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Telecinco nos ha engañado

No pasa nada, hombre, yo asumo las derrotas con deportividad. Pero Telecinco me ha engañado y se ha reído de mí. Bueno, de mí, y de todos los que esperaban ver un final digno de Sin tetas… (y no un parche ni una muerte cutre de El Duque).

Vayamos por partes. Nos ha engañado porque lo de grabar dos finales era una patraña, un acto de márketing, una falsa propaganda dando a entender que cualquiera de los dos tenía posibilidades de ser emitido. No era cierto. Ya tenían claro que el pequeño Marcelino iba a morir. Y esos dos minutos de descuento que nos pusieron el viernes-noche, vendidos como «el otro final», no son más que una pantomima, en plan «mirad lo que NO hemos elegido para la serie, que al menos os servirá de consuelo». Pues no cuela. El final bueno nunca fue una opción y este minipastel alternativo no fue más que un caramelito de consolación para los más románticos, una farsa innecesaria (no somos tan idiotas; podemos soportar un final trágico en una serie de televisión) y una chapuza de campeonato. ¿Qué guionista presumiría de esto? A ver quién tiene la cara decir que esto era una alternativa de verdad:

1- Tiroteo como en el primer final (pero con menos disparos al ‘Duque’)

2- Muerte de Morón (igual que en el anterior)

3- ‘El Duque’ está en el suelo, pero Catalina le dice que se levante.

4- Plano del cielo (recursazo original donde los haya) y pasan tres años (ole).

5- Minuto y medio de imágenes en una casa de lujo ‘sin chicha ni limoná’, sin nexo alguno con la historia (eso lo grabo yo en cinco o diez minutos).

Para hacer esto, mejor unos rótulos diciendo que «vivieron felices y comieron perdices» y a tomar por saco. Pero vamos, que aquí jamás hubo dudas. ¿Y por qué lo tenían claro? Pues ahí llega la segunda parte, el asunto de «se ha reído de mí (nosotros)». Resulta que según publica la propia cadena, hay varios motivos por los que se dictó «la sentencia de muerte»:

1) Era «una historia de amor imposible y éstas, en la ficción, nunca acaban bien», dice Telecinco, que añade que «ejemplos hay de sobra: Casablanca, Romeo y Julieta, Memorias de África, Los puentes de Madison, La colina del adiós…» (Hombre, comparar Sin tetas… con Casablanca… creo que a Vasile se le fue la mano).

1) Como Marcos y Eva en Los Serrano, como Bea y Álvaro en Yo soy Bea… relaciones de amor imposible que no funcionaron en Telecinco (o Nacho y Alicia en Médico de familia). «¡COPÓN! ¡Si es justo lo contrario!», digo yo.

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2) «Y el otro pilar de Sin tetas… es el currículum violento del protagonista. Como les ocurrió a los personajes interpretados por Al Pacino en El precio del poder o Atrapado por su pasado, o Tom Hanks en Camino a la perdición, el mal nunca triunfa sobre el bien […] «es un asesino, y no se puede legitimar el mal», dice Telecinco.

2) Por supuesto, el mal no se debe legitimar. Así que ni se nos ocurrirá pagar a un ex presidiario para que nos cuente sus historias, porque «el mal no se debe legitimar», digo yo.

PD: Que no me vendan tantas motos, que bastantes insultos leo al día como para que se rían de mí. Necesito un yogur de fresa, ya.

PD2: Por si alguien cree que el ‘parche feliz’ era una opción, aquí va otra evidencia de que no: si este hubiese sido el final, la serie se hubiese acabado ahí sin saber qué pasa con Jessi, Martínez, Cuesta… han dejado muchas historias abiertas porque todo está hecho para el final malo. Si de verdad quieres hacer un final bueno, todo el capítulo hubiese sido diferente.

PD3: Dejadme, por favor, que termine con un comentario que deja Alfred:

«Menos mal que tele5 no televisa los partidos de futbol,si fuera asi hoy ganaria un equipo y mañana volverian a retransmitir el mismo partido y en los ultimos minutos cambiaria el resultado,a que molaria ? asi hoy gana el tuyo y mañana el mio,UNA PASADA,se lo tendran que plantear,me muero de la risaaaaaaaaaaa»

Así nació la voz de ‘El Duque’

No todo en la vida del famoso ‘Duque’ fue llegar y triunfar, no. El triunfo de ahora es fruto de un duro trabajo, que comenzó hace muchos muchos años, con su participación en la película ‘Marcelino, Pan y Vino’.

Además, su voz actual, esa que vuelve locas a mis compañeras de Facultad, no es la de sus comienzos. Al principio tenía una voz muy aguda, incluso afeminada, que no le habría llevado a ningún sitio.

Suerte que Carlos Pumares andaba por allí para echarle un cable

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