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La mujer que daba a luz conejos

BecConsejo: «Las mentiras, que sean verosímiles»

Según qué historias no sabe una si clasificarlas en Misterios becarios o Cultura becaria. La de hoy, chivatazo de @tinoserrano, es un poco extraña y antigua, así que la clasificaré en las dos categorías. Bueno, y después de este coñazo esta bonita presentación, vamos al lío. La anécdota de hoy está patrocinada, ilustrada y documentada por la Universidad de Glasgow.

Mary Toft nació en 1703, murió en 1763 y entre medias dio a luz unos cuantos conejos (o al menos eso dijo ella). Todo ocurrió durante el mandato del británico Jorge I, porque Mary era británica. Un día, la joven Mary, sirvienta de profesión, tuvo que elegir entre pincharse con una aguja e inspirar cuentos de Disney o parir conejos. Eligió lo segundo.

Dicen los informes que en agosto de 1726 la protagonista de nuestra historia sufrió un aborto, pero que en septiembre parecía aún estar embarazada. Tanto, que su suegra y una vecina la atendieron en el parto, donde nació algo similar a un conejo. Un día después llegó un médico que se encontró con más partes de animales. Y durante los días siguientes, más partes y más animales: que si una cabeza de conejo, unas patas de gato… así, hasta nueves conejos recién nacidos muertos. [Voy a obviar cómo se quedó embarazada del conejo, según su historia, pero para saciar vuestra curiosidad os diré que fue a través de un sueño].

Lo lógico sería pensar que la mujer le estaba tangando, porque lo habitual no es dar a luz conejos. Es más frecuente, por ejemplo, ver a un ser humano matando conejos (hasta nueve, incluso) o desmembrando animales que dando a luz conejos… no sé, llamadme perspicaz.

El médico (John Howard, por si veis que ahora trabaja en vuestro ambulatorio a los 300 y pico años de edad), avisó a otros médicos y científicos para contarles el milagro. Hasta el Rey mandó a dos hombres para ver qué pasaba con la mamá coneja (el padre imagino que estaría comiendo zanahorias, como buen conejo) y a su llegada, el 15 de noviembre, descubrieron que Mary ya iba por su conejo 15. ¡Qué vitalidad la de esta mujer!

Llegaron otros dos médicos (obvio los nombres para que no os liéis) y siguieron naciendo conejos (siempre muertos, obviamente). En ésas uno de los doctores se llevó partes del conejo para examinarlas y descubrió que uno de ellos tenía heces (caca, para los amigos) en el recto, de modo que, o el conejo se cagaba en su madre (con perdón), o no se desarrollaba en el útero.

De repente Mary se vio como una atracción en la prensa y ya no era tan pobre (ríete tú de los que van a DEC ahora). Entonces decidieron hacerle un seguimiento continuado y la pobre, evidentemente, dejó de dar a luz conejos. Había tanta vigilancia que descubrieron a un señor intentando meter un conejo en la habitación. El pobre confesó que la familia de Mary le había pedido que le diera el conejo más pequeño que encontrara.

La confesión de Mary

Aún no había sido descubierto el fraude, pero faltaba poco. La táctica para que confesara fue la misma que la del Doctor Hibbert con Bart Simpson para quitarle las cosas que se pegó en la cara en un capítulo: un buen susto. Un médico le dijo que iba a tener que someterse a una dolorosa cirugía para descubrir si su organismo era diferente al del resto de las mujeres, a lo que ella respondió: «¡Eh, quieto parao!» antes de confesar.

El 7 de diciembre de 1726 admitió que se había introducido conejos muertos en su vagina (¡OLÉ!) y que los había expulsado como si los estuviera pariendo.

Los médicos en general quedaron tocados, pero los que apoyaron a la señora Mary en particular, quedaron hundidos. En cuanto a la protagonista de la historia, pasó unos meses en la cárcel y la soltaron sin hacer mucho ruido. Cosas que pasan.

PD: Nota al fabricante… dar a luz conejos es imposible si eres un ser humano. Tan imposible como encontrar a Chuck Norris en Google (probad a poner Find Chuk Norris y darle a «voy a tener suerte» -vía @dianagotika)