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Filipinas. Otro día muy largo…

Por Caroline Van Nespen, Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras en Guiuan

Viernes, 15 de noviembre: me acabo de unir al equipo de MSF en Guiuan (una ciudad del tamaño de Segovia que está situada en la costa sureste de Samar), el primer lugar en tierra firme por el que pasó el tifón. Aquí no queda nada en pie… y sin embargo, resulta muy fácil imaginarse lo bonito que debía de ser este lugar hasta hace muy pocos días. Presenciar un grado de devastación tan enorme como el que estoy viendo ahora mismo le deja a una en estado de shock. Me cuesta reaccionar, pero afortunadamente mis compañeros Alexis y Angelo se han acercado hasta el aeropuerto de Tarmac para recibirme y transmitirme un poquito de calor humano.

No venimos sólo a recogerte, – me dice Angelo con una sonrisa-. Lo que nos interesa de verdad son esos kits de supervivencia que traes contigo en el helicóptero”. “Estábamos esperándoos con impaciencia. A ti y a los kits, añade Alexis. ¿Que qué tienen esos kits para que los esperaran con tanta necesidad? Pues tiendas de campaña, colchonetas de gomaespuma, agua potable, bolsitas con alimentos deshidratados, cacerolas… cosas completamente básicas para una situación de emergencia como esta.

Cada minuto cuenta, así que en apenas unos pocos tenemos todo cargado y apenas una hora después ya estoy metida en una reunión con el resto del equipo.

Por un lado están Johan, que es cirujano, y Lisa, que es enfermera. Ambos son suecos. Luego está Daisy, que también es enfermera y que además es filipina. Y por último, los ya mencionados Alexis y Ángelo, dos especialistas en logística provenientes de Bélgica e Italia.

Alexis y Angelo están estos días enfrascados en la tarea de poner en marcha un hospital que pueda reemplazar temporalmente el que fue destruido por Haiyan. Es una carrera contrarreloj porque aquí le gente necesita de todo y apenas tiene nada: agua potable, electricidad, teléfono… todo ha desaparecido.

 

El coordinador de MSF en Guiuan,  Jean Pletinckx, examina desde el techo el estado de los terrenos anexos al hospital semidestruido por el tifón (© Peter Hove Olesen/Politiken)

El coordinador de MSF en Guiuan, Jean Pletinckx, examina desde el techo el estado de los terrenos anexos al hospital semidestruido por el tifón (© Peter Hove Olesen/Politiken)

 

Mientras esperamos a que este hospital esté por fin construido y funcionando, los sanitarios trabajan en un centro de salud que está prácticamente en ruinas. El tejado ha sido literalmente arrancado por el tifón, pero milagrosamente el edificio está aún en pie. Johan y Lisa trabajan sin apenas descanso vacunando a los pacientes y limpiando y cosiendo centenares de heridas abiertas, la mayoría de ellas infectadas. Otras muchas personas llegan con cortes y laceraciones de diversa gravedad. Mis dos compañeros, junto a los muchos voluntarios filipinos que han venido para ayudar a los suyos, tratan de atenderles a todos.

6 de la tarde. Cae la noche.

Aquí la frase “negro como la boca del lobo” tiene un significado absolutamente real. No hay electricidad y la ciudad se sume en una oscuridad total. Tenemos una reunión para poner en común lo que hemos hecho durante el día y hacer nuevos planes para mañana. Después nos iremos a la cama. Dormiremos todos arrebujados en el suelo de una pequeña casa que a duras penas hemos logrado ordenar. Una lona de plástico verde sobre nuestras cabezas nos sirve de techo. De momento es nuestro dormitorio, pero pronto lo transformaremos en la farmacia del hospital de MSF.

 

El equipo de MSF se reúne al caer en la noche, en Guiuan ((© Peter Hove Olesen/Politiken)

El equipo de MSF se reúne al caer en la noche, en Guiuan ((© Peter Hove Olesen/Politiken)

 

3 de la madrugada.

El aguacero bestial que comienza a golpear de repente nuestro improvisado techo me despierta de manera abrupta. Miro a ambos lados y compruebo que soy la única que no duerme… mis compañeros descansan como unos benditos. Después de atender 600 consultas en un día, una detrás de otra, y de todos los desafíos logísticos a los que se han tenido que enfrentar (y los que sin duda vendrán), puedo comprender que estén exhaustos.

En apenas unas horas llegarán 3 aviones de carga al aeropuerto de Guiuan y tendremos que apañárnoslas como podamos para traer hasta nuestra base todo el material que transportan. ¡Os adelanto que ese material pesará unas cuantas toneladas, así que no será fácil! Cuesta imaginarse que mañana a estas horas tendremos montado un hospital en toda regla con un quirófano completamente equipado, pero ahora lo que tengo que hacer es tratar de dormir, que nos queda por delante otro día largo y tengo que tener la mente completamente despejada.

(Sigue leyendo en este blog los testimonios del personal de MSF en Filipinas)

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