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La mejor forma de quitarse los vicios

BecConsejo: «Mejor si no dependes de nada»

En Cuba piden «un carro, una casa y una buena mujer». En Estados Unidos una hamburguesa y un perrito. En Europa, que Mourinho se pase al teatro y Guardiola a la literatura. Cada uno tiene sus vicios, claro.

Bueno, en mi caso… no fumo, apenas bebo alcohol y café… digamos que mis vicios son Internet y el fútbol. Muchas veces he pensado en quitarme de lo primero (fundamentalmente cuando mi madre me dice: «Hijo, ¿has leído todos los insultos que te han escrito en el blog?) y de lo segundo (cada vez que se me ocurre ver diez minutos del Schalke o un partido entero del Madrid. El problema es que aún no he encontrado la manera.

Sin embargo, Mark Malkoff me ha dado la clave. Quizás no le recordáis (o quizás sí): Mark es un humorista y director que hace un tiempo se mudó a vivir a una tienda sueca con los muebles desmontados.

Con antecedentes como éste (ha montado alguna más de este estilo), ya podéis imaginar que su método para desengancharse iba a ser algo drástico. Decidió encerrarse en su baño durante cinco días para quitarse de Internet.

Cuando digo quitarse de Internet no es que se encerrara para llamar a escondidas a su proveedor y darse de baja, sino que consciente de que esto le iba a dar mucha repercusión descubrió que la única forma de pasar menos tiempo conectado era encerrarse.

Se grabó durante las 120 horas que pasó en el baño para ver cómo iba su mono. Decía, antes de empezar con la aventura, que era adicto al correo electrónico, a Twitter, a Facebook, a YouTube, a muchos diarios y a El blog del becario (vale, el último me lo he inventado).

La aventura la vivió a finales de agosto: cinco días en el baño sin Internet, iPhone, televisión, portátil… muchos (los más jóvenes) dirán: ¿y entonces qué hizo en el baño?

Bueno, si tuviera 14 años, Mark habría ido directo del baño al hospital, con dolor de… ays, ¡si tuviera 14 años! El caso es que, como es algo más talludito, aprovechó para leer un libro y el guión de un amigo, aprender dónde está Gambia, Surinam y el resto de países del mundo, escribir cartas a familiares y amigos donde (en teoría) les dijo que les quería, tocar una canción con la guitarra y escribir una lista de «99 razones por las que amo a mi mujer», entre otras cosas.

Es una buena solución, al menos aparentemente. Desde luego que, si te lo montas bien y tu mujer te entiende, al final tienes que salir loco o rehabilitado. No hay término medio.

PD: Christine, esposa de Mark, se encargó de actualizar las redes sociales del cómico.