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República Centroafricana es un país

por Bruno da Silva Machado, administrador de terreno de MSF en Ndélé, República Centroafricana

Cuando expliqué a mi familia y amigos que iba a salir al terreno con Médicos Sin Fronteras (MSF), muchos de ellos me preguntaron:

¿A dónde vas?
A la República Centroafricana, contestaba yo.
Sí, ¿pero a qué país?

Quizás muchos de vosotros ya lo sabéis pero, sólo para estar del todo seguro, me gustaría subrayar que la República Centroafricana es un país. Es un estado con una superficie de unos 620.000 kilómetros cuadrados (mayor que España) y tiene una población de 4,4 millones de habitantes (ligeramente inferior a la de Noruega). Tras una larga y confusa historia colonial, fue ‘reconocido’ como país en 1960. A pesar de su corta edad ya cuenta con una larga historia de gobernantes no elegidos democráticamente y golpes de estado.

El último de estos golpes fue a comienzos de este año.

Centro de salud incendiado y saqueado durante los disturbios que siguieron al cambio de gobierno (© MSF).

Centro de salud incendiado y saqueado durante los disturbios que siguieron al cambio de gobierno (© MSF).

El 10 de diciembre de 2012 estalló una rebelión en el norte. Tras muchos tira y afloja, las numerosas negociaciones frustradas y cambios de bando culminaron en una toma del poder el 23 de marzo por parte de la coalición Séléka. Esas semanas que siguieron fueron muy difíciles para todos. El país ha quedado desbaratado. La inestabilidad entre grupos rivales y muchas milicias extranjeras armadas han provocado situaciones realmente duras.

Naturalmente, las principales víctimas fueron las poblaciones atrapadas en medio del conflicto: un gran número de desplazados y refugiados, actos de violencia extrema, destrucción de cosechas, aldeas reducidas a cenizas, escuelas cerradas y los servicios que todavía se tenían en pie a punto de desplomarse.

El objetivo de este texto no es constituirse en un discurso geopolítico sobre el país: vamos a dejarlo en que hay muchos grupos de personas indeseables, tanto extranjeros como nacionales, que suelen ir armados.

Ndélé, cerca de la frontera con Chad y Sudán, donde yo trabajo, es una zona de las más remotas que uno pueda imaginar. Puedes sentir un creciente aislamiento con cada avión que coges para viajar hasta allí. Cuando tomé el vuelo Oslo-París-Bangui, los primeros signos ya se hacían evidentes. El avión iba prácticamente vacío. Al amanecer puede ver por la ventana kilómetros y kilómetros de bosques que parecían vírgenes. Sin casas, ni siquiera carreteras. Sólo un río largo y sinuoso hizo acto de presencia. Como una vena que bombeaba vida a esta inmensa tierra virgen.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la azafata. Advirtió a todo el mundo de que hacer fotos es ilegal. Cuando sales del aeropuerto, entiendes por qué no se permite hacer fotos… Pero en cuanto pasas los controles de carretera, ya se empiezan a ver algunos mercados y gente yendo de aquí para allá.

Clínica móvil de MSF a las afueras de Ndélé, en diciembre de 2012 (© Sylvain Groulx).

Clínica móvil de MSF a las afueras de Ndélé, en diciembre de 2012 (© Sylvain Groulx).

Para ir de Bangui a Ndélé, hay que coger otro avión. El estado de las carreteras es muy malo y se tarda varios días en llegar. El pequeño aeroplano permite apreciar una bonita vista del paisaje. Detrás dejamos la capital con sus muchas casas, grandes y pequeñas, rodeadas de árboles verdes y tierra rojiza. Regresamos al enorme manto verde, pero en alguna parte del camino el manto empieza a presentar agujeros. La diferencia se hizo obvia cuando estábamos a punto de aterrizar. La frondosa tierra virgen dejó paso a las copas de los árboles esparcidos por una tierra árida. Durante la estación seca incluso el acceso al agua constituye un problema.

Una vez aterrizas, el lugar parece incluso más olvidado. Aunque se trata de la capital de la provincia, carece de toda infraestructura. Es sorprendente analizar las diferencias. La mayoría de las organizaciones no gubernamentales evacuaron Ndélé durante los incidentes. Y casi ninguna de ellas ha reanudado todavía sus actividades.

Con un Gobierno que todavía tiene que hacerse con el control del territorio y la huida de las ONG, la población se ha quedado sola con sus muchas necesidades. Estas personas están ocultas a la mirada del mundo. La respuesta que suelo obtener de los transeúntes es “merci” (“gracias”). No sé si es que simplemente la gente es educada o si nos dan las gracias por no haberles olvidado.

Personalmente, no me resulta nada fácil escribir sobre Ndélé. Cuando intento describirlo, todo parece como una serie de acontecimientos sin orden ni concierto. Como si alguien hubiese sacado fotos desde el aire y al aterrizar intentase entender un orden al azar. Lo que es cierto un día puede no serlo al siguiente. Lo que es seguro un día puede no serlo mañana. En medio de toda esta inestabilidad, cada jornada parece la misma, pero cada día es diferente. Tal vez simplemente debería hablaros sobre un solo día. Esto es lo que haré en mi próximo post.

 

1 comentario

  1. Dice ser superduplex

    La República centroafricana es el pais más triste del planeta. Así lo calificaba un organismo internacional.
    hablar de esto es importante, y darse cuenta de lo que con tanta información en el primer mundo de la que disponemos y de cuántas cosas son acalladas e ignoradas porque no interesan a nadie.
    Gracias por compartirlo en tu blog.
    Aquí tienes otro enlace de alguien que está en lo mismo.

    http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/02/actualidad/1367513868_435313.html

    07 agosto 2013 | 11:42

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