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Lo más raro que ha pasado durante la semana (28 de febrero-6 de marzo)

BecConsejo: «Síntesis»

Sin rodeos. Si alguno se pregunta qué cosas extrañas han sucedido últimamente, éste es su sitio. Sabéis que durante la semana, entre pitos y flautas, no he tenido tiempo de contaros tantas frikidades como me habría gustado. Aprovecho este espacio para hacerlo, antes de que Trolly usurpe mi puesto. Vamos allá:

1. Le multan si fuma en su casa

Muchos españoles se quejan de la nueva ley antitabaco. Que si es restrictiva, que si no se puede fumar en los bares, que si hay un colegio cerca… Pues bueno, si llegan a estar en la postura de Harry Lysons flipan, y perdón por la expresión coloquial (ya sabéis que yo escribo parecido a Calderón de la Barca, habrá sido un lapsus).

Harry tiene que pagar más de 1.400 euros cada vez que se fuma un cigarrillo en su casa. Resulta que Russell y Amanda Poses, vecinos de Harry, denunciaron al fumador porque, según su testimonio, el hedor del tabaco les impedía comer y había causado problemas respiratorios en sus hijos.

De todos modos, no hay problema. Harry dice que está de acuerdo, que le pueden poner la multa más alta de la historia, porque no va a dejar de fumar. No obstante, sí dejará de hacerlo en su casa, según publica el New York Post.

Dice Harry que con 70 años hay algunos placeres, como fumar un cigarro o beber una copa, a los que no piensa rechazar. A partir de ahora, la copa será en casa, el cigarro en la calle. Vamos, como si fuera un bar español.

2. La soltería como secreto de la longevidad

Muchos os preguntaréis cuál es el secreto de la longevidad. Habréis oído de todo: correr mucho, comer alubias, leer lo justo, visitar diariamente el blog del becario… (oye, igual con esto último…).

Sin embargo, Gladys Gough, una señora de 103 años, asegura que el secreto de su edad está en que nunca tuvo pareja, nunca se casó, nunca tuvo hijos, nunca… bueno, ya sabéis. Además de eso, presume de comerse siempre su cena, algo que puede parecer una tontería, pero que para Gladys no lo es en absoluto.

Nuestra protagonista es británica y vive desde hace ocho años en una residencia, según leemos en la prensa local. Y pensaréis, ¿cómo lleva lo de vivir toda una vida sola? Pues bueno, no es exactamente así. Gladys vivió muy ligada a su hermana Edna, que murió en 1997 a los 85 años. Vivían juntas y tuvieron la oportunidad de viajar a numerosos lugares, desde Suiza hasta Hong Kong.

Bueno, yo no termino de verlo, sinceramente, pero si alguno lo quiere probar (y está a tiempo) que lo intente. Comerse todo lo que pongan en el plato y no comerse un colín. ¿Alguien se arriesga?

3. Aparca un tanque frente a casa

¿Qué pensarías si tu vecino tuviera un tanque aparcado en la calle? A mí, sinceramente, me daría un poco de miedo, sobre todo después de haber visto The Walking Dead. Aunque para encontrar reacciones reales será mejor preguntar a los vecinos de Nicholas Kravchenko, el señor que tiene un tanque aparcado en la calle de Wolvercote, una localidad británica.

Dicen los vecinos que eso da miedo, que intimida, que es monstruoso y que además ocupa mucho aparcamiento, pero a Nicholas le da igual, es su tanque y le gusta. Es un ingeniero militar retirado y no quiere quitarlo de ahí porque «no hay ninguna ley que prohíba tener a alguien diez tanques», según leo en varios periódicos de la zona.

«Puedo conducirlo cuando quiera», fanfarronea Nicholas, que se llama a sí mismo Hombre Tanque (hombre, eso igual es pasarse). El vehículo, que alcanza 32 kilómetros por hora y ocupa varias plazas de aparcamiento, fue usado en la década de los 60 por el ejército británico.

Y ahora digo yo… No sé vosotros, pero si algún día me levanto para ir a trabajar (a las 6.00 horas) y cuando salgo a la calle me encuentro con un tanque aparcado, lo primero que hago es acojonarme y correr volver a casa. Quedan avisados mis jefes, por si falto algún día.

4. La terapia nudista

En Madrid, como en Nueva York, la gente va muy estresada. La gran diferencia entre ambas ciudades (bueno, habrá miles más, pero yo me quedo con ésta) es que aquí no tenemos a Woody Allen, así que lo de la terapia no se estila tanto.

¿Y qué importa que aquí no tengamos a Woody? Pues hombre, como allí lo de la terapia se lleva mucho, las hay de muchos tipos. La última, la terapia desnuda, de Sarah White. Sarah tiene 24 años y ofrece una terapia muy muy muy (¿he dicho muy?) diferente. Propone desnudarse mientras le cuentas tus problemas, aunque yo no sé si eso hará que desaparezcan o que aumenten.

Dice la prensa norteamericana que no está licenciada y que es difícil saber si es una terapeuta sin licencia que ejerce de modelo o una modelo que practica la terapia. El caso es que las sesiones pueden ser presenciales o vía webcam, que la mayoría de cliente son hombres y que el objetivo es que tú desnudes tu mente mientras ella desnuda su cuerpo.

Al parecer su novio apoya esta innovadora idea de Sarah, pero sus padres no están muy de acuerdo. Sin duda, es una posición difícil. Yo como padre lo vería rarísimo, lo admito, aunque como novio tampoco sé si lo entendería del todo.

PD: Por cierto, me estoy independizando. Ya os contaré, ya…

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