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Todo salió mal en esta demolición

BecConsejo: «Controla la ira»

Hay días mejores y días peores. No obstante, esto es el blog del becario así que no nos vamos a poner trascendentales, sólo lo justito. Hablemos de Los Simpsons. Para quien no lo sepa porque no haya podido ver los capítulos repetidos que emite Antena 3 desde hace años, son una familia amarilla (no es ideología política, ni ictericia, es que son dibujos animados) que viven en Springfield.

Y Springfield se llama así porque, por lo visto, es un nombre bastante habitual en Estados Unidos. Y al parecer, el de Ohio se parece bastante al de los dibujos… sólo falta que haya una central nuclear con Homer en el sector siete.

¿Y por qué eres así de duro con los sprinfieldianos, os preguntaréis? Pues porque en Springfield, Ohio, el otro día estaban demoliendo una torre y cayó para el lado que no debía. Una chapuza en toda regla.

Y me imagino a un grupo de ingenieros (que han estudiado un chorro de años para eso) con sus planos y sus dinamitas, planificando todo y diciendo: «Esto no puede salir mal, la torre cae para allá, nosotros nos ponemos aquí, hacemos una cuenta atrás, lo grabamos todo… va a quedar precioso veréis». ¡Genial! Bueno, casi… porque lo que pasó fue esto:

Y lo mejor de todo (o lo peor, según se mire), es que las autoridades han decidido no investigar el porqué del fallo, según leo en la prensa norteamericana. Alegan que no se produjeron heridos, de modo que no hay nada que investigar.

Y sin ánimo de faltar, porque yo sólo soy becario… ¿los cuantiosos daños materiales no importan entonces? Es decir, que como no hay muertos ni heridos da igual que se haya cepillado el tendido eléctrico, las obras de alrededor o La Capilla Sixtina. Entrenamos a puerta cerrada y sansacabó. Ya depuraremos responsabilidades en otro momento.

PD: Pues nada, mejor no saber lo que ha pasado. Eso sí, si la próxima vez se mata Paco porque la cosa cae para donde no debía… que viajen en el tiempo y lo arreglen.

PD2: Lo de empezar por «ye» cada párrafo era para hacer este chiste.

PD3: Tengo decenas de correos pendientes y de expatriados por subir (algunos con un año de retraso). Intento ponerme con ello muy pronto, mil perdones.

Los amantes de la torre del reloj

Su identidad es todo un misterio, pero se han hecho famosos a nivel mundial gracias a un arrebato de amor descontrolado. Son los tortolitos de la torre del reloj de Sidney.

Los medios australianos nos sorprendían el otro día con una curiosa imagen: la de una pareja de amantes que daba rienda suelta a su amor en un lugar poco habituado a estos escarceos.

Aunque desde lejos, la pareja fue vista por todo el mundo que transitaba la zona y, según cuentan, no tardaron en convertirse en la comidilla de las paradas de autobuses cercanas, donde la gente reía y señalaba a los dos amantes.

Recoge la prensa las declaraciones de un turista alemán llamado Dirk Gensler, que se hospedaba en un albergue cercano y que vio a la fogosa pareja cuando se asomó a la ventana: «Me ha sorprendido, era de día y mucha gente podía verlo». Efectivamente, Dirk. Es más, me atrevería a decir, sin ser un experto en estas cosas, que lo hicieron precisamente por eso; para que los vieran (¿o es que no tenían otro sitio?).

Pudiera ser (y esta teoría es mía y sólo mía), que uno de ellos fuera hijo del relojero y viviera en la torre, de modo que el «en tu casa o en la mía» habría cobrado un nuevo sentido. Se me ocurre también que podrían ser el relojero propiamente dicho y su pareja, cumpliendo una fantasía (que yo afortunadamente no tengo): hacerlo en el sitio de trabajo.

Todo es un absoluto misterio, incluso para las fuerzas de seguridad, que insisten en que es imposible colarse en ese sitio (pues ya me diréis entonces, genios…).

La teoría que más fuerza tiene hasta ahora es que son estudiantes celebrando el fin de los exámenes (os lo juro, esto sí que no me lo he inventado). Al fin y al cabo, la zona está cerca de la universidad…

PD: El fin de semana me está quedando un pelín picante, entre el Show them to me y esto. La semana que viene vuelvo a ser el de siempre.

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