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Camas hasta en el último rincón

Por Brigitte Breuillac (Costa de Marfil, Médicos Sin Fronteras)

El hospital de Abobo Sur, en Abidján, se ha transformado. Esta estructura, que se parecía a una clínica de 20 camas antes de que Abiyán fuera presa de la violencia en los últimos meses, está ahora abarrotada de pacientes. Nuestro equipo ha utilizado hasta el último rincón para colocar camas. Hasta los «halls» de entrada se han convertido en habitaciones y se han montado dos tiendas en el patio. La capacidad es ahora de 130 camas.

El director del hospital describe con humor la hiperactividad que caracteriza al centro. “¡Es como una epidemia de trabajo!”, bromea. Efectivamente, el personal lleva trabajando sin parar desde el 28 de febrero, cuando un equipo internacional de MSF y ocho voluntarios nacionales reabrieron el hospital. Ahora que los enfrentamientos han terminado en este barrio del norte de la ciudad, ya hay 250 personas trabajando aquí.

El servicio de obstetricia nunca está vacío. Sophie, la comadrona francesa que supervisa la unidad, dice que es como estar en otro planeta. En su país, está acostumbrada a asistir cinco partos al día, pero aquí son más de 40 las mujeres que dan a luz en una sola jornada. «Sí, claro, ¡aquí ‘se hacen’ muchos bebés!”, dice riendo otra comadrona del hospital, marfileña. La presión es tal que las madres jóvenes y sin complicaciones son dadas de alta a las tres horas de tener el bebé, dejando su cama libre para otra parturienta.

El quirófano también hierve con una actividad febril. El régimen de Laurent Gbagbo fue derrocado el 11 de abril. Hasta ese momento, que marcó el punto álgido de los enfrentamientos, este hospital atendió a más de 100 heridos de bala cada día. Aunque vuelve a reinar la calma en casi todos los barrios de Abiyán, a estas alturas siguen llegando unos 3 o 4 heridos de bala al día.

Muchos hombres armados merodeando por las calles supone muchos «accidentes». Una mañana, una pequeña de apenas dos años estaba jugando delante de su casa cuando fue alcanzada por una bala en el tórax. Otra bala le rozó la cabeza. Hay muchas más urgencias quirúrgicas típicas también, como cesáreas y peritonitis.

Afortunadamente, ya no faltan medicamentos ni material médico. Resultaba muy difícil transportar suministros hacia Abiyán finales de marzo y principios de abril: el hospital se encontraba en la línea del frente, los empleados no podían salir y los suministros quedaron bloqueados.

Los inventarios se redujeron a niveles peligrosos y hubo que improvisar: en lugar de desechar los guantes después de cada procedimiento, el personal los lavaba con jabón y cloro para poder reutilizarlos.

No se rindieron. Trabajaban con guardias de 48 horas, dormían en el hospital y comían allí, esto último gracias a Patricia, una chica que llegó en febrero para ofrecerse a echar una mano, y que se encargaba de ir al mercado a buscar provisiones, arriesgando la vida cada vez.

“El equipo estaba muy motivado”, recuerda el doctor Chibu Okanta, coordinador médico de MSF. Y todo el mundo hacía de todo: “los médicos limpiaban las camas, los enfermeros hacían también de celadores”.

Y todo en condiciones de gran estrés ya que las balas silbaban por todas partes y los tanques iban y venían al otro lado del muro del hospital. Y en medio de todo ello, había que explicar a los combatientes que debían dejar sus armas en la puerta cuando traían a heridos.

Aunque ahora la presión se ha relajado, el equipo todavía no tiene mucho tiempo para respirar. La vida diaria se ha reanudado y los pacientes abarrotan el hospital. Tras permanecer escondidos en casa durante días, e incluso semanas, ya se atreven a buscar atención médica. Esto se traduce en largas colas en la puerta del hospital…

Los pacientes empiezan a formarse a las 5 de la mañana, cuando las consultas no empiezan hasta las 7:30. Vemos a entre 350 y 400 pacientes cada día, entre ellos como os decía muchas mujeres embarazadas y niños con malaria severa, a veces complicada con anemia. Algunos llegan al hospital cuando ya es demasiado tarde y mueren aquí.

(Continuará)

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Foto superior: Servicio de pediatría, instalado parcialmente bajo tiendas de campaña en el hospital Abobo Sur de MSF, Abiyán.

Foto central: Pizarra de intervenciones en el servicio quirúrgico del hospital de Abobo Sur, Abiyán.

Foto inferior: Largas colas desde la madrugada para la consulta en el hospital de Abobo Sur, Abiyan.

Todas: © Brigitte Breuillac

2 comentarios

  1. Dice ser maria

    a veces no somos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en un pais en el que tenemos medicos a mano, es muy triste morirse haciendo cola porque hay 400 pacientes para un solo medico y cosas asi, ojala se pudiera hacer mas para solventar estas situaciones tan tristes

    31 mayo 2011 | 22:35

  2. Dice ser tecnozono

    Como bien comenta Maria, uno da por hecho que la salud es un bien universal y solo falta salir de nuestra burbuja para darnos cuenta que la vida es muy dificíl par la mayor parte del planeta.
    El mayor problema que tenemos es que los recursos no alcanzan para todos, y menos en paises pobres.

    saludos

    03 junio 2011 | 13:15

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