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Su familia le enterró, pero él volvió a casa

BecConsejo: «No te cortes porque sea fácil»

¿Sorprendidos? Lo digo porque parece inverosímil que un señor que ha muerto vuelva a casa. Aunque la verdad, tampoco es preciso ser especialmente avispado para saber que la historia tiene truco por algún lado… ¿qué habrá pasado? ¿Lo enterraron al aire libre? ¿Lo mataron mal como contaba Gila? Bueno, os voy contando para que lo descubráis. En cualquier caso, el vídeo de la derecha es una pista.

Empezamos. Arturo Montecino vive en Argentina, tiene 46 años y está vivo aunque su familia le enterró. Evidentemente, cuando entierras a alguien vivo es que algo está fallando, independientemente de las circunstancias, pero no adelantemos acontecimientos.

Corría el jueves 2 de diciembre cuando Arturo discutió con su mujer y en vez de volver a casa dejó el taller rumbo al bar, una tradición muy española, por otra parte (se pega todo menos lo bonito), donde se tomó unas copas con los amigachos. Para que no le dieran la turra que no le interrumpieran en tan sesuda actividad, dejó el móvil en el coche.

En éstas, su pareja y su hija, de 20 años (la hija, no la pareja), lo llamaron y rellamaron, pero como no consiguieron localizarlo, se preocuparon (a partir de ahora dejo de escribir en verso). Descubrieron el coche y denunciaron, el viernes por la noche, la desaparición de Arturo, según publica la prensa local.

[Algunos pensaron que se había ido a Gran Hermano, otros creyeron que escribía un best-seller, los más despistados sospechaban que estaría en Hollywood… bueno, no, esta última línea es mentira. Nadie sabía dónde estaba Arturo]

A Arturo no lo encontraban, pero hallaron un cadáver que, por las características físicas, podía pertenecer a nuestro intrépido aventurero. El lunes, madre e hija reconocieron el cuerpo. Era él.

Entregaron el cadáver a la familia, lo velaron y lo enterraron. Supongo que estarían tristes, tratando de recomponerse tras un golpe así de duro. Lo que no soy capaz de imaginar es lo que sintieron cuando el miércoles tocó a la puerta… ¡¡¡ARTURO!!!

La hija lo abrazó y su pareja (la de Arturo, no la de la hija) cayó al suelo desmayada, hasta el punto en que tuvo que ser ingresada en el hospital.

El pobre Arturo (pobre relativamente, porque no se molestó en avisar a la familia de que no se le ponía en los h… iba a tener la gentileza de volver durante unos días), el pobre Arturo, digo, se indignó y dice ahora que le da vergüenza «salir a la calle«.

«Estaba muy rayado así que empecé a caminar y estuve tirado por el río», decía el intrépido aventurero.

PD: A ver si es que sus cuñadas son Patty y Selma y le tenían preparada la lápida…