solos. Además, hay que saber responder a los traumas psicológicos que los bombardeos, la violencia y el miedo vivido en los botes han causado en los niños y niñas.

El año nuevo es una fecha en la que predomina el deseo de construir un mundo mejor. Hay muchas historias de individuos y personas que han mostrado compasión y han ayudado a los refugiados y migrantes que han llegado a Europa, un continente con una larga historia de  acogida de refugiados.

Ningún niño o niña nace con el título de refugiado o migrante. Ningún niño es ilegal. Los menores tienen el derecho de ser cuidados y protegidos. Los gobiernos tienen que centrarse en el cuidado de los que más lo necesitan y dejar a un lado las políticas y los problemas burocráticos. La policía fronteriza necesita mostrar humanidad ya que, después de todo, no somos definidos por cómo describimos a los otros, sino por cómo elegimos responderles.

 

Refugiados sirios. Entre la miseria y la desesperación

“Los refugiados de Siria en Egipto están viviendo una vida de miseria, desesperación y condiciones escolares desafiantes”.

  Arjimand Hussain, Coordinador de Respuesta en Emergencias de Plan Internacional.

Alejandría, Agosto de 2014Es una tarde calurosa en Alejandría. Nadia se encuentra sentada sobre la arena frente al mar Mediterráneo. “Mamá,-dice mirando a su madre- ¿regresaremos a Siria?”.Sí, por supuesto, mi niña. Muy pronto”. Responde su madre, con los ojos puestos en el mar.

Sin embargo, su madre lo sabe bien. Si el conflicto en Siria continúa, los niños y niñas como Nadia, no podrán regresar. Están abandonados a su suerte en Egipto, extrañando sus familias, hogares y escuelas.

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A menudo, Nadia señala con su dedo el mar, apuntando hacia Siria, donde dejó a su padre. Allí, en una playa parecida a la que pisa ahora, solía jugar con sus amigos. Ahora, su vida ha cambiado.

Refugiadas en Alejandría y separadas de todo lo que amaban, Nadia y su madre, comparten un piso alquilado en un popular barrio de la ciudad junto a otras doce personas, entre ellas algunos de sus antiguos vecinos sirios.

Nada asiste a una escuela pública local, en la que dice, hay demasiados alumnos. Extraña su anterior patio de recreo y reconoce algunas diferencias en los métodos de enseñanza y el plan de estudios. Prefería los de su escuela, en Siria.

Nadia y su madre, escaparon de su ciudad, al norte de Siria, huyendo de los combates. «Nadia estaba horrorizada, temblaba, lloraba y se me abrazaba con mucha fuerza», recuerda su madre.

El padre de la niña prometió reunirse con ellas una vez que llegaran a Egipto. «Todos los días espero que aparezca, pero nunca llega”,murmura la niña con voz angustiada. Su tez, pálida, deja entrever la anemia que padece. La falta de medios, provoca escasez de alimentos en la cesta de la compra.

Adaptarse a la escuela, le está costando más de lo que esperaba. La diferencia en el acento dificulta la comunicación con sus compañeros egipcios. Tampoco ha hecho amigos. Sólo tiene un deseo: volver a casa y a su  escuela, aunque quizá esas aulas hayan quedado derruidas por los combates. Al igual que otros cientos de niños y niñas refugiados, si no aumentan las ayudas, se verá obligada a dejar la escuela. Las becas escolares para la infancia más vulnerable que presta la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, se han reducido a la mitad. Hacen falta más fondos.

“Para Nadia es casi imposible entender las lecciones impartidas en la escuela a la que asiste. Se agobia al sentarse en aulas masificadas y suele decirme que se siente insegura en los baños. Están sucios y no cubren las necesidades específicas de las niñas. Está demasiado distraída y su actitud ha cambiado «, dice su madre.

Nadia es sólo una de los miles de niños y niñas sirios que se enfrentan a enormes desafíos para hacer frente a la vida de refugiados en Egipto. Ante las dificultades, algunos, se han visto obligados a renunciar a la escuela y han comenzado a trabajar para contribuir con el ingreso familiar.

Aunque el gobierno de este país ha permitido que la infancia proveniente de Siria se matricule en las escuelas públicas, su acceso se ve obstaculizado por la falta de recursos para cubrir el pago de cuotas, libros escolares o uniformes y la escasez de servicios básicos en las instituciones educativas. Además son pocos los profesores, en relación al número de alumnos, que se ha visto incrementado por los niños y niñas desplazados que se han incorporado a las aulas.

Para paliar esta situación, Plan Internacional, la organización para la que trabajo, está trabajando con cientos de niños y niñas como Nadia para favorecer su acceso a la escuela. En colaboración con otras organizaciones locales, facilitamos becas y materiales escolares, así como clases de apoyo para dar seguimiento a las lecciones impartidas y ayudar a mejorar la comprensión del acento Árabe- Egipcio. También trabajamos con los maestros de las escuelas brindando formación y apoyo con el fin de motivar la participación de niños y niñas sirios y egipcios,  promoviendo la socialización y la libertad de expresión.

A pesar de todo, aún queda mucho que hacer por las niñas como Nadia y sus familias.

La revolución de los jóvenes en Egipto: gritan libertad y piden oportunidades

Por Virginia Saiz Gomis, Plan Internacional – Egipto

Hace poco más de cuatro meses el mundo se quedó en silencio para escuchar las consignas de libertad y democracia que salían desde el centro de Cairo. Una plaza llena de jóvenes que decidieron cambiar el rumbo de la historia de su país en tan sólo 18 días. Unos jóvenes que habían sido definidos por todos los estudios y reportes escritos por expertos como “pasivos” y en continua espera de que su futuro cambiara. Los expertos se equivocaron y ellos mismos decidieron escribir su futuro porque se habían cansado de esperar.

Los días de las revueltas pidiendo un cambio y una democracia ya han pasado y ahora en la resaca de la revolución los jóvenes aspiran a materializar sus sueños con propuestas reales. Para tener una vida “normal” en un país “normal” es importante tener algo tan básico como un trabajo.

Desde Plan Internacional comenzamos a apostar por los jóvenes incluso antes de la revolución. No tuvieron que salir a la calle para que creyéramos que el cambio tenía que surgir desde ellos mismos.

Los acontecimientos han confirmado que los jóvenes representan algo más que el futuro de un país. Están aquí y el presente les pertenece.

“Forsa” significa oportunidad en árabe y es el nombre de un programa de empleo implementado por Plan Internacional que apoya a los jóvenes más vulnerables y con menos formación para que puedan adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para conseguir un trabajo, conectándoles con el mercado laboral y dándoles la oportunidad de escapar del círculo de pobreza al que de otra forma se ven abocados.

El desempleo juvenil ha sido uno de los problemas más graves que ha sufrido Egipto durante los últimos años y uno de los motivos que ha sacado a miles de jóvenes a las calles para reclamar un cambio.

La historia de Rasha

Rasha, una adolescente que vive en un barrio marginal de Cairo, nunca pudo continuar con su educación por problemas económicos y por impedimento de sus padres. “Me quedaba en casa sin hacer nada. Podía pasar horas viendo la tele o haciendo tareas domésticas. Para mi era imposible encontrar un trabajo porque no tenía la formación ni experiencia necesaria y mis padres se oponían a que me alejara del hogar”.

Rasha es una de las miles de chicas de Egipto que se quedan en casa esperando a que sus familias tomen decisiones por ellas mismas y a que llegue un marido adecuado.

El programa Forsa ayudó a que esta joven egipcia participara en una formación gratuita durante tres meses y cerca de su casa. “Durante este tiempo adquirí conocimientos para convertirme en asistente de enfermería. Por primera vez pude utilizar un ordenador y aprender un poco de inglés. También me enseñaron a hacer mi curriculum y a cómo manejarme en una entrevista de trabajo. Pero sobre todo aprendí a ser yo misma, a hablar en público, a tomar decisiones”.

Los padres de otra joven, Shaimaa, dudaban sobre si tenía sentido mandarla a la universidad si al final iba a terminar casada y cuidando del hogar. “No salía prácticamente de casa y me convertí en una persona muy tímida que detestaba estar en grupos grandes. Una voluntaria comunitaria me habló del programa Forsa. La idea me gustó desde el principio, pero me costó muchísimo trabajo convencer a mis padres. En cuanto entré en el proyecto, me sentí como en casa. Hice muchos amigos y cambié mi forma de ser. Ahora estoy trabajando en un restaurante. Me siento muy orgullosa de mi misma y de cómo mi vida ha avanzado.

Pequeños centros comunitarios, que hasta ahora habían permanecido inactivos, se están convirtiendo en centros para jóvenes, llenos de vida, con aulas decoradas acorde a las temáticas que imparten los también jóvenes formadores.

Unos se especializan en trabajos de hostelería, otros en atención al cliente y muchas chicas prefieren la rama sanitaria. Todos se forman en profesiones con gran demanda y la mayoría se incorpora al mercado laboral una vez terminados los cursos.

Además el programa de formación conecta a estos jóvenes con empresas que aplauden el objetivo de inculcar a los jóvenes valores importantes de cara al trabajo como la puntualidad, la higiene, la responsabilidad o la capacidad de trabajar en equipo, así como principios relacionados con la solidaridad, el trabajo comunitario y la ciudadanía.

Desde que el programa comenzó, cientos de jóvenes han pasado por las aulas de los cuatro centros que actualmente existen en Egipto. Plan Internacional tiene planeado instaurar 15 centros más por todo el país en los próximos dos años.

Si la revolución es una ocasión para que los principios democráticos se extiendan por Egipto, Forsa es a su vez para muchos jóvenes una primera oportunidad de formarse como profesionales y alcanzar el futuro que buscan y para construir, entre todos, un país mejor.

Proyecto de formación profesional de jóvenes en Egipto - Plan Internacional

 

 

PLAN, organización internacional de protección a la infancia, se suma al Blog Solidario

Por Tábata Peregrín – Responsable de Prensa de PLAN

“Yo lo que quiero es ir a la escuela” fue la frase que más escuché en mi visita a Haití como responsable de prensa de PLAN en España.

“Yo lo que quiero es ir a la escuela” me decían los niños y las niñas en los campamentos, en la calle, en la esquina, de la mano de sus padres, mientras comían…

No era una frase hecha, ni estaba escrita en los manuales de cooperación. Los niños, se dice, siempre cuentan la verdad y esta es la suya: quieren ir al cole.

Sentada en la oficina de Plan en España todos los días escribimos sobre los casi 7.400 proyectos de educación, salud, protección y participación infantil en los que PLAN trabaja en 68 países.

Pero una cosa es leerlo o escribirlo y otra muy distinta saberlo y recordarlo. ¡La cotidianeidad nos absorbe!

En los países desarrollados se nos olvida que la educación primaria no es aún universal, como aspira que sea el segundo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

En países como el nuestro nos cuesta imaginar la cifra de 100 millones de niños que no van al colegio, que 89 países del mundo no han legislado aún contra la violencia escolar y que en países como India el castigo corporal es habitual en las aulas.

En países como el nuestro nos cuesta hacernos a la idea de que haya 51 millones de niños en el mundo que no son registrados al nacer y que son objeto fácil de tráfico infantil, entre otros problemas.

Estando en casa con la familia no se nos pasa por la cabeza que hay millones de niñas que son casadas antes de los 12 años y que países africanos como Guinea Conakry el 98% de las mujeres sufren la mutilación genital femenina.

Es bueno escuchar las historias desde el terreno porque te conectan de nuevo en el mundo.

Así que a partir de ahora Virginia Saiz, desde PLAN Egipto, nos ofrecerá la crónica de una sociedad en pleno cambio y cómo los niños y las niñas del país la viven. Heidi Reed, nos hablará del Haití post-terremoto y Sergio Rubio contará la vida de la infancia en Ecuador donde estamos presentes desde 1963.

En El Blog Solidario son los primeros blogueros de PLAN, una organización internacional de protección de la infancia con 75 años de vida y presente en 68 países.