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Comenta en Twitter que su trabajo es una ‘M’ y es despedida antes de empezar

cellla_respuestapLa protagonista de este post se ha ganado a pulso el título de ‘imprudente del año‘. Aireó a los cuatro vientos lo ‘contenta’ que estaba con su nuevo empleo usando un calificativo a todas luces esclarecedor: «Jodido trabajo«. Con dos… Si el curro es una ‘M’ para que andar con medias tintas.

El problema es que el ‘cariñoso mensaje’ fue transmitido de inmediato a su futuro jefe, que desempolvó su cuenta de Twitter, y respondió a la altura de las circunstancias: «¡Y no… tú no empiezas el trabajo de mierda hoy (7 de febrero)!… ¡Te acabo de despedir! ¡Buena suerte sin dinero y sin vida laboral!». ¡¡¡Sin paños calientes!!!

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Paga ahora una pizza que robó hace trece años

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Mi abuela siempre dice que «las deudas son sagradas«. Y yo le respondo que «solo para algunos«. Ella se indigna y me insiste muy enfadada: «Así va el país«. Pues esta historia que os traigo hace homenaje a esas personas, que aunque tarde, pagan religiosamente sus obligaciones dinerarias.

Hace trece años, un padre de familia hizo ‘algo muy feo’: mangó una pizza recién hecha para alimentar a su hijo. Una especie de Jean Valjean moderno. En este caso no fue a la cárcel, pero el sentimiento de culpa le ha perseguido durante casi tres lustros. Hasta el pasado 28 de enero que mandó una confesión escrita al dueño de la pizzería. ¡¡¡Bien hecho!!!

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Arrestan a un pizzero por restregar sus genitales por la comida de un cliente

austin-michael-symondsHaciendo gala de mi pretendida ignorancia en el asunto, siempre pensé que la leyenda de los cocineros o repartidores de comida que echan sustancias asquerosas en el pedido de sus clientes era mito y no realidad. Y quiero seguir pensándolo, que soy un ceporro en la cocina y recurro con frecuencia a la telecomida, a pesar de la pésima experiencia de Brent Bradley, un cliente de una cadena de pizzerías que vio con sus propios ojos cómo un empleado del restaurante posaba sus testículos sobre su pizza hawaiana antes de intentar servírsela. ¡Qué tío cerdo!

Brent llegó a la pizzería Papa Murphy de Georgetown, Texas, minutos antes de la hora de cierre del local y pidió su hawaiana. Mientras esperaba que le sirvieran su comida, se asomó al otro lado de la barra y vio cómo Austin Michael Symonds, su camarero, se pasaba la comida por el forro. ¡Literalmente! Por el forro o la bolsa escrotal, llamadlo como más os plazca. Indignado, Brent increpó al muchacho, que no tuvo reparos en reconocer su responsabilidad al tiempo que se disculpaba con un escueto «I’m really sorry!» (¡lo siento mucho!) y reconocía que lo que había hecho era «algo estúpido».

Tras las disculpas, el cliente le preguntó su edad a Symonds, que le dijo tener 18 años. «Por tanto, eres lo suficientemente mayor como para saber lo que has hecho», le respondió y llamó a la policía para denunciar el asunto. El joven pizzero admitió los hechos sin mayor resistencia y los agentes del orden se lo llevaron arrestado, acusado de alterar un producto de consumo. Tras pagar una fianza de 10.000 dólares (7.000 euros), el muchacho fue puesto en libertad y, por supuesto, despedido de su trabajo en la pizzería.

En su honor cabe decir que el tipo, aunque cochino, es bastante honrado. Al gerente de Papa Murphy le confesó que se restregó la pizza por los testículos en venganza porque el cliente hizo su pedido cuando estaban a punto de cerrar y también admitió que si no le hubiera pillado, muy probablemente, le habría entregado la pizza. La pena, Austin Michael es que la masa no estuviera a una temperatura lo suficientemente alta como para que te chamuscaras las pelotas -o como se diga-, castigo que me parece proporcionado, ¿no?
Fuente: NY Daily News.

Un pizzero ofrece descuentos a clientes que vayan armados a su local

pizzaarmasdescNo es ilegal, pero sí alarmante. En pleno debate sobre la idoneidad de la Segunda Enmienda a la Constitución estadounidense, que recoge el derecho de cualquier individuo a la posesión de armas con fines defensivos, un pizzero americano ha hecho apología de ellas y, además, atacando a un flanco débil de sus compatriotas: el estómago. Y eso, poco después de la horrible masacre de Connecticut, para dejar claro que hay gente con pocos escrúpulos.

El propietario de la pizzería All Around Pizzas and Deli, Day Laze, es un férreo defensor de la posesión de armas y ha hecho alarde de ello haciendo a sus clientes una oferta, a mi juicio, poco edificante. Bajo el eslogan «Ven con tu arma y tendrás un descuento», el señor Laze se ha hinchado a vender pizzas a mejor precio a sujetos que aparecían por su local con un rifle o una pistola.

La oferta ha calado entre la comunidad armada y Laze asegura alrededor de un 80% de sus clientes se han presentado en la pizzería con armas de fuego. De hecho, el éxito de la iniciativa ha convencido al pizzero para mantener la campaña hasta, al menos, el 31 de marzo, a pesar de que en principio tenía planeado que fuera una oferta de un par de días.

No sé vosotros, pero a mí me resultan muy poco apetecibles las pizzas de un local que huele a plomo. Si viviera en EE.UU., preferiría evitar pasar por allí, porque no quiero imaginarme cómo acabaría una discusión porque alguien se ha colado o porque el cocinero se ha pasado con el peperoni. Sin embargo, también quiero ver el lado bueno de la idea y espero que a los clientes, con el estómago lleno, les dé pereza desenfundar.

Se desnuda para despedirse de su trabajo

camareradesnuda¡Qué cosas se encuentra uno dando una vuelta por Twitter! La red de microblogging, de la que estoy descubriendo infinitas posibilidades gracias a ‘140 y más‘ me alertó de una foto curiosa, la que abre este post. Recibida la alerta, me puse a investigar en el caso para contaros su historia.

En la pizzería Roberta’s, de Nueva York, una de sus empleadas decidió hacer algo memorable en su último día de trabajo. Así, esperó a los minutos finales de su turno para ir al reservado del restaurante y cambiarse de uniforme. Entró vestida de pizzera y salió ataviada como una stripper, como los participantes del ‘Lluvia de estrellas’ con que nos amenizaba las noches Bertín Osborne

Con el único abrigo de unas medias de rejilla y un mensaje pintado en su espalda, «PEACE OUT» (algo así como «¡que os den!»*), la joven camarera dejó boquiabiertos a los clientes, a algunos de los cuales repartió cariñosos abrazos, según Vicky Oyomba, autora de la foto.

Por supuesto, sus jefes desconocían de cabo a rabo el plan de su inquieta empleada, a quien sacaron del salón tan pronto como fue posible. La camarera, de la que no ha trascendido su nombre ni su rostro (me alegro de que pueda mantener su anonimato), no debía estar muy satisfecha con su experiencia en Roberta’s y protestó al estilo FEMEN, la organización feminista ucraniana en la que sus activistas se quitan la ropa para denunciar los abusos de su Gobierno.

Se me ocurre que no es una mala manera de protestar, mucho mejor que quemar contenedores o romper mobiliario urbano, ¿no? ¿Qué formas de protesta usaríais vosotros?

*Gracias, Impeller.

El ladrón fue pillado in fraganti

BecConsejo: «No temas pedir ayuda»

Allá donde veo a un ladrón en problemas, el Nelson que llevo dentro de mí me impele a situarme frente a él (en sentido figurado, eso sí, porque soy un poco cagón) para hacer eso de «Ha, ha!».

La suerte (para nosotros) y la desgracia (para el chorizo) nos lleva hoy hasta Nueva York, donde el ladrón Timothy Cipriani fue detenido después de verse envuelto en una de esas situaciones que dan vergüenza ajena.

Os cuento. Timothy estaba intentando robar en una pizzería el viernes cuando de repente se vio atrapado en el conducto a través del que estaba tratando de acceder al local, según la prensa internacional.

Estaba atrapado en un conducto de aire y lleno de grasa, de modo que no le quedó más remedio que pedir auxilio a gritos. La Policía, que tenía todo a su favor, entró a la pizzería, hizo varias fotos de Timothy atrapado para dárselas a la prensa y entonces (y sólo entonces) procedieron a rescatarle.

Nada más y nada menos que media hora llevó liberar a Timothy, que colgaba como un choricillo encima de la freidora del Paesan Pizza. Pero aún hay más: la Policía sospecha que hay otro hombre implicado que habría huido antes de ver la ridícula escena en la que su amigo quedaba engrasado y encajado.

Cipriani (o Cipri, para los amigos), tiene 46 años y llevaba algo más de un año en libertad condicional. Hasta entonces permanecía en prisión por penas de robo e intento de robo (otra cosa no, pero parece que el tipo tiene claro lo que quiere).

PD: No me diréis que el muchacho no está gracioso en esas fotos para su ficha policial…