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Buscando respuestas

Por Mary Vonckx (MSF, Bolivia)

El Bus Chagas sigue en la carretera. No hay dos días iguales, incluso cuando estamos en una misma ciudad: la respuesta de la gente, el tipo de personas que nos visitan, los sitios en los que nos instalamos, todo cambia de un lugar al siguiente.

Inauguramos esta iniciativa en La Paz, participando en la conmemoración oficial que el Ministerio de Sanidad había organizado para recordar el centenario del descubrimiento de la enfermedad por parte del doctor Carlos Chagas. Desde entonces han pasado algunas semanas y muchas cosas, que intentaré resumiros ya que no pude contároslas antes.

Aquel fue también nuestro primer día de trabajo con los medios de comunicación: yo realicé mis primeras entrevistas en castellano, para conexiones en directo en radio y televisión. Para cuando terminó el día, creo que mi pronunciación de la palabra “concienciación” había mejorado notablemente… En cuanto a Agustín, uno de los enfermeros del equipo, incluso salió en el periódico, disfrazado de gigantesca ‘vinchuca’, que es como se conoce aquí a la chinche que transmite la enfermedad.

Desde La Paz salimos en dirección este, con destino a Cochabamba, ciudad de los valles centrales de Bolivia. El viaje fue tranquilo, con la excepción de algún atasco en día de mercado. En esta región, la ‘vinchuca’ es un problema demasiado común en muchas comunidades, así que el Chagas es endémico. MSF mantiene un proyecto de diagnóstico y tratamiento desde 2007. Incluye a pacientes adultos, y es el primero en hacerlo en el país.

Hay tantas razones por las que ha sido un placer trabajar aquí… el apoyo de un grupo de comprometidos voluntarios de escuelas médicas locales ha sido una de ellas. Como os contaba en el primer post, cuando llegamos a un nuevo emplazamiento, iniciamos todo un programa de actividades destinadas a informar a la gente sobre la transmisión del Chagas, así como sobre su diagnóstico y tratamiento.

La clave es la información así que buscamos los foros donde la difusión sea eficaz. Por ejemplo, los mercados campesinos, a los que acuden los fines de semana tanto los habitantes de los núcleos urbanos como los de las zonas rurales de los alrededores. En Pucarica, por ejemplo, donde trabajamos desde el enfoque de la implicación comunitaria, un grupo de madres organizó un “socio-drama” sobre la prevención del Chagas, tal y como podéis ver en la foto.

En cada parada, la gente se acerca a decirnos: “Tengo Chagas. ¿Qué puedo hacer? ¿Hay tratamiento?”. Muchos de ellos son bien jóvenes, estudiantes universitarios, jóvenes parejas con sus bebés en brazos o con niños pequeños de la mano. En Cochabamba, la respuesta es fácil: “Sí, hay tratamiento. Vaya a este centro, donde estamos trabajando, y allí le atenderán”.

Pero a medida que sigamos trayecto, la respuesta no va a ser tan fácil: los dos medicamentos disponibles para tratar el Chagas –ambos fueron desarrollados en los años setenta—pueden provocar graves efectos secundarios, sobre todo en adultos. Así que muchos médicos son reacios a utilizarlos. De hecho, aunque los protocolos nacionales de salud dictan que todos los niños menores de 15 años deberían recibir diagnóstico y tratamiento gratuito, en la práctica sólo una pequeña parte de ellos viven en zonas donde realmente tienen acceso a los mismos.

Así que ¿qué podemos decirles a quienes vengan a preguntar por el tratamiento en zonas como Vallegrande, Santa Cruz o Camiri? “Tengo Chagas. ¿Hay tratamiento para mí?”. Una buena pregunta para las compañías farmacéuticas que no se molestan en investigar sobre una enfermedad potencialmente mortal que afecta a entre 10 y 15 millones de personas. Una buena pregunta también para los Gobiernos que no financian programas de tratamiento. Y para aquellos médicos que rehúsan trabajar con los medicamentos existentes, por deficientes que sean.

Seguid conectados y acompañadnos en la búsqueda de respuestas.

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Foto 1: Agustín, enfermero del equipo de MSF en el «Bus Chagas», disfrazado de ‘vinchuca’ en las actividades de sensibilización

Foto 2: «Socio-drama», pequeña representación teatral sobre cómo prevenir la transmisión del Chagas en las viviendas, en Pucarica.

Foto 3: Actividades del «Bus Chagas» en mercado campesino a las afueras de Cochabamba.

Foto 4: Una madre junto con su pequeña pregunta a la doctora Wilma Chambí sobre el desarrollo de la enfermedad.

(Fotos: © Mary Vonckx)

Bus Chagas al habla: es hora de romper el silencio

Por Mary Vonckx (MSF, Bolivia)

¿Cómo podía yo rechazar la oportunidad de recorrer Bolivia en un viejo autobús escolar? Este es uno de los países más pobres del mundo, pero también uno de los más bellos. ¡Y se trataba de participar en una campaña de información y sensibilización de Médicos Sin Fronteras! Así que hice la maleta en Nueva York, me subí a un avión con destino a La Paz, y aquí estoy, en mi primera misión en el terreno, y en un proyecto que pretende “romper el silencio” que rodea al mal de Chagas, una enfermedad tropical olvidada, y potencialmente mortal.

Hace años que me enamoré de Bolivia, país que he recorrido como mochilera y en bici: sus ciudades absurdamente altas sobre el nivel del mar, sus verdes valles, sus infinitas maneras de cocinar la patata y de tejer la lana de llama, su ubicuo arte de grafito político (y sentimental)…

Este es el telón de fondo del proyecto puesto en marcha para concienciar a los bolivianos sobre la amenaza del Chagas, una enfermedad parasitaria endémica en Latinoamérica. De hecho, de todos los países endémicos, Bolivia es el más afectado, con un sorprendente 10% de la población que podría estar infectada con el parásito. Y sin embargo, la mayor parte de los bolivianos que padecen Chagas no saben demasiado sobre la enfermedad, ni siquiera saben que la sufren, y muchos morirán sin ni siquiera conocer el nombre del mal que les mató. Y eso que el Chagas fue descubierto hace 100 años: lleva demasiado tiempo siendo una enfermedad silenciada.

El proyecto Bus Chagas hará que esta enfermedad sea difícil de ignorar. Nuestro autobús de la “generación 1981”, pintando de un rojo vivo, empezó su periplo a finales de septiembre en La Paz, y recorrerá el país durante las próximas semanas, desde el vertiginosos altiplano hasta las brumosas tierras bajas del este, pasando por las desiertas regiones del Chaco y los valles del centro.

Cada vez que lleguemos a una ciudad, tal y como hemos hecho ya en La Paz, desplegaremos todo un abanico de actividades, para informar a la gente sobre cómo prevenir la transmisión del Chagas, animarles a que se sometan a diagnóstico y, quienes lo necesiten, a tratamiento, y a que se sumen a la iniciativa transmitiendo sus nuevos conocimientos al resto de la comunidad.

Trabajo con un gran equipo, y en las próximas semanas podréis leer textos de todos ellos en este blog. Aquí estarán Isabel, médico con experiencia directa en el tratamiento del Chagas; Miguel, nuestro logista, un entusiasta de la sensibilización; Agustín, un joven enfermero al que apasiona la posibilidad de ayudar a los menos afortunados mediante la educación en salud; y la persona más importante, nuestro conductor Pedro, que será el responsable de que todos nosotros lleguemos sanos y salvos a las docenas de lugares que vamos a visitar.

¡Mucho camino por delante! Nuestra primera visita al autobús fue la de una mujer a la que se le diagnosticó el Chagas hace cuatro años. Había dejado el tratamiento antes de tiempo por culpa de los efectos secundarios. Y nos dijo: “he venido a hablar con ustedes porque tengo la esperanza de que ahora haya un nuevo tratamiento”. Ojalá no tenga que esperar demasiado.

Así que bienvenidos al Bus Chagas. ¡Nos vemos en la carretera o en este blog los próximos días!

(Fotos: Mary Vonckx)