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Haití: toda una comunidad construyendo una escuela, codo con codo, piedra a piedra

Por Lourdes Álvarez, delegada de Cruz Roja Española en Haití.

 

Son las ocho y media de la mañana y los habitantes de Tavette y alrededores se reúnen para empezar a trabajar. Hoy toca “jornada comunitaria”. Y es que es la propia comunidad la que está trabajando codo con codo para construir la que será la nueva escuela de primaria del municipio, y que contará con ocho aulas y una capacidad para unos 300 alumnos, gracias a la financiación de Cruz Roja Española.

En torno a unas doscientas personas se dan cita uno o dos sábados al mes. Cruz Roja Española pone el camión que servirá para la carga y descarga de material y la comida de ese día, mientras que durante más de cinco horas, hombres y mujeres de la zona, incluidos los niños, van a buscar agua, grava, arena y rocas. Se trata de un material de relleno, una mezcla de piedra y tierra que posteriormente se pondrá debajo del pavimento a fin de nivelar el terreno que está irregular y conseguir una base sólida y plana. Las rocas, por su parte, servirán para el cerramiento de la estructura (mampostería). Unos cargan abajo, mientras que otro grupo espera arriba para descargar. Ambos tienen que soportar un sol de justicia y mucha humedad.

Crónica2_2La Comunidad ha sido avisada previamente del desarrollo de esta “jornada” por el Comité de Pilotaje, del que forman parte un representante de la alcaldía, representante de padres, profesores y alumnos y el director del colegio, así como personas notables e influyentes de la localidad. De este modo, el Comité de Pilotaje se encarga de convocar a la gente y hacer la distribución de las distintas tareas a realizar ese día, actuando así de interlocutor entre la labor de la ONG y los miembros de la comunidad.

Hablamos con Avrius Chévry, representante de los Padres y miembro del Comité de Pilotaje. Hace años que sus hijos terminaron el colegio, pero a lo largo de su vida se ha ganado el respeto y la admiración de toda la comunidad, por su capacidad de trabajo y por ser, sin lugar a dudas, un trabajador nato. No le pesan los años, y pico y pala en mano, cava la tierra como el primero y carga piedras y troncos muy pesados, siempre provisto de su casco. Nos encontramos en una zona montañosa rodeada de vegetación y fauna y bordeada por un río, cuyo caudal crece mucho con las fuertes lluvias y al que la población acude diariamente para asearse y lavar la ropa. El camino no está del todo señalizado y en ocasiones resulta muy difícil acceder, pero sorprendentemente, la mayoría de los alumnos llegan hasta aquí a pie después de descalzarse y remangarse el pantalón.

Durante nuestra charla, Avrius nos confiesa que “entre la comunidad se respira muy buen ambiente”. Todos los habitantes son conscientes de los beneficios que esta escuela reportará a la población, por eso “colaboran unos con otros y trabajan mano a mano cada día para que la obra avance” pues “construir una escuela no es tarea fácil y hay que organizar a los trabajadores y la recogida de material, así como distribuir las tareas, entre otras muchas cosas”, nos explica. La comunidad se siente muy orgullosa de que su participación haga posible la reconstrucción de este centro y se alegra enormemente, pues “somos nosotros mismo los beneficiarios”, subraya Avrius.

Gracias a las palabras de Avrius, conocemos que muchos de los que acuden hoy a la jornada comunitaria son padres y madres de alumnos, e incluso obreros que trabajan diariamente en la reconstrucción. Para mi sorpresa, no hay distinción de género, y “hombres y mujeres desempeñan las mismas tareas, ambos transportan material, a excepción de coger una pala y trabajar con la hormigonera, en cuyo caso, son los hombres los responsables”, nos dice Avrius. Y es que la futura nueva escuela de Tavette es un trabajo de toda la comunidad en su conjunto. Mientras tanto, los alumnos, unos 150, aunque hoy no están todos, “porque ayer llovió mucho y hoy no han podido asistir al colegio al tener la ropa mojada”, dan clase en una escuela provisional con una estructura al aire libre, sin cerramiento. Bancos de madera y palos de madera que sirven de soporte para una cubierta muy precaria.

Avrius se muestra entusiasmado cuando le preguntamos por la finalización del proyecto, prevista para dentro de un año, y su posterior inauguración. Para él y toda la comunidad, “esta nueva escuela va a suponer un antes y un después para todos los habitantes de la zona, ya que muchas comunidades vecinas querrán llevar a sus hijos a estudiar allí”. Con esto puede que “la escuela llegue a saturarse”, nos confiesa entre risas, a pesar de ser mucho más grande que la actual, porque “son muchos los padres que ahora llevan a sus hijos a colegios de alrededor”. Avrius considera que “los vecinos de Tavette van a ser la envidia de comunidades vecinas y que con total seguridad, celebrarán la finalización de la obra con una gran fiesta”.

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* Fotos: Cruz Roja Española

2 comentarios

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Ni en la postguerra española lo pasamos tan mal como esta gente. Aqui los colegios del estado siempre han sido edificios estupendos.

    Clica sobre mi nombre

    02 diciembre 2014 | 16:51

  2. Dice ser Fer

    Los cantarines esos que tan solidarios eran al poco del terremoto ya no se acuerdan de esta gente, no? Claro, ya pasaron de moda. Lamentablemente la solidaridad es un jodido negocio para los que más tienen.

    02 diciembre 2014 | 16:53

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