Como os lo digo. Así también hubiese tenido yo éxito de crío. Una buena voz para camelar a las damas y… en un plis plas tenía todo lo que yo jamás conseguí: ser el centro de atención. ¡Es que me comía la envidia!
Con un poco de mala baba, todo hay que decirlo, decidí invetigar cuál era su truco secreto. Y sí, habéis acertado: lo encontré.
Joselito, de niño, era muy majo, pero ‘mu pesao’. Era un chaval que empleaba el peculiar método del cortejo por repetición. Un cansino, vamos. Y si no me creéis, mirad el vídeo. Eso sí, a veces, como váis a ver, alguien con cuya presencia no contaba le chafaba el plan.