Por Xavi Casero (Haití, Médicos Sin Fronteras)
Puerto Príncipe es un basurero. No me atrevo a decir Haití porque todavía no he salido de esta ciudad y hace ya casi un mes que llegué.
Parece que el Dios del desorden, caos, suciedad y nubes de polvo es quien reina en esta capital. En realidad se diría que no hubiera aquí ningún dios, más allá de aquel que se interprete como sinónimo de miseria, pobreza, resignación del país más pobre de todo el continente americano.
En medio de todo este río de aguas negras, jungla de contenedores reventados, millones de bolsas de basura que decoran todos los rincones, perros famélicos que cojean antes de morir atropellados, cerdos inmundos perdidos por las calles que comen tanta barbarie, desperdicios y mugre…
… en medio subsisten los haitianos.
Como pueden.
Yo los veo desde el coche cada día al ir al trabajo. Al CTC (centro de tratamiento de cólera) que tiene Médicos Sin Fronteras en medio, también, de este bosque amazónico de catástrofe, destrozos, ruinas y restos de lo que fue una ciudad antes de un gran terremoto.
Lo veo todo desde el coche: la basura, la gente que vive y se alimenta de ella, gente de todas las edades, los perros y las ruinas. Lo veo todo desde mi coche de MSF que me protege, me aísla de tanto sufrimiento y nubes de polvo y polución. Yo voy sentado, con mi cinturón de seguridad.
Ellos van descalzos, andando, en bicicleta … Quien tiene más dinero se paga un “tap tap”, que viene a ser una camioneta abierta tipo “pick-up” destrozada por los años, sin suspensiones, que en vez de humo echa lava fundida y que se desplaza más lenta que el que anda. Va cargada de tanta gente que hay quien cuelga más de medio cuerpo y no se mata en el trayecto porque el dios del desorden y la pobreza, que aquí reina, lo protege.
Yo lo veo todo desde mi coche, mientras voy cada día al CTC. Y me asaltan cada día millones de preguntas. Como me asaltaban cuando trabajaba en otras ciudades del África subsahariana, donde la rabia es idéntica.
Donde la dignidad humana también se perdió hace siglos, donde también impera la gente descalza y un calor insoportable que a quien no va en mi coche le toca sufrir.
Preguntas sin respuesta, mientras voy al trabajo. Preguntas que es mejor dejar en silencio porque su respuesta pudiera destruirnos a todos. Pero hay una que no me quito de la cabeza. Cada día me asalta mientras voy al CTC: ¿es que no lo ven?…
(Continuará…)
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Foto superior: Vertedero de Puerto Príncipe (© Nicola Vigilanti).
Foto inferior: Cité Soleil, arrabal chabolista de Puerto Príncipe (© Michael Goldfarb/MSF).