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Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Archivo de la categoría ‘Bolivia’

La pesadilla de Miriam

Por Vania Alves (Bolivia, Médicos Sin Fronteras)

La mayor pesadilla de Miriam era transmitir la enfermedad de Chagas a sus hijos durante el embarazo.

En todo el mundo, miles de niñas sueñan con el día en que serán madres. Para Miriam Brito Quispe, boliviana, de 34 años, no era muy diferente. Durante su noviazgo de tres años con Pedro, con quien está casada hace diez, el deseo de formar una familia estaba muy presente. Los sueños de Miriam, sin embargo, estaban ensombrecidos por la posibilidad de tener un hijo con problemas de salud.

En aquel momento, Miriam era una de los diez millones de personas infectadas por la enfermedad de Chagas en el mundo, y tenía miedo de transmitir la enfermedad a sus hijos. «Hice el tratamiento en 2004 e hice el control durante dos años, pero aún así, cuando me quedé embarazada, estaba muy preocupada por el bebé», me contaba.

La enfermedad de Chagas se transmite principalmente por insectos conocidos genéricamente como triatomineos, y popularmente como vinchucas. Estos insectos transmiten el parásito Trypanosoma cruzi, y este puede contagiarse en las transfusiones de sangre, trasplantes de órganos, alimentos contaminados o por transmisión vertical de madre a hijo.

«Pensaba ¿qué pasa si mi hijo nace con la enfermedad? ¿Vivirá mucho tiempo? ¿Tendrá muchas complicaciones?» Así que lo primero que Miriam recuerda haber hablado con el médico cuando dio a luz a su niña fue la necesidad de hacerle un test de Chagas. «Lo repetí muchas veces». Fueron días de preocupación hasta que llegó la buena noticia: Micaela, que ahora tiene cinco años, no estaba infectada.

Sólo hay un medicamento para la enfermedad de Chagas en el mundo, benznidazol, fabricado en Brasil, y todavía no hay test de cura para probar de forma precoz la eficacia del tratamiento. Las personas que siguen el tratamiento, como Miriam, pueden cargar con esa duda de si están o no curadas durante 15 o 20 años: eso es lo que tarda la prueba de cura con los métodos de diagnóstico actuales. Esta es una de las razones por las que la enfermedad es considerada por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad olvidada.

Aunque no estaba segura de estar curada, tras el nacimiento de Micaela, Miriam tuvo más confianza y decidió quedarse embarazada de nuevo. Entonces nacieron los gemelos Pedro y Gabriel, que cumplieron dos años recientemente. Los tres hijos de Miriam están sanos.

La experiencia de la maternidad, el recuerdo de sus padres colocando los pies de su cama y la de sus ocho hermanos en cuencos de agua para tratar de evitar, sin éxito, que las chinches picaran a los niños, el miedo de las reacciones adversas causadas por medicamentos, todo eso se convirtió en herramienta de trabajo para Miriam, que ahora es enfermera en MSF.

Miriam trabaja en proyectos de lucha contra la enfermedad de Chagas en comunidades rurales de Aiquile (a unos 200 kilómetros de Cochabamba en Bolivia) y con frecuencia cuenta su historia para animar a los pacientes que tienen miedo de seguir el tratamiento.

«Tuve alergia la primera vez que traté de hacerlo, dejé la medicación y volví a intentarlo más tarde. Los pacientes se sienten más seguros cuando escuchan a alguien contar su propia experiencia», dice Miriam.

Bolivia es el país con mayor prevalencia de la enfermedad de Chagas en el mundo. MSF trabaja contra la enfermedad en el país desde 2002. Actualmente los proyectos se desarrollan en las zonas rurales de Aiquile. En próximas entregas os presentaremos más historias de nuestros pacientes.

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Foto: Miriam Brito Quispe con sus tres hijos, Micaela, Pedro y Gabriel (© Vania Alves)

Robin Hood vuelve a custodiar Sherwood; a ver si lo dejan!

 Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Cuando Robin se internó en Sherwood, llevaba la intención de ocultarse para robar a los ricos, los que a su vez les robaban a los pobres, y devolver lo robado  a sus legítimos dueños.  Entonces el bosque era un increíble mar verde de 423 hectáreas, que hoy son los restos de la gran zona de caza real que se extendía dentro de los condados vecinos.  Nadie sabe si Robin podría seguir ocultándose hoy allí. En 2007, los cuidadores de Sherwood anunciaron que el bosque estaba en peligro porque se estaban perdiendo sus robles centenarios producto de las tormentas de los últimos años.  Y las tormentas frecuentes, que antes no se veían por allí, tienen varias causas, pero entre todas, una muy importante: el cambio climático.

Desde hace 38 años que el mundo celebra el 5 de Junio del Día Mundial del Medioambiente. Cuando en 1972, en Estocolmo, se aprobó esta Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mundo no había tomado conciencia total del futuro que le estaba construyendo al planeta.

Y cuando se hace balance, nos encontramos que los seres humanos –sin ánimo de ser catastrófica- hemos acabado con el planeta. Nos  lo cargamos en las últimas décadas porque somos los únicos culpables del cambio climático acelerado. Y la verdad es que bastante poco se está haciendo para reducir el impacto que esto tiene en la vida de las personas, porque detenerlo ya es imposible.

También es cierto que han sido los países desarrollados los que más han contribuido a esta situación, con la exagerada producción de CO2 y otros gases nocivos producto de la industrialización. Sin embargo, el fenómeno afecta al mundo entero  y otra vez los países más pobres tienen que pagar la factura por un daño al que poco o nada han contribuido directamente.

Y ustedes se preguntarán que tiene que ver todo esto con Robin Hood. Pues bien, resulta que desde hace un tiempo atrás, un grupo de ONGs internacionales han comenzado a abogar por la puesta en marcha de una Tasa a las Transacciones Financieras en los países desarrollados: la Tasa Robin Hood. Se trata de una iniciativa que pretende reducir las desigualdades sociales en los países desarrollados y en aquellos en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina, así como aumentar la cooperación mundial para la lucha contra la pobreza y  contra los efectos del cambio climático. Pero no hay que asustarse, la propuesta se basa en que sean los más ricos y los especuladores financieros quienes corran con el costo de esta idea. Otra vez Robin devolverá a los más pobres lo que los más ricos e inescrupulosos les robaron.

 

Increíblemente,  la actividad financiera internacional ha crecido en 400% en los últimos 30 años, sobre todo como resultado de “derivados financieros” y otras actividades meramente especulativas. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, de 4 billones de dólares que se negocian diariamente, sólo 2 millones corresponden a actividades efectivamente comerciales; el resto corresponde a operaciones de alta frecuencia realizadas por intermediarios y que sólo enriquecen a unos pocos.

Esto parece indicar que la tan mentada crisis bancaria que demandó varios miles de millones de “auxilio” al sector ya pasó y por lo tanto, para evitar futuras situaciones similares, se requiere una mayor regulación del sector. Porque ha sido esta crisis justamente la que ha llamado la atención sobre el impacto de la falta de regulación de la actividad financiera y su desconexión cada vez mayor con la economía real.

La Tasa Robin Hood pretende impulsar la aprobación de una norma que obligue a la aplicación de una Tasa a las Transacciones Financieras (TTF) del 0,05%, a ser aplicada a todas las operaciones financieras no minoristas. Se estima que esto permitiría una recaudación adicional de 300 mil millones de euros anualmente y se garantiza que de ninguna manera afectaría a la ciudadanía en general. Tal es el impacto de la iniciativa, que el FMI y la Comisión Europea han reconocido la viabilidad y utilidad de misma.  De estas recaudaciones, el 25% se destinaría a disminuir el impacto del cambio climático.

 

En noviembre de este año se reúnen en París los líderes del G20, en una cumbre que debería discutir el tema. La presidencia francesa de este grupo ha incluido la Tasa Robin Hood entre las prioridades a debatir y los presidentes de España y Francia y la Canciller de Alemania han expresado su voluntad para defenderla en espacios internacionales. Un grupo muy grande de ONGs internacionales, entre ellas Ayuda en Acción, Intermon Oxfam, Save The Children, Plan Internacional, Acción por la Salud Global e Inspiraction  está impulsando esta iniciativa y estará presente en noviembre frente al G20 para propugnar su aprobación.

Las dificultades técnicas de su aplicación ya han sido consideradas y cuentan con soluciones viables; lo que se necesita ahora es la voluntad política de hacerlo. De lo contrario, seguirán siendo los más pobres los que soporten sobre ellos el peso de una crisis que no generaron. El sector financiero, que tanto se ha enriquecido en los últimos años, tiene la obligación moral de contribuir a reparar el daño que sus excesos han causado, devolviendo a la sociedad una parte justa de sus beneficios.

Si Ud. quiere apoyar la aprobación de la Tasa Robin Hood, puede hacerlo en la página de la Alianza española  https://www.facebook.com/tasarobinhood.  Así ayudará también a Robin a volver a Sherwood y continuar aquella lucha contra  los ricos y ladrones que inició hace tantos años atrás.

Usar Internet ya no puede ser más un lujo

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El pasado martes desperté, como cada día, con las noticias de la tele. Soy una afortunada que se despierta conectada a la información y eso me permite tomar decisiones, algunas más importantes que otras. Me permite, por ejemplo, decidir qué ruta tomaré para ir desde casa hasta la oficina o qué atuendo usar en función del voluble clima de esta ciudad. Pero también me permite decidir qué hacer  con mis ahorros y cómo planificar mis gastos del mes. Hay mucha gente en Bolivia que no tiene este privilegio.

Telecentros educativos. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Las noticias de la mañana hablaban de un “extraño”  caso de placas de automóviles clonadas en el que parece estar implicada la Policía Nacional; de un gobernador opositor enjuiciado por supuesta corrupción, y entre otras cosas, de que era el Día del Internet.

Para tener claro los antecedentes de esta fecha, me conecté a la red mediante el servicio que uso desde casa; una modesta conexión dial-up que pone la empresa de teléfonos que uso a disponibilidad de sus clientes y cuyo servicio es relativamente barato y la conectividad igualmente lenta. El Google y Wikipedia me mostraron que los participantes en la II Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, celebrada en 2005 en Túnez, aprobó una resolución que autoriza hacer una propuesta a las Naciones Unidas para que declare el 17 de mayo Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información. La intención es que dicha declaración contribuya a acercar más el internet y otras herramientas de comunicación e información a las personas más excluidas y disminuir así la brecha digital. Como la conexión iba tan lenta se me hacía tarde, así que cerré todo y me marché, dejando pendiente para la noche la continuación de mi investigación.

Con esta idea dándome vueltas llegué a la oficina y me di cuenta de que allí, todos estábamos conectados desde que comienza la jornada, porque ya es imposible que podamos hacer gran parte de nuestro trabajo sin acceso a la red. Y pensé que en los últimos años hemos conseguido disminuir significativamente los gastos de  comunicaciones pues el  correo electrónico, el messenger, el skype y no sé qué otros programas nos permiten mantenernos comunicados en tiempo real con todas las oficinas y organizaciones con las que nos relacionamos.

Niños que ya tienen acceso a telecentros. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Al volver a casa, y luego de hacer varias tareas domésticas, volví a conectarme para seguir  investigando y descubrí que en Bolivia, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, solamente el 9% de la población del país tenía acceso a la red a finales de 2010, debido a las dificultades de acceso a la tecnología básica necesaria y al alto costo que los proveedores fijan al servicio. Por su parte, el World Economic Forum asegura que sólo el 0,4% de la población boliviana tiene conexión a internet en sus casas. Sin embargo, el Gobierno estima  que, para finales de 2011, el 80% de los hogares bolivianos podrá tener acceso a la red. Le pregunté a mi hija mayor, de 12 años, qué pensaba de eso y me respondió que “casi todo lo importante está y se puede hacer en el Internet, así que está bien que todos puedan tenerlo”.

Y entonces pensé en cuanta ventaja llevan los productores de arroz de Yapacaní, que desde hace unos años tienen acceso a 15 telecentros educativos comunitarios con más de 150 computadoras, instalados por Ayuda en Acción y el CEPAC que, además de ser utilizados por los más de 3560 estudiantes, les da acceso a un portal web que les mantiene informados sobre los precios del producto en el mercado y les permite negociar mejor con los acopiadores y saber dónde y a qué precio vender.  Esta red de telecentros brinda además servicios de portal educativo, correo electrónico interno, telefonía VOIP, biblioteca virtual, capacitación e-learning, y forma parte del sistema de alerta temprana, que ha permitido evitar inundaciones y pérdidas durante la época de lluvias.

Este último año, las evaluaciones realizadas en Yapacaní para verificar el impacto del uso de TICs en la educación demostraron que éstas incrementan  en 5% la capacidad de aprendizaje de niños y niñas en las escuelas; y que este impacto es mayor cuando los niños han tenido acceso a ellas desde la edad preescolar.

Me acordé también de la cara de alegría de aquella señora de Viacha, en pleno altiplano paceño, que cuando se sentó por primera vez delante de una computadora con acceso a internet en uno de los 49 telecentros educativos instalados por Ayuda en Acción y CIPCA, me dijo: “Es que ahora ya podré comunicarme con mi hijo, que está en Argentina”.

comunaria de la zona en telecentro educativo. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Y concluí ratificando mi decisión de hacer lo necesario y lo que me toca para que cada persona en este país tenga garantizado el derecho de informarse bien respecto a las cuestiones que les son vitales  -y de las triviales también, por qué no-.

Al día siguiente, ironías de la vida, el proveedor del servicio de internet en nuestra oficina había sufrido un desperfecto técnico que dejó a todos los usuarios de dos departamentos del país (la Paz y Chuquisaca) sin conectividad.  Yo me sentí totalmente inútil hasta que vi nuevamente  en la pantalla de mi ordenador la señal del Skype en color verde.

No hay más excusas para demorar la educación de las niñas y las mujeres

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Noelia tiene 20 años y ya abrió su propia empresa. No ha sido fácil; para llegar hasta aquí ha recorrido un camino lleno de dificultades y ha enfrentado la crítica y el desánimo que le imponían sus vecinos y compañeros.

Nació en 1991 en El Cóndor,  una comunidad campesina que dista 50 Km de Yapacaní, en el oriente boliviano, y donde viven sólo 30 familias. Ahora está casada con Ananías y viven en Yapacaní; ellos dos y su pequeña hija libran día a día la batalla de la subsistencia en una ciudad intermedia de más de 15 mil habitantes, donde la pequeña economía local impone situaciones complicadas a las familias con pocos ingresos.

En la comunidad Cóndor hay una escuelita desde hace muchos años, pero como su población es tan poca, los niños y niñas sólo puedes estudiar allí hasta el 6to grado de primaria, viéndose obligados a recorrer distancias muy largas hasta las comunidades más grande donde hay escuelas con educación secundaria.

Desde pequeña mi vida fue muy difícil; quería estudiar enfermería, pero la escuela  secundaria quedaba muy lejos y el dinero de mi familia no alcanzaba para que yo fuera a estudiar allí; por eso terminé ayudando a mi papá en el campo.”, nos relataba Noelia hace unos meses  atrás.

Hace unos años Ayuda en Acción y CEPAC (uno ONG boliviana que trabaja hace varios años en Yapacaní) comenzaron a apoyar el establecimiento del Instituto Técnico Comunitario Indígena Campesino (ITCIO), el cual  brinda oportunidades de formación técnica a jóvenes, incluso aunque no hayan concluido el bachillerato. Con ello se pretendía brindar alternativas de incorporación al mercado laboral a un grupo poblacional que sistemáticamente carecía de oportunidades laborales en condiciones aceptables.

 Noelia, en segunda fila, en el acto de graduación. Foto: CEPAC

“Cuando supimos de la creación del ITCIO, mi papá  me dio ánimo  para que  entrara a estudiar, y yo me animé a estudiar  una carrera que todos decían que era “de hombres”: la tecnología de la madera. Como no había terminado el colegio (bachillerato), al mismo tiempo que estaba en el ITCIO, en las noches estudiaba”.

“Al principio éramos ocho  mujeres en la carrera, y poco a poco las demás se fueron saliendo por diferentes motivos. Al final me quede sola junto con mis compañeros y hubo un momento en que también me quise ir, pero mi esposo me apoyó bastante y continué”.

En una sociedad marcadamente machista, donde las niñas y mujeres son excluidas en los procesos de desarrollo, Noelia es un ejemplo. El año pasado, y a pesar de todas las trabas, Noelia se convirtió en la primera mujer graduada de la carrera de Tecnología de Madera y actualmente, junto a un compañero suyo del  ITCIO,  han abierto una carpintería. El Gobierno Municipal de Yapacaní, en 2010, la reconoció como la primera “Mujer Emprendedora” del municipio, en un evento apoyado por Ayuda en Acción y el CEPAC.  

“Cuando me embaracé  hice todo lo posible por continuar estudiando; mes a mes  mi pancita crecía pero igual seguía rallando la madera, aunque ya  mi panza chocaba y no me podía agachar. Entre bromas, mis compañeros decían: “este trabajo lo tendría que hacer tu marido”, a lo que yo les respondía que las mujeres también podemos, y a veces mejor”.

“He aprendido mucho, ahora tengo nuevas capacidades, ahora puedo hacer muebles, diseños, conozco de topografía y computación. Pienso que esta carrera me dio la oportunidad de alcanzar algo que creía no poder conseguir sin un título de bachiller. Ya sé que para estudiar sólo es necesario leer, escribir y tener la ganas de superarse”.                                                 

Esta semana se ha celebrado en todo el mundo la Semana de Acción Mundial por el Derecho a la Educación (SAME); iniciativa que este año ha estado dedicada a reivindicar el derecho de las niñas y las mujeres a recibir una educación incluyente y de calidad. Con la propuesta de La Gran Historia, actividad central de la SAME que permite dar voz a las mujeres y las niñas, se recuperan esas  historias cotidianas que cambian la realidad. Con esta trascendental historia, que sólo es trascendental por su protagonista, intento contribuir al reconocimiento de  que no puede haber más excusas para seguir postergando  la educación de las niñas y las mujeres en el mundo.

Hay males que ni se sabe que existen

Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

En estas tierras de América Latina aún hay enfermedades que mucha gente en el mundo desarrollado ni sabe que existen. Y siempre, lamentablemente, afectan a la gente con menos recursos, campesinos e indígenas habitantes de zonas intrincadas en el monte,  la selva o en la planicie del Chaco, donde los insectos hacen de las suyas en medio de poca higiene y falta de condiciones de prevención. Y es que, cuando además la gente no sabe como prevenir las enfermedades, lógicamente la incidencia de estas es mayor, y si son contagiosas entonces se establece  un círculo vicioso que se perpetúa por generaciones.

¿Usted ha escuchado hablar del Mal de Chagas o la Leishmaniasis? ¿Sabe que en  Bolivia siguen enfermando  de tuberculosis anualmente alrededor de 8 mil personas y que 700 de ellos mueren?

 Una trabajadora del laboratorio de detección realiza un examen de laboratorio. Foto: Reszi Agramont/AeA

Aunque según algunas fuentes, Bolivia ha logrado reducir la presencia de la vinchuca (insecto transmisor del parásito causante del Mal de Chagas) de un 75% en el año 1998, a un 2,8% en el año 2004, existen municipios donde la realidad es otra. Villa Vaca Guzmán y Huacaya son dos de ellos. En la zona del chaco chuquisaqueño, donde Ayuda en Acción trabaja para mejorar las condiciones de vida de la gente, más del 3% de la población (indicador mínimo relativo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015) está infestada de Chagas.

Muchos han sido los esfuerzos de pocas personas e instituciones por avanzar en el descubrimiento de una cura para una enfermedad que, como es de los pobres y da poco rendimiento, no interesa a las grandes compañías farmacéuticas. Una doctora en ciencias químicas española ha dedicado más de 10 años de su vida a investigar las posibilidades de erradicarlo. Así encontró una pintura que evita el crecimiento del insecto portador del parásito que provoca la enfermedad entre las paredes de las casas. Pero no es suficiente con pintar las casas, hay también que educar a la gente (como ella misma lo ha dicho) y cambiar los patrones de construcción y de higiene de los espacios compartidos.

Hace unos años  los indicadores de incidencia de Chagas en esta zona alcanzaban cifras alarmantes y por ello la cooperación centró parte de su accionar en disminuir los factores de riesgo de contagio. Informar a la población sobre cómo disminuir los riesgos, mejorar las viviendas de las familias más expuestas y establecer servicios de diagnóstico oportuno, fueron algunas de las iniciativas desarrolladas. 

 Casas mejoradas para evitar la proliferación de vinchucas. Foto: Reszi Agramont/AeA

Y aunque esto pueda parecer escrito por encargo, la verdad es que mucho se ha hecho, aunque insuficiente, por supuesto. En los últimos dos años hemos construido juntos a las familias guaraníes 47 casas mejoradas, hemos montado un laboratorio de detección del parásito  y hemos equipado 4 puestos de información  vectorial, establecidos por el sistema de salud; pero además estamos capacitando a la gente y formando promotores locales. Más de 100 familias y 10 voluntarios locales de salud se han capacitado para  promover mejores hábitos de aseo e higiene entre las familias y para concienciarlas sobre la necesidad de proteger las paredes de sus casas. Pero aún no será suficiente.

Este 7 de abril se celebra, como cada año,  el Día mundial de la Salud y quiero aprovechar este espacio para darle voz a esas familias y pacientes olvidados y hacer en su nombre un llamado a quienes tienen la obligación de impulsar políticas públicas y garantizar la asignación de recursos, tanto en nuestros países como en los organismos internacionales de salud. Sólo con el concurso de todos será posible que estos males, falsamente olvidados, pasen a la lista de enfermedades ya erradicadas por la especie humana.

Crónica de una tragedia en La Paz

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El sábado 26 en la noche comenzó a caerse la ciudad. La gente se había puesto alerta cuando, en la mañana, encontraron los primeros síntomas: grietas en las calles y las paredes; crujidos de la madera de los pisos  y los marcos de las puertas; algún que otro vidrio de ventana roto sin aparente causa. Cuando los técnicos de la Alcaldía acudieron al llamado se dieron cuenta de que algo estaba pasando en el terreno de uno de los barrios de la ladera este de la ciudad de La Paz. A las 8 de la noche comenzó la catástrofe.

Chalina. Foto: La Razón

Inició con la caída de una casa y de las casas vecinas y así, una a una se fueron cayendo todas las de la primera línea; 100 en total. Luego le siguieron las calles y avenidas asfaltadas, los postes de energía eléctrica y las tuberías de agua potable y alcantarillado. La gente se lamentaba y echaba la culpa a los vecinos irresponsables que construyeron sus viviendas sin aprobación de los planos y abriendo pozos sépticos en un terreno con antecedentes de inestabilidad; se lamentaban de que la Alcaldía, en muchos años, no hubiera hecho los trabajos de canalización de aguas que debía hacer;  de que no hubieran previsto que tanta lluvia haría daño a los cimientos de sus casas. Luego se supo que esos barrios estaban construidos sobre una falla geológica inactiva desde 1930 y que se activó repentinamente.

De a poco y durante 4 días las casas se iban cayendo como si la montaña se las fuera tragando, sepultando debajo de los escombros y el lodo tres barrios enteros y la vida y los sueños de más de 5 mil personas. Mientras, la confusión se apoderaba de todos, incluyendo a los medios de comunicación que daban cifras distintas de damnificados y viviendas perdidas. De un lado de la montaña se seguían desprendiendo pedazos, y a 100 metros de allí se iba evacuando a la gente, que se empeñaba, en medio de la desesperación, en salvar algunas de sus pertenencias. Y mientras, toda la ciudad se volcaba a ayudar, a socorrer a las familias, a apoyar en su traslado a los refugios, en organizar comedores y cocinas para dar alimento en esa primera noche.

 

Cuando se detuvo el deslizamiento de tierras, ya se habían instalado 15 refugios, eran casi 7 mil las personas que habían tenido que abandonar sus casas y 400 las familias que tuvieron que refugiarse en los campamentos, pues el resto se trasladó donde algún familiar. En las calles de la ciudad se veían camiones llevando enseres y muebles a todos lados; una amiga vio pasar frente a su casa un desfile de familias, acarreando algunas pertenencias y buscando un sitio donde hubiera un campamento instalado o un terreno baldío donde asentarse temporalmente.

Y mientras yo escribía esta crónica los números –y la vida de la gente- fueron cambiando radicalmente. Es que eso tiene una emergencia: ante las tareas de prestar socorro a los afectados, movilizar gente y recursos y coordinar con las entidades de atención; escribir en el blog quedó en un segundo plano. A día de hoy, son casi 1000 las familias en los 24 campamentos, 140 hectáreas de terreno se desplomaron, las necesidades se triplican y se ha confirmado la noticia inicial  de que no ha perdido ni una sola vida humana.

 Equipo de atencion de emergencias La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

El viernes pasado Ayuda en Acción concretó la entrega de materiales de higienes, pañales para bebés, alimentos e insumos necesarios para atender a 200 familias damnificadas. Los alimentos alcanzarán para cubrir sus raciones por 15 días; los insumos de higiene y aseo les alcanzarán para sus necesidades de un mes y  los más de 7 mil pañales entregados serán suficientes para que al menos 60 bebés tengan cubierta esa necesidad por 15 días.  Los útiles de cocina garantizarán condiciones de alimentación dignas en medio de tanta catástrofe. Mantener la dignidad a esas personas y garantizar sus derechos elementales fue la premisa con la que dimos la primera respuesta a la emergencia y con la que lo seguiremos haciendo. Sólo cuando se come la comida en una bolsa de plástico y sin una cuchara, se dimensiona adecuadamente  la importancia de un plato, un vaso y un cubierto.

 Atencion de emergencias en La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

Ahora surgen otras necesidades inmediatas. Hacen falta medicamentos para atender los males que el frío, la humedad y las condiciones precarias están generando en la población. Los baños han resultado insuficientes y se requiere la instalación inmediata de mayor cantidad de los mismos. El Alcalde de la ciudad nos ha dicho que los insumos de higienes que distribuimos tienen una altísima importancia y que hacen falta muchos más para el resto de las familias. Sin condiciones para lavar y secar la poca ropa que consiguieron salvar, se necesita ropa interior y calcetines para todos. Los niños afectados han dejado de asistir a clases, pero se espera que, desde la próxima semana, retornen a otros colegios; eso demanda útiles escolares y libros que perdieron en el deslave. Durante estos días siguientes, en coordinación con el Centro Operativo de Emergencia Municipal,  Ayuda en Acción hará entrega de una segunda dotación de insumos para las familias, sobre todo de material de aseo e higiene, que ha sido la demanda directa que nos ha hecho el municipio.

 Entrega de material por parte de Ayuda en Acción. Foto: Katherine Argote/AeA

Luego viene la segunda fase, cuando se concrete un plan de viviendas que permita a todas esas familias tener un hogar como el que tenían antes; plan en el que el gobierno nacional, el departamental y el municipio tienen el papel protagónico y la obligación de coordinar acciones para la inversión adecuada de los escasos recursos con los que se contará. La cooperación  internacional también apoyará ese esfuerzo. Y otra vez habrá que dedicarse a la mejor de las tareas humanas: construir sueños; esta vez sobre terrenos firmes.

 Equipo coordinando la ayuda. Foto: Katherine Argote/AeA

Llegando a Licoma la radio se estremece

Roxana Pintado,  Ayuda en Acción Bolivia

Uno va llegando a Licoma, luego de recorrer en auto un camino sinuoso de tierra durante  ocho horas, saliendo de La Paz. Después de muchas horas sin que la radio capte ninguna señal, sintonizando la 103.7 FM comienza a oírse un débil sonido. El viajero, dependiendo de la hora, puede escuchar algo así como “Llegó la tarde, bienvenido a la hora joven de Radio Cajuata”.

Desde el año 2008 las radios comunitarias de Licoma y Cajuata están en manos de los jóvenes. Son ellos los que la gestionan desde entonces. Este es el resultado de varios años de trabajo para dotar a los y las jóvenes de conocimientos y capacidades que les permitieran apoderarse de los medios locales y del desarrollo de sus comunidades.

La historia comienza 6 años antes, en 2002, cuando un grupo de adolescentes tocó las puertas de la oficina de Ayuda en Acción allí. Entonces parecían un grupo de chiquillos con ganas de hacer algo, pero con el tiempo se notó que eran más que eso: se trataba de un grupo de niños, niñas y adolescentes concientes de que el desarrollo de sus comunidades era también responsabilidad de ellos y que tenían mucho que hacer para conseguirlo.

Desde julio de 2002, cuando se creó el grupo, nuestro apoyo consistió en darles herramientas que les permitieran desarrollar sus capacidades de liderazgo y convocatoria –a través de capacitaciones- y poco más; el resto lo hicieron ellos solos.

En las reuniones periódicas que tenían definían los proyectos y las actividades que realizarían durante el año. Así se fueron preocupando de que los niños de la zona tuvieran certificados de nacimiento, para que existan como ciudadanos y puedan desde ejercer y reclamar sus derechos; se ocuparon de que las mujeres  y hombres analfabetos participaran en el programa de alfabetización y alcanzaran el certificado que los acredite; de que tengan documentación actualizada y funcionen  las pequeñas salas de reunión e información que ellos mismos han instalado en las cabeceras de ambos municipios;  pues son concientes de que su apoyo es importante; fueron ellos los que  difundieron entre la población las medidas y formas para evitar el contagio de enfermedades típicas de la zona o la destrucción del medio ambiente.

Muchos de los jóvenes que han participado en la brigada de Protagonistas, cuando han alcanzado la edad adulta, han sido elegidos en sus comunidades para ocupar cargos importantes en las organizaciones sociales y sindicales. Por ejemplo, Geydi, quien a sus 15 años fue electa como ejecutiva de la Central Agraria de Mujeres Campesinas de su municipio, una organización sindical reconocida a nivel nacional.

 Cristian en la radio

Pero la voz que se escucha ahora en la radio es la de Cristian Mamani,  un joven licomeño que como otros muchos fue parte de los “Jóvenes Protagonistas” y desde hace algún tiempo se incorporó  como voluntario en la radio de su municipio. Allí recibió formación para convertirse en locutor de un programa en el que participa la comunidad; vecinos, dirigentes, productores destacados, jóvenes líderes y muchos otros se apoderan del micrófono y convierten en suyo ese espacio cuando Cristian está “al mando”. Para él, poder brindar este servicio a su comunidad es muy importante. “Les puedo decir que lo que más me gusta es ser un facilitador de alegrías, para que la gente pueda expresarse mediante los micrófonos”.

Hoy, en las radios comunitarias de Licoma y Cajuata, instaladas por Ayuda en Acción y convertidas hoy en un instrumento de comunicación para el desarrollo –sus programas,  además de para el esparcimiento, sirven para capacitar, sensibilizar y educar a la población-, han incorporado en su planta a varios jóvenes, los cuales continúan formándose para mejorar cada vez más su trabajo.

Al caer  la tarde, Cristian se va despidiendo en la radio con al certeza de que quienes pasaron hoy por su micrófono sienten la alegría de, como él, contribuir un poquito más a cambiar las cosas por allí.

La amarilla de Nicolás: mi ejemplo de superación

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Desde hace unos días atrás la imagen de un muchacho da vueltas en mi cabeza. Debe ser que se acercan las fiestas de Navidad y Año Nuevo y entonces uno intenta hacer balance y se traza nuevas metas, y se pone como ejemplo a aquellos que representan lo mejor del ser humano, por su empuje, tenacidad y superación. Este año he tenido muchos de esos ejemplos, a los que recurro con frecuencia, y sobre los que he intentado hablar en este blog.

A Nicolás lo conocí hace ya seis años, en una visita que hice al Hogar Teresa de Los Andes (en Santa Cruz, Bolivia); un centro de referencia en el país cuando se habla de atención a personas con capacidades diferentes. Por aquel entonces Ayuda en Acción concluía 9 años de apoyo a la Ciudad del Niño Jesús, en La Paz, y estaba buscando un nuevo socio para apoyar un proyecto urbano de atención directa a personas con discapacidad. Cuando llegamos allí nos encontramos con un centro donde los derechos y el crecimiento intelectual de todos eran el objetivo principal y en el que sus trabajadores y los religiosos que lo gestionan no reparan empeños por mejorar las condiciones y el servicio que brindan.

Pero yo no quiero hablarles hoy del Hogar Teresa de Los Andes; quiero hablarles de Nicolás. A él me lo encontré en la Granja Escuela, atendiendo a los cerdos que crían allí para la alimentación de los chicos y para generar ingresos que permitan adquirir todo lo que los chicos necesitan y merecen. El programa de terapia ocupacional en el que participaba entonces –y aún hoy-  le daba habilidades que le permiten ser totalmente autónomo.

No se trata de hallar culpables en la historia de Nicolás: nació con una discapacidad cognitiva o intelectual por cualquier razón hasta ahora desconocida, en la que influyó la avanzada edad de sus padres y las condiciones de pobreza e ignorancia de la familia. Nicolás pudo ser un niño con una familia feliz si no fuera porque, siendo el octavo de nueve hermanos, esas mismas condiciones llevaron a su madre, luego de la muerte del padre y de sufrir una hemiplejia, a entregarlo voluntariamente  en el Hogar Teresa de Los Andes, hace ya más de 18 años.

El Hogar lo recibió cuando tenía 14 años. Sus habilidades motoras eran pocas y las intelectuales, casi nulas. Sin una estimulación adecuada y una educación acorde a sus necesidades su avance era imposible.  Sus hermanos mayores no eran lo suficientemente adultos como para ocuparse de él cuando su padre falleció y luego, cuando murió la madre, decidieron dejarlo en ese centro porque consideraban que estaba mejor atendido allí que lo que podían darle ellos. Una historia de discriminación, intolerancia y pobreza que se repite incansablemente en los países del sur.

 

Desde su llegada, los especialistas que lo atendieron en el centro diseñaron para él, como para los demás chicos y chicas, programas de terapia ocupacional específicos, entre ellos el deporte. Y a Nicolás le gusta correr. En 2003, luego de varios años de preparación como atleta, Nicolás participó en las Olimpiadas Especiales en Bolivia, donde obtuvo medalla de oro en atletismo y se fue, representando a Bolivia,  a las Olimpiadas en Irlanda.

“…Fuerte suena la pistola y fuerte yo corro; le meto la carrera de entrada para que vaya a ganar, vaya a ganar esa de oro, esa amarilla….” Así narra Nicolás su participación en aquella competencia que le cambió la vida. Volvió de Europa con la medalla de oro, la que guarda con celo y muestra orgulloso a todos.

Hoy, con 32 años y con una cardiopatía que le limita la actividad física, se ha convertido en la figura paterna de los chicos de su vivienda en el Hogar, en la que ayuda a los que menos habilidades tienen. En el colegio continúa aprendiendo cosas básicas y aunque ya no compite, sigue practicando deportes bajo supervisión médica. Para él, participar y ayudar es un propósito fundamental, entregando un poco de lo que tal vez, hace muchos años, le faltó a él.

Por estas fechas, Nicolás está de vacaciones; tiempo que aprovecha para ir a la piscina, hacer paseos a otros lugares y bailar.  En Nochebuena recibirá, como cada año, el regalo que pidió y otra vez, al iniciar el curso volverá a la escuela, en la que tanto los internos del Hogar como los niños que son atendidos por consulta externa (que son más de 25), van formándose para  la vida.

Hoy aprovecho este espacio para, en nombre de Nicolás y de los 150 chicos y chicas que reciben atención integral en el Hogar Teresa de Los Andes, agradecer a las personas que a través de Ayuda en Acción colaboran con ellos; familias y amigos cuya solidaridad hace posible el milagro diario de la superación.

Nota: Si usted quiere saber más detalles sobre el Hogar Teresa de Los Andes, los servicios que brinda y el trabajo de extensión cultural y sensibilización que realiza, visite www.hogarteresadelosandes.com

Los niños sin certificado de nacimiento no existen para nadie

Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Hace unos días comenzó a pagarse a todos los niños y niñas que permanecieron durante todo el curso escolar 2010 asistiendo a clases el Bono Juancito Pinto, que otorga el Estado como un incentivo a la permanencia escolar. Pedrito (nombre convencional) no estaba en la fila; miraba a través del vidrio de una ventana de la escuela. Pedrito no recibió esos 200 bolivianos. ¿Sabe usted por qué? Pues simplemente porque Pedrito no tiene certificado de nacimiento.

¿Usted sabe lo que le puede pasar  a una persona que nunca ha tenido un certificado de nacimiento? Pues yo les voy a contar lo que sucede a estas personas cuando viven en Bolivia y son pobres. Comencemos por los problemas que la falta de ese simple documento  provoca a los niños y niñas.

El artículo número 7 de la Convención de los Derechos del Niño, ratificada por todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas, a excepción de los Estados Unidos y Somalia, reza: El niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos. Pero si uno desconoce las consecuencias que trae el incumplimiento de este derecho, resulta difícil entender por qué tanto énfasis de las organizaciones que trabajan por el cumplimiento de los derechos de los niños y las niñas en que toda persona cuente, desde el momento de su nacimiento, con ese documento que a muchos parece un simple papel.

En Bolivia, cuando un niño no tiene certificado de nacimiento, no tiene que ser considerado ciudadano del país, por lo que los derechos y beneficios intrínsecos a los reconocidos como bolivianos no le son reconocidos a él; así comienza a enfrentarse a la vulneración de otros muchos de sus derechos. Resulta entonces que no puede matricularse en la escuela; no tiene derecho a la atención médica gratuita que se da a los niños hasta los 5 años; no puede recibir los bonos que, como incentivos para la permanencia escolar y la atención en salud infantil, otorga el estado boliviano; entre otros. Los niños y niñas sin documentos de identidad,  cuyos padres emigran en busca de mejores oportunidades de trabajo, no pueden acompañarlos pues sin certificado de nacimiento no pueden viajar.  En muchos casos, los padres se arriesgan a sacarlos del país de forma ilegal, poniendo en peligro la vida de sus hijos en el exterior y exponiéndolos a situaciones de trata y tráfico de personas con lamentables consecuencias.

Luego las cosas se complican. Cuando los niños cumplen 18 años y los varones deben pasar el Servicio Militar Obligatorio, aquellos que no tienen certificado de nacimiento, no pueden inscribirse al ejército y a partir de ahí se desencadena una serie de consecuencias que entorpecen el desenvolvimiento de las personas adultas. Por ejemplo, aquellos hombres que no hacen su servicio en el ejército ven limitadas sus posibilidades de acceso a fuentes de trabajo, pues en muchos empleos les exigen dicha certificación. Igualmente, tanto a hombres como mujeres, para ser contratados por cualquier empresa, sea pública o privada, deben contar con cédula de identidad vigente, así como para matricular en las universidades. Para viajar fuera del territorio nacional, hombres y mujeres deben contar pasaporte, para cuya tramitación se requiere la cédula de identidad. Los adultos mayores de 65 años necesitan el carnet de identidad para cobrar la Renta Dignidad, bono de 204,00 euros que el Estado asigna anualmente a todos los adultos mayores. ¿Cómo tener cédula si nunca se tuvo certificado de nacimiento?

Cuando uno indagaba sobre las causas por las que las familias no tramitaban el certificado de nacimiento de los hijos al nacer estos, se encontraba que muchos no conocían la importancia de contar con este documento y que a la mayoría se le hacía inaccesible el mismo debido al costo del trámite. Para que un adulto consiga tener su certificado y luego la cédula de identidad, el trámite es engorroso, largo y muchas veces, dependiendo de la necesidad de implicar a abogados, mucho más costoso.

Durante muchos años la cooperación internacional y las ONGs bolivianas trabajaron informando a las familias y sensibilizándolas sobre la importancia de que niños y niñas contaran con certificados desde su nacimiento, pero eso solucionaba sólo una parte del problema. Así que se trabajó, desde la incidencia política, para conseguir que el Estado aprobara políticas públicas que ayudaran a disminuir los costos del trámite.

Desde hace algunos años, y con el apoyo de la cooperación internacional, el Estado boliviano comenzó a entregar el 1er certificado de nacimiento a todos los niños y niñas de forma gratuita, y Ayuda en Acción compartió ese empeño. Se realizaron campañas masivas en las facilitamos el equipamiento a los Oficiales de Registro Civil y los transportamos a los lugares más recónditos de las zonas donde trabajamos para garantizar que todos los niños y niñas que allí viven tengan su primer certificado y apoyamos el cumplimiento de los trámites necesarios para que los adultos  sin documentos de identidad consiguieran el primero de ellos.

En el pasado año y gracias al esfuerzo y la coordinación entre el Estado, Ayuda en Acción, las ONGs bolivianas con las que trabajamos y las organizaciones y autoridades locales, fue posible que más de 1700 niños y niñas de cinco municipios del país tuvieran su primer certificado de nacimiento y más de 1250 adultos de otros seis municipios consiguieran su cédula de identidad. En Sorata, por ejemplo, el 92% de la población ya tiene documento de identidad y en cuatro municipios, más del 71% de la población adulta mayor de 65 años puede cobrar la Renta Dignidad.

Y entonces, por estos días, uno se acerca a la fila de los chicos y sus padres en las escuelas y ve la sonrisa de los niños y niñas y los ve sujetando un papel entre sus manos. Y cuando se les pregunta qué harán con el  dinero que recibirán, saben bien a qué lo dedicarán: a comprarse ropa y zapatos o simplemente para comprar los materiales escolares para el siguiente curso. Y entonces uno entiende que ese pequeño papel que cada niño aprieta en sus manitas es un tesoro que debemos  seguir apoyando, para que los niños como Pedrito dejen de ser “nadie” y se conviertan en personas con derechos.

“Hace falta agua para vivir como personas”

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El viernes conocí a Marcela Hualpara. Vive en Viliroco,  a 35 minutos de la ciudad de La Paz, en pleno altiplano, donde sólo crecen algunos cultivos con mucho esfuerzo.  Marcela y su familia cosechan patatas y quinua, el cereal más nutritivo que dan estas tierras.

Viliroco está al borde de la carretera que va desde la sede de gobierno  -La Paz- hasta Viacha, la cabecera del municipio, pero a pesar de estar tan cerca de la ciudad y tener tan buena conexión caminera, hay muchos servicios a los que sus habitantes no tienen acceso; hasta hace muy poco, por ejemplo, no tenían agua potable.

 Marcela cocinando

La casa de Marcela está a escasos 400 mts de la carretera; allí vive  con su esposo, sus tres hijos y dos sobrinas. La más pequeña de sus hijas tiene seis años y va al preescolar en la escuela cercana, donde estudian otros 1200 alumnos hasta concluir el bachillerato. En toda la comunidad no hay más de 80 viviendas y la más alejada dista 8 km. de la escuela  y del sitio donde ya se alza, para alegría de todos, el tanque que abastece  a todas con agua potable.

Cuando llego a su casa, la sobrina mayor de Marcela está cocinando la comida. Utiliza bosta de vaca como combustible porque el gas licuado lo guardan para cocinar en la noche, cuando no se puede estar afuera. No se puede usar leña para cocinar porque en el altiplano no crecen árboles y la leña es muy cara.

 Marcela y sus vecinos ya tienen agua potable

“Hemos vivido como en el tiempo de los patronos, tomando el agua que sacábamos del pozo en la tierra. A los niños les daba “gusanera” y tenían que faltar a la escuela; gastábamos mucho en medicinas. Ni hablar del trabajo que pasaba para lavar la ropa y no podía ni bañarme”, nos contaba Marcela.

Hace apenas un año que Ayuda en Acción, con el apoyo de la Junta de Castilla La Mancha, les dio el apoyo financiero para que la comunidad construyera su sistema de agua potable. Nadie les construyó el sistema; fue la propia comunidad la que se organizó para abrir las zanjas necesarias y bajo la supervisión de un maestro constructor puso la mano de obra y los materiales locales. Así se fue elevando el tanque con capacidad de 20 mil litros y la red de conexión domiciliaria hasta cada una de las casas, (12.9 kms de tendido).

Cada familia puso 30 jornales de trabajo en los que hombres y mujeres se turnaban para las diferentes tareas. La  Alcaldía puso el proyecto listo para la ejecución, con sus planos y los cálculos , y la cooperación se encargó de cubrir el costo de los materiales que no se pueden conseguir allí, como el cemento, las tuberías, los grifos, etc.

Así, con el trabajo de todos, fue posible que además de todas las casas, también la escuela, la sede comunitaria y la posta de salud tengan el servicio.

Pero la comunidad también se ha organizado para la gestión del sistema, así no hay interrupciones del servicio. Además de poner por escrito sus estatutos, eligieron al Comité de Agua -integrado hoy por 5 mujeres y un hombre- que se encarga de la administración; contrataron un operador que además de echar andar y detener el suministro de acuerdo a los horarios establecidos, garantiza que la mínima falla  se arregle enseguida.

“Dos veces se quemó el fusible y una vez se arruinó el térmico, pero el operador enseguida fue a comprar los repuestos y el agua volvió ese mismo día a nuestras casas”, nos contaba Verónica, otra usuaria de Viliroco.

Y es que el mantenimiento del sistema se cubre con el excedente de la cuota fija mensual de 10 bolivianos (aproximadamente 0,90 céntimos de euro) que paga cada familia,  que alcanza para pagar el salario del operador, comprar los insumos para el hipoclorador y cubrir el costo de la energía eléctrica. Y que haya agua cada día no es ya una preocupación de los vecinos. 

Ahora las preocupaciones son otras: ¿cómo construir un depósito para guardar las herramientas que se compraron con el proyecto y que quedan como patrimonio de la comunidad?; ¿cómo hacer que todas las familias entiendan que el agua es sólo para consumo humano, para  beber, cocinar, lavar la ropa y bañarse?; ¿cómo castigar a los que malgastan y la usan para riego?; ¿cómo instalar una ducha en sus casas, donde el agua salga caliente?;  ¿cuánto costará poner un medidor para que el que gasta más pague más?

“Hay que pagar mensual y puntual, para que no se corte el agua, pero la gente lo hace bien. Algunos están usando para regar  y no tiene que ser así; a ese tenemos que ver cómo lo multamos”, nos comentaba preocupado Don Roberto, el presidente del Comité de Agua.

Marcela recoge agua del grifo en un balde y se la alcanza a su  sobrina, agachada al lado del fogón en el patio. Marcela sonríe mientras su otra sobrina arrea una vaca para llevarla a pastar. Hoy  la alegría de la gente de Viliroco se nota en su día a día.

“Ha sido un cambio radical. Con la pileta a domicilio vivimos como personas “, decía Don Hilarión Alanoca en la reunión comunitaria que tuvimos con ellos.

Cuando me despedía de Marcela me dijo: “Ahora, los niños se lavan la carita con gusto porque el agua corre y ya no faltan al colegio porque no les duele la barriga. Todo el mundo está contento  desde que el agua llega a su casa. Dígale eso a la gente que nos ayudó”. Y yo estoy cumpliendo esa tarea.