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Refugiados sirios. Entre la miseria y la desesperación

“Los refugiados de Siria en Egipto están viviendo una vida de miseria, desesperación y condiciones escolares desafiantes”.

  Arjimand Hussain, Coordinador de Respuesta en Emergencias de Plan Internacional.

Alejandría, Agosto de 2014Es una tarde calurosa en Alejandría. Nadia se encuentra sentada sobre la arena frente al mar Mediterráneo. “Mamá,-dice mirando a su madre- ¿regresaremos a Siria?”.Sí, por supuesto, mi niña. Muy pronto”. Responde su madre, con los ojos puestos en el mar.

Sin embargo, su madre lo sabe bien. Si el conflicto en Siria continúa, los niños y niñas como Nadia, no podrán regresar. Están abandonados a su suerte en Egipto, extrañando sus familias, hogares y escuelas.

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A menudo, Nadia señala con su dedo el mar, apuntando hacia Siria, donde dejó a su padre. Allí, en una playa parecida a la que pisa ahora, solía jugar con sus amigos. Ahora, su vida ha cambiado.

Refugiadas en Alejandría y separadas de todo lo que amaban, Nadia y su madre, comparten un piso alquilado en un popular barrio de la ciudad junto a otras doce personas, entre ellas algunos de sus antiguos vecinos sirios.

Nada asiste a una escuela pública local, en la que dice, hay demasiados alumnos. Extraña su anterior patio de recreo y reconoce algunas diferencias en los métodos de enseñanza y el plan de estudios. Prefería los de su escuela, en Siria.

Nadia y su madre, escaparon de su ciudad, al norte de Siria, huyendo de los combates. «Nadia estaba horrorizada, temblaba, lloraba y se me abrazaba con mucha fuerza», recuerda su madre.

El padre de la niña prometió reunirse con ellas una vez que llegaran a Egipto. «Todos los días espero que aparezca, pero nunca llega”,murmura la niña con voz angustiada. Su tez, pálida, deja entrever la anemia que padece. La falta de medios, provoca escasez de alimentos en la cesta de la compra.

Adaptarse a la escuela, le está costando más de lo que esperaba. La diferencia en el acento dificulta la comunicación con sus compañeros egipcios. Tampoco ha hecho amigos. Sólo tiene un deseo: volver a casa y a su  escuela, aunque quizá esas aulas hayan quedado derruidas por los combates. Al igual que otros cientos de niños y niñas refugiados, si no aumentan las ayudas, se verá obligada a dejar la escuela. Las becas escolares para la infancia más vulnerable que presta la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, se han reducido a la mitad. Hacen falta más fondos.

“Para Nadia es casi imposible entender las lecciones impartidas en la escuela a la que asiste. Se agobia al sentarse en aulas masificadas y suele decirme que se siente insegura en los baños. Están sucios y no cubren las necesidades específicas de las niñas. Está demasiado distraída y su actitud ha cambiado «, dice su madre.

Nadia es sólo una de los miles de niños y niñas sirios que se enfrentan a enormes desafíos para hacer frente a la vida de refugiados en Egipto. Ante las dificultades, algunos, se han visto obligados a renunciar a la escuela y han comenzado a trabajar para contribuir con el ingreso familiar.

Aunque el gobierno de este país ha permitido que la infancia proveniente de Siria se matricule en las escuelas públicas, su acceso se ve obstaculizado por la falta de recursos para cubrir el pago de cuotas, libros escolares o uniformes y la escasez de servicios básicos en las instituciones educativas. Además son pocos los profesores, en relación al número de alumnos, que se ha visto incrementado por los niños y niñas desplazados que se han incorporado a las aulas.

Para paliar esta situación, Plan Internacional, la organización para la que trabajo, está trabajando con cientos de niños y niñas como Nadia para favorecer su acceso a la escuela. En colaboración con otras organizaciones locales, facilitamos becas y materiales escolares, así como clases de apoyo para dar seguimiento a las lecciones impartidas y ayudar a mejorar la comprensión del acento Árabe- Egipcio. También trabajamos con los maestros de las escuelas brindando formación y apoyo con el fin de motivar la participación de niños y niñas sirios y egipcios,  promoviendo la socialización y la libertad de expresión.

A pesar de todo, aún queda mucho que hacer por las niñas como Nadia y sus familias.

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