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El disgusto del niño en el campo de béisbol

BecConsejo: «Piensa en los niños»

En el último post, el de la mujer detenida el día de su boda (por más que algunos se empeñen no me lo he inventado, haced una búsqueda en Google con su nombre y veréis) se originó un pequeño debate sobre qué personaje de Los Simpsons decía aquello de «¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?». Yo os decía que era la mujer del reverendo Lovejoy e insisto, después de oír el audio en YouTube.

Pues bien, esa frase que cerraba el último post me vale para enlazar con el siguiente, porque a menudo nos convertimos en niños y les quitamos la ilusión a los que sí son aún críos. A veces sin querer, como en el vídeo que veremos a continuación, otras queriendo, como cuando el señor Burns le intenta quitar la piruleta a Maggie.

Os pongo en antecedentes: están jugando un partido de béisbol los Giants y los Dodgers cuando una bola se va fuera y se acerca a un niño que la espera como si aquello fuera lo último que fuera a hacer en su vida. Sin embargo, la atractiva joven que está sentada delante de él se levanta y coge la bola. Vaya… su gozo en un pozo. ¡No imagináis cuánto!

El niño se lleva un disgusto de los gordos, casi tanto como cuando mi madre me dijo que no me compraba un bollo y yo me puse a darme cabezazos contra el suelo de la panadería (comprobaréis que de pequeño yo no era mucho más listo que ahora, luego aprendí y me daba cabezazos contra el sofá, que es mucho más blandito). El pobre se pasa un rato haciendo pucheros y cruzando los brazos, haciendo plausible su disgusto.

Ahora bien, ¿qué hay que hacer en estos casos? Su deseo de tener una pelota es relativamente asequible, pero podría ser un mal ejemplo enseñarle que todo lo que quiera lo tendrá. Me imagino al muchacho yendo a un concierto de Justin Bieber y poniéndose a llorar porque no tiene la camiseta que Justin (Baby, baby, baby uhhhh) ha lanzado al público. A ver si el fan que la recoge se la da…

Bueno, sea cual sea vuestra opinión (yo no lo tengo claro), supongo que sabréis que al final el niño consiguió su bola. Si veis el vídeo hasta el final descubriréis que tanto él como su amigo/hermano/desconocido que está a su lado reciben una. Todo porque durante el descanso pusieron la imagen del niño en las pantallas gigantes (ahora la ponen en YouTube y es todo un éxito).

Sin embargo, quien piensa en los niños (que diría la señora Lovejoy) no es la atractiva joven que recoge la bola, sino un señor con acreditación, que hace de él un niño feliz y famoso en YouTube.

PD: Y yo me pregunto… ¿por qué demonios os cuento todo esto, si a mí ni siquiera me gusta el béisbol?

Error y fracaso en el campo de béisbol

BecConsejo: «La familia es lo primero»

Aunque ahora es un apasionado, cuando yo era pequeño mi padre no era muy aficionado al fútbol. Yo lloraba las derrotas del Real Madrid ante el PSG en soledad mientras él se preguntaba años más tarde quién demonios era Jarni. Ahora los tiempos han cambiado, pero en el debe de mi infancia está que solo me llevó dos veces al fútbol: las mismas que le he llevado yo a él cuando me hice mayor.

De todos modos, viendo cómo está el percal, casi prefiero eso a que me lleve al campo y me la líe, como ha pasado en un partido de béisbol en Estados Unidos.

Es posible que lo hayáis visto ya en la tele o en alguna web, pero por si acaso… os cuento. Jugaban Los Angeles Dodgers contra los Florida Marlins y una bola vuela hacia la grada. Si habéis estado alguna vez en un campo o en un concierto, sabréis que hay auténtica devoción por coger cualquier cosa que sale del campo/escenario, de modo que no os extrañará lo que ocurrió (¿o sí?).

Un padre levanta a su hija para que ¿coja la bola? ¿celebre? ¿le dé el aire? ¿salude a un amigo? ¿le escupa al de abajo? ¿compruebe si está lloviendo? Bueno, el caso es que la levanta pero…

… Pero cuando ve llegar la bola papá decide que esa pelota tiene que ser suya, suya y de nadie más, y deja (caer) a su hija a su suerte. La pequeña se lleva una tarascada, nada grave afortunadamente. Minutos después del porrazo sonríe alegremente mientras su padre intenta ganarse su perdón.

Quiero pensar que nunca os han dejado caer en un concierto ni en un partido, así que os pregunto otra cosa: ¿alguna vez habéis logrado conservar una reliquia de uno de estos acontecimientos? No sé, un balón, una toalla…

PD: Lo peor de todo es el padre no cogió la bola.

PD2: Mamá, sabes que no se me olvida que no me dejaste ir a ver aquel Valencia-Ajax.