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Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Archivo de diciembre, 2015

Un campo de refugiados atrapado en el fango

Por Nicolas Robichez, logista de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Grande-Synthe, cerca de Dunkerke.

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Más de 2.000 refugiados, la mayoría kurdos, viven acampados en condiciones inhumanas en el campo de Grande-Synthe.

Llegué por primera vez al campo de Grande-Synthe, cerca de Dunkerke, hace dos meses, junto a dos compañeros de MSF, un médico y el coordinador del proyecto. En ese momento, había 800 refugiados entre los que se contaba un pequeño grupo de niños. Pero ahora salta a la vista: cada vez hay más y más familias, con más y más niños pequeños. Calculo que pueden llegar a 100 los niños que acoge ahora el campo. Voluntarios han construido una pequeña escuela donde da clases un profesor kurdo. Pero ¿durante cuánto tiempo podrá estar el maestro aquí? Como todos los refugiados el también sueña con una sola cosa: llegar a Inglaterra. Si lo consigue, ¿quién lo reemplazará?

Dicen en Calais – ese lugar lleno de vallas y alambres de púas – que las cosas están mejor en Dunkerque. Sólo es un rumor, pero la gente que estaba en Calais ha venido aquí con la esperanza de cruzar a Inglaterra. La población del campamento se ha más que duplicado. Se estima que ahora viven aquí unas 2.000 personas. La mayoría son kurdos procedentes de Irán, Siria e Irak, pero también hay kuwaitíes y vietnamitas.

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El incremento es en parte debido a las nuevas llegadas, pero también hay que buscarlo en el hecho de que el campamento de Teteghem, a 10 kilómetros, haya sido desmantelado por las autoridades. A mediados de noviembre, los 250 refugiados de Teteghem fueron trasladados a instalaciones que suelen albergar campamentos de verano o centros de tránsito en Saboya (en el centro de Francia) y en las Landes (en la costa Atlántica). Otros vinieron hasta aquí donde vi como llegaban descalzos. Lo que quieren es estar cerca de Inglaterra.

Nunca creeríais cómo es esto, en qué condiciones está la gente aquí. Los habitantes de Grande-Synthe viven rodeados de barro y charcos. Duermen en tiendas extremadamente finas en medio de la suciedad. Grupos de  voluntarios han construido algunos refugios e instalado una gran tienda. Hay muchas personas que, ya sea a título individual o como voluntarios de ONG, quieren ayudar a los migrantes. Muchas vienen a Grande-Synthe a echar una mano, especialmente los fines de semana. Llegan ingleses, alemanes, belgas y franceses. Traen consigo todo tipo de donaciones (tiendas, comidas, ropa, etc.), pero son cosas que no dan respuesta a las necesidades que tienen los habitantes del campamento.

El resultado es que, sobre el lodo descansan ropa y alimentos. Los restos de comida atraen a las ratas. En este sentido y siguiendo nuestras recomendaciones las autoridades realizan dos operaciones de exterminio de roedores a la semana. Para ello ponen veneno fuera del alcance de los niños.

Como muchas cosas han sido abandonadas en el barro. Antes de instalar la clínica donde atendemos las consultas médicas, tuvimos que emplear una excavadora mecánica para limpiar el lugar de todos los materiales que habían quedado atrapados en el fango.

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Hemos creado un centro de distribución para poner orden en el caos reinante. Se trata de un contenedor marítimo abierto al que hemos incorporado un toldo y que empleamos para organizar el reparto. También estamos contactando con los donantes y voluntarios para pedirles que traigan los  suministros que realmente son necesarios y se olviden de los zapatos de tacón y el salmón ahumado. Hemos planeado construir una nave enorme fuera del campo donde la gente pueda almacenar las donaciones y ordenarlas y clasificarlas antes de entregarlas. La gestión de este almacén la confiaremos a un grupo de voluntarios.

Creo que desde MSF podemos conectar a refugiados, grupo de voluntarios y autoridades. El alcalde de Grande Synthe es muy activo y tiene la voluntad de ayudar a los migrantes. Ha instalado bloques de baños en un área cercana a la entrada al campo. Como no había suficientes aseos y duchas, estamos instalando 20 baños químicos adicionales. Aunque los voluntarios limpian regularmente estas instalaciones, todavía hay problemas en la gestión de los servicios. Desde MSF nos aseguramos de que los lavabos y aseos funcionan correctamente y  vamos a instalar un sistema que limita las duchas a diez minutos por persona. El sistema llevará incorporado una campana que suena un minuto antes del final para que nadie se enfade cuando el agua caliente se termine.

La recogida de basuras es también una operación conjunta. Hemos colocado contenedores en todo el campo y son las autoridades las que se ocupan de realizar la recogida de basura. Hemos repartido bolsas de basuras y los refugiados se encargan de realizar la limpieza semanal. A pesar de que se ha hecho mucho, la verdad es que los refugiados de Grande-Synthe, incluidas familias con niños y bebés de apenas dos meses, luchan por mantenerse a flote en el barro, mientras duermen rodeados de frío y humedad en unas condiciones inhumanas.

El cambio climático expone a los granjeros de Malawi a una hambruna

Por Joseph Scott, UNICEF Malawi

Chisomo Grace, de 23 años, lleva dos semanas preparando su campo. Tiene la esperanza de que las lluvias lleguen antes este año. Después de horas cavando el duro suelo para separar la tierra y preparar la plantación, el cielo se oscurece y se llena de nubes grises. Chisomo lo mira y vuelve a pensar que, después de todo, tal vez este año la temporada de cultivo sea diferente.

El año pasado, Grace no logró cosechar nada. Su campo de maíz fue arrasado por las inundaciones que afectaron a su distrito, Chikwawa, a principios de enero. Ella y su marido tuvieron que buscar trabajos menores en las ciudades cercanas.

“Este año la cosecha fue muy pobre”, añade Grace. “Las inundaciones nos afectaron y apenas pudimos conseguir algo de maíz”.

Las inundaciones que golpearon varios distritos del país fueron las peores en una década. Otras zonas, en cambio, tuvieron menos lluvias que otros años, y eso también afectó a sus cosechas.

El cambio climático expone a los granjeros de Malawi a una hambruna

El cambio climático expone a los granjeros de Malawi a una hambruna/©UNICEF/ Malawi

Si preguntas a los granjeros, te cuentan historias de cómo en el pasado la estación de lluvias era predecible. Sabían cuándo debían empezar a preparar la tierra y cuándo plantar, según el mes. Pero con el cambio climático, la mayoría de comunidades agrícolas están confusas. Los patrones meteorológicos han cambiado y son impredecibles. Como resultado, este año muchas personas en Malawi se quedaron sin suministros alimentarios suficientes.

Intentaremos cosechar de nuevo este año. Pase lo que pase, veremos cómo afrontarlo. Mi plan es sembrar antes, con las primeras lluvias, por si acaso deja de llover pronto de nuevo”, dice Grace. Y añade: “Esperamos no tener inundaciones otra vez”.

La agricultura supone un gran riesgo en Malawi debido a los efectos del cambio climático. Quienes se arriesgaron a sembrar pronto la pasada temporada, pudieron conseguir algo que llevar a casa, porque cuando las lluvias pararon las cosechas estaban casi a punto.

Pero el resto, como Grace, se va a la cama con el estómago vacío. Su única esperanza es que este año las lluvias sean favorables y las cosechas abundantes.

Ahora no tenemos comida. Lo poco que consigue mi marido con algunos trabajillos no es suficiente ni siquiera para un día. Así que estamos complementando nuestra dieta con frutos silvestres”, concluye Grace.

¿Refugiados, migrantes o personas?

Unni Krishnan, Director de Respuesta ante Desastres de Plan International

“We know where we´re going… We know where we´re from”, cantaba Bob Marley en un contexto y una era diferentes.

Este año 2015  miles de personas, muchas de ellas niños y niñas, han huido de sus hogares en un éxodo global. Son personas que saben de dónde son, algunas sabían su destino, pero no todas lo han logrado. Más de 3.580 personas han muerto o desaparecido en el mar Mediterráneo, y cientos de refugiados siguen atrapados entre los estrictos controles fronterizos.

Siria es el escenario de un conflicto cuya violencia y sufrimiento ha afectado y afecta a 13.5 millones de personas, de las cuales la mitad son niños y niñas. El mundo está siendo testigo del mayor desplazamiento de personas desde la Segunda Guerra Mundial.

Plan International trabaja para proteger a los niños y niñas refugiados sirios. Copyright Plan International

Bombardeos, balas y barcos

Selam es una niña de 10 años procedente de Damasco. Los continuos bombardeos llevaron a su familia a tomar la decisión de huir. Desde Turquía, cogieron una embarcación hacia las costas griegas pero tras dos horas de navegación el barco se hundió. Los guardacostas griegos les rescataron y les llevaron a la isla de Lesbos desde donde fueron traslados a la península en ferry. “Las bombas eran peores que el barco hundiéndose”, afirmaba Selam.

Su historia es solo un ejemplo del sufrimiento generalizado de todos los niños y niñas que han tenido que abandonar sus hogares, su cultura y su infancia . ¿Por qué la humanidad sigue sin abordar la crisis de los refugiados y migrantes? Las discusiones en torno a este tema se centran en la definición que se da a las personas que llegan a Europa, bien como refugiadas -persona obligada a dejar su país para escapar de la guerra, la persecución y la violación de los derechos humanos-, o bien como migrantes -persona que llega a otro país en busca de un trabajo y unas condiciones de vida mejores-.

¿Realmente importa esta diferenciación? Los términos deshumanizan a los miles de niños y niñas, así como a familias cuya crisis humanitaria ha llegado a nuestro continente. La guerra y la violencia han puesto fin a la vida de muchos niños y niñas que no podrán volver al colegio a corto plazo o que no volverán a ver a sus amigos o familiares.

Copyright Plan International

Necesitamos más

Entre 2014 y 2015, unas 900.000 personas han llegado a Europa cruzando océanos en peligrosas embarcaciones, atravesando campos desiertos y haciendo largas colas en los controles fronterizos. El 51% de las personas que han sobrevivido a la travesía provienen de Siria. El éxodo de nuestro tiempo se guía por la esperanza, el instinto de supervivencia y, normalmente, un teléfono móvil.

Esta situación  internacional precisa comprensión, respeto y el cumplimiento de las leyes internacionales que protegen los derechos de refugiados, migrantes y, en definitiva, de todas las personas. La Carta Humanitaria recuerda al mundo que los derechos, la ayuda, la dignidad y el respeto hacia las personas son inseparables. Las Leyes Humanitarias Internacionales dictan la protección de todos los civiles, especialmente de las mujeres y los niños y niñas.

Sin embargo, las dificultades legales y la semántica no deberían entorpecer las acciones políticas. La asistencia humanitaria y la protección son derechos que todo el mundo debería respetar. Según Antonio Guterres, Alto Comisario para los Refugiados de la ONU, “nos encontramos ante una batalla de valores: la compasión contra el miedo”.

La riqueza de la humanidad se centra en la compasión y la preocupación por otros seres humanos por lo que deberían priorizarse los valores que sirvieron para crear las reglas y leyes.

Avanzando

La coordinación, coherencia y humanidad para responder a la crisis de los refugiados ha fallado. La falta de acciones por parte de los gobiernos quedará en la memoria colectiva, pero también lo harán las respuestas que todavía se pueden tomar.

Las políticas del miedo tienen que dejar paso a la esperanza fundada en la educación sobre cómo recibir a los refugiados. La organización en defensa de los derechos de la infancia, Plan International, presta ayuda a los refugiados en Alemania y Egipto y tiene previsto desarrollar proyectos a largo plazo ya que esta crisis no va a desaparecer.

Plan International España trabaja desde 2013 en Egipto para ayudar a los niños y niñas sirios refugiados, así como a sus familias, en las provincias del Gran Cairo, Alejandría y Damieta. Según Concha López, directora de Plan International España, es necesario proteger y garantizar los derechos de todos los sirios, pero en particular de las niñas, que son las más vulnerables a sufrir violaciones de sus derechos como la falta de acceso a la educación, el maltrato y el matrimonio infantil.

Plan International trabaja en Egipto para proteger los derechos de los niños niñas refugiados sirios. Copyright Plan International v2

La ONU espera que las cifras de refugiados se mantengan en 2016 ya que “las causas que obligan a las personas a huir van a seguir existiendo”.

El mundo tiene que responder a esta crisis centrándose en la seguridad y protección de los más pequeños, ya que muchos de ellos viajan solos. Además, hay que saber responder a los traumas psicológicos que los bombardeos, la violencia y el miedo vivido en los botes han causado en los niños y niñas.

El año nuevo es una fecha en la que predomina el deseo de construir un mundo mejor. Hay muchas historias de individuos y personas que han mostrado compasión y han ayudado a los refugiados y migrantes que han llegado a Europa, un continente con una larga historia de  acogida de refugiados.

Ningún niño o niña nace con el título de refugiado o migrante. Ningún niño es ilegal. Los menores tienen el derecho de ser cuidados y protegidos. Los gobiernos tienen que centrarse en el cuidado de los que más lo necesitan y dejar a un lado las políticas y los problemas burocráticos. La policía fronteriza necesita mostrar humanidad ya que, después de todo, no somos definidos por cómo describimos a los otros, sino por cómo elegimos responderles.

 

Una segunda oportunidad en medio de la violencia urbana

Camilo* es un joven de 30 años que vive en un barrio de la ciudad del pacífico colombiano de Buenaventura donde la violencia urbana existe hace mucho tiempo

Camilo participó en una banda urbana, ahora aprende a sobrevivir con una discapacidad. Fotografía: Erika Sánchez/MSF

Por Brillith Martínez Herrera, psicóloga de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Camilo* es un joven de 30 años que vive en un barrio de la ciudad del pacífico colombiano de Buenaventura donde la violencia urbana pedura desde hace tiempo. Cuando hace dos meses llegó a la consulta psicológica que tiene MSF en esta ciudad portuaria por primera vez, su rostro reflejaba una profunda tristeza. Se presentó como una persona tranquila y de pocas palabras y así empezó a relatar su historia: “Hace 10 años mi vida era normal, me gustaba la pintura y la música. Pero el conflicto se hacía cada vez más intenso en el barrio y para muchos jóvenes como yo la única forma de seguir con vida y proteger a la familia era entrar a formar parte de un grupo armado ilegal. Pertenecí a uno de los más fuertes del barrio y llegué a convertirme en uno de los hombres más respetados. Hasta que en una pelea con miembros de otra banda recibí el golpe”. Camilo hace referencia a una pelea entre bandas que acabó con la vida de varios de sus amigos y por poco con la suya también, ya que recibió una grave herida en la cabeza con un arma blanca. Esta le ocasionó un trauma craneoencefálico y lo dejó inconsciente durante algunos días y produjo pérdida de la memoria durante meses. Este impacto le dejó graves secuelas en forma de parálisis en el lado derecho de su cuerpo y le obligó a vivir con una discapacidad.

“Me sentía triste, sin ánimo para pintar o escuchar música, permanecía solo, encerrado, y sin querer vivir. Fue entonces cuando conocí a MSF, los escuché en una actividad que hicieron en el barrio”, cuenta Camilo. En estos dos meses de terapia, Camilo ya ha recibido atención interdisciplinar del psicólogo, médico y trabajador social, donde ha encontrado un lugar para expresarse, reflexionar sobre su vida en medio del conflicto urbano, y manifestar cómo se siente actualmente. “Desde el golpe mi vida cambió. Ahora estoy aprendiendo a sobrevivir con una discapacidad”.

Camilo ha podido sobreponerse a situaciones dolorosas y siente que puede salir adelante a pesar de la adversidad. Está retomando la música y la pintura, se plantea un proyecto de vida a nivel personal y profesional. Su autoestima ha mejorado, además de estar fortaleciendo su capacidad física a través de terapias en casa asesoradas por una médico de MSF y sus relaciones familiares y sociales se están restableciendo paulatinamente. En estos dos meses ha dado un nuevo significado a la experiencia traumática: “Ahora siento que es una segunda oportunidad”. Camilo considera que su historia de vida y supervivencia puede ayudar a jóvenes discapacitados como él que atraviesan experiencias difíciles por causa del conflicto armado.

MSF trabaja en Colombia desde 1985. Actualmente tiene proyectos en los departamentos de Valle de Cauca, Cauca y Nariño. En Buenaventura, los equipos de MSF ofrecen atención médica integral a los sobrevivientes de violencia sexual y también servicios clínicos de Salud Mental a las víctimas de la violencia de manera presencial a través de un consultorio y de una línea telefónica gratuita que funciona las 24 horas del día.

*El nombre es ficticio para mantener la confidencialidad del paciente.

Cinco cosas que el mundo debe saber acerca de los niños y el cambio climático

Por Joni Pegram, experta en cambio climático de UNICEF Reino Unido

Los líderes mundiales tienen una oportunidad única este mes de diciembre, durante la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), asegurar el primer acuerdo global vinculante para abordar el cambio climático. En este nuevo acuerdo se enmarcará el futuro de los niños de hoy y del planeta que heredarán, y UNICEF pide que se garantice que los niños y sus derechos estén en el centro.

Es fundamental que la comunidad internacional se comprometa a reducir drásticamente las emisiones contaminantes y la temperatura global. El acuerdo también implicará financiación y apoyo a comunidades desesperadas. Por encima de esto, los países deberán comprometerse a respetar y proteger los derechos humanos y de la infancia en cualquier acción relacionada con el cambio climático.

En el marco de la COP21, estas son las cinco cosas que el mundo debe saber acerca de cómo el cambio climático afecta a los niños en el mundo.

1. El cambio climático golpea más a los niños

Los niños, especialmente los más pobres, son desproporcionadamente vulnerables al cambio climático. Sufren sus efectos de formas diferentes y más profundas que la población general. Desde el acceso a agua y alimentos, salud y bienestar, educación y, muy a menudo, su propia supervivencia, los niños sufren el impacto de los desastres relacionados con el clima. Cuando una sequía destruye la cosecha de una familia, cuando una inundación lleva enfermedades mortales a sus comunidades, cuando un ciclón derriba sus hogares y escuelas, o cuando los niveles del mar infectan el agua que beben, son los niños los más afectados.

Cinco cosas que el mundo debe saber acerca de los niños y el cambio climático

Una niña duerme en una cama tradicional tejida después de que su familia se viera desplazada debido a las unas inundaciones en Pakistán / Unicef/2011/Page

2. Las sequías e inundaciones traen peligros mortales para los niños

Cerca de 530 millones de niños viven en áreas con alto riesgo de sufrir inundaciones, y casi 160 millones de niños viven en áreas donde las sequías son graves o extremadamente graves. Las sequías y las inundaciones son caldo de cultivo de enfermedades mortales como la malaria y la diarrea, principales causas de la mortalidad infantil. Los niños sufren más estas enfermedades relacionadas con el clima que los adultos. Las sequías pueden llevar a cosechas fallidas y aumento de los precios de los alimentos, lo cual deja a los niños en riesgo de sufrir desnutrición (responsable de casi la mitad de las muertes de niños menores de 5 años en todo el mundo). Para aquellos que sobreviven, los efectos pueden ser permanentes. La desnutrición en los 1.000 primeros días de vida puede llevar a un retraso del crecimiento irreversible y afectar al desarrollo físico y cognitivo.

3. Los fenómenos climáticos extremos vuelven del revés las vidas de los niños

Más de 115 millones de niños viven en zonas en riesgo alto o extremadamente alto de ciclones tropicales.

El año 2014 batió el récord del más caluroso, y 2015 seguramente le superará. Desde inundaciones repentinas en Myanmar, a una ola de calor mortal en India o al huracán más fuerte que jamás ha tocado tierra en México, las vidas de millones de niños se ven afectadas por condiciones climáticas extremas que amenazan sus vidas. Este año El Niño está causando una destrucción adicional.

Aunque el calentamiento del Océano Pacífico es un fenómeno natural, el cambio climático está aumentando su intensidad y capacidad destructiva en forma de inundaciones, sequías y tifones. Once millones de niños están en riesgo de sufrir enfermedades, hambre y falta de agua solo en África oriental y meridional. Muchos más se enfrentan a sequías e inundaciones que baten récords en América Latina, Asia y el Pacífico.

En 2014 el 87% de los desastres estuvieron relacionados con el clima. Ocurrieron de manera abrumadora en los países desarrollados que están menos equipados para abordarlos. Desde 2008 los desastres relacionados con el clima han causado el desplazamiento de unos 22,5 millones de personas cada año, el equivalente a más de 61.000 personas al día. El continente más vulnerable es Asia, y los niños representan entre el 50 y 60 por ciento de las víctimas.

4. El cambio climático enfrenta a los niños a un mayor riesgo de explotación, violencia y abuso

La pérdida de los medios de subsistencia y las migraciones causadas por los desastres climáticos y los cambios en los patrones meteorológicos dejan a los niños cada vez más expuestos a los peligros del tráfico infantil y la esclavitud, o a otras formas de explotación, violencia y abuso. En Bangladesh, el cambio climático se relaciona con un aumento de las niñas forzadas a casarse o a prostituirse en las ciudades, a menudo obligadas por sus propios padres, desesperados por no tener medios para sostener a sus familias. En el estado de Bengala Occidental, en la India, la combinación letal de pobreza extrema y crisis climáticas continuas ha contribuido a que se hay multiplicado por 23 el número de niños desaparecidos desde 2001; se cree que miles han sido víctimas de tráfico sexual.

5. Hay mucho que puede –y debe- hacerse, y muchas de estas medidas son sencillas y baratas

Desde construir escuelas a prueba de ciclones, a proteger los suministros vitales de agua de las inundaciones, o formar a los niños para que pasen a la acción, UNICEF está aumentando la resistencia de las comunidades al impacto del cambio climático en todo el mundo, y previniendo que perdamos el desarrollo ganado hasta ahora.