Me pasa Mario un vídeo que circula exitosamente por la Red bajo el título ‘Cop mistakes penis for a gun’ que resulta, cuando menos, curioso. Y digo esto porque creo que, si yo fuese el policía, me hubiese pasado lo mismo (en cambio, si fuese el sospechoso, ya os digo que, por desgracia -ni en eso destaco- no hubiese habido confusión). Él hace su trabajo, ¿no? Cachea… nota un bulto… insiste… y certifica que no es una pistola. Es… pues otra cosa.
Confieso que la primera vez que lo vi no noté nada raro. Tuve que escribir de nuevo a Mario para peguntarle dónde estaba el ‘quid’ de la cuestión y, efectivamente, me abrió los ojos. Yo no había caído en la cuenta de dos cosas:
En la moda de llevar los pantalones casi por debajo del culo.
En que no hay bulto posible que agarrar bajo el ombligo de un hombre, salvo dos tipos de pistola: la que tenemos todos o la que busca el policía.
Tras esto comprendí lo ingrata que puede a ser una profesión. Cumples con tu deber y aún así protagonizas una escena cómica. Gajes del oficio, intuyo.
PD: Gracias, don Mario, por enviarme este documento. Con lectores como usted (y Fergie -tu poesía saldrá publicada en breve-, Sara, Samuel, Jmarc, Antoñita, Melisa, David, Fede, Emilio, Miren, etc) que tanto me ayudan, tengo mucho más tiempo para centrarme en el periodismo de investigación.