Un caballero, con más apetito que Carpanta, se metió entre pecho y espalda 15 platos en un buffet libre. Tal fue la desesperación de los dueños del establecimiento ante un apetito tan insaciable que le invitaron a abandonar el local.
El hambriento, residente en Sao Paulo (Brasil), aprovechó la promoción de un buffet que prometía que se podía comer todo lo que uno deseara por 19,90 reales, cerca de 4 euros. Sin embargo, viendo la voracidad del cliente no tuvieron más remedio que echarlo. «Nos quedamos sin existencias«, debieron de pensar los propietarios. Lee el resto de la entrada »
Puede que la protagonista de este sorprendente vídeo sea una de las cabras más inteligentes del mundo. Y no exagero lo más mínimo. Bueno, un poco para crear intriga y la necesidad imperiosa de darle al play. 😉
El sagaz artiodáctilo ha sido capaz de idear un plan para comer de las ramas de una árbol sin apenas esfuerzo. ¿Cómo lo habrá hecho?Lee el resto de la entrada »
Una tranquila superficie arenosa puede ocultar todo tipo de peligros. Desde arañas de mar a otras criaturas, tan temibles, que solo verlas comer da miedo.
Como ha compartido en su Instagram, el tablón de anuncios de todo influencer que se precie, Xan ha querido comunicar a sus fans su reciente hospitalización, aclarando que su ingreso no se ha debido a una sobredosis por drogas sino a otro tipo de adicción: los cheetos picantes. ¿Lo qué?Lee el resto de la entrada »
Latasha Renee Love, la malencarada mujer de 37 años de la foto, descubrió que su hijo se había desayunado sus Pop-Tarts sin permiso y no tuvo el menor reparo en llamar a la policía local de Charlotte, Carolina del Norte, para denunciar el ‘robo’. Varios agentes se personaron en la casa de la denunciante y arrestaron al muchacho, que se enfrenta a cargos por hurto. ¡Atención jóvenes y ‘jóvenas’, comerse sin autoridad materna unas galletas en tu propia casa puede ser considerado hurto en Carolina del Norte!
Por lo visto, no es la primera vez que la señora Love tiene problemas con su hijo, con el que las discusiones son recurrentes. Sin embargo, ahora la mujer ha ido demasiado lejos. Algunos de sus vecinos, se han tomado a chufla la noticia y, además, no dudan en apoyar al niño. Un ejemplo es Fred Patrick quien, entre risas, tiene claro que el muchacho «me cae muy bien. Es realmente respetuoso».
Suponemos que los tribunales de Carolina del Norte tienen asuntos más importantes que atender y no harán mucho caso a esta payasada de la señora Love, que ya ha conseguido asustar lo suficiente al chaval con el arresto policial. Sin embargo, se me ocurre que la mujer merece un escarmiento, por cretina. ¿Qué castigo le impondríais vosotros por abusar de la Justicia? Me vale, por ejemplo, limpiar con un cepillo de dientes dos días a la semana su calle de Charlotte…
BecConsejo: «Vive como si no hubiera cielo ni infierno, por si acaso»
Viendo estas cosas, a uno le dan ganas de crear una sección «adictos a comer cosas raras». Ahí podríamos meter a la gente que come bocadillos de clavos (si existen), a quienes les gusta comerse las bombillas a trocitos (si existen) o a aquellos que comen espinacas (si existen).
Sabéis lo que opino de estos casos. Sin ser psicólogo, creo que la mejor forma de superar una adicción no es salir en la tele haciendo chanza del tema; pero como vosotros no tenéis la culpa de ello, os cuento el caso de Adele Edwards, que participa en el programa estadounidense Mi extraña adicción.
Adele tiene un vicio caro, que es comer muebles. Sin embargo, como no todos los muebles son comestibles (vamos, ninguno lo es, pero no es igual comer esponja que comer madera), su vicio son los sofás. Nuestra protagonista tiene cinco hijos, 30 años y come cojines a dos manos.
Pensaréis que lo hace porque hay cámaras, pero no. Lleva a sus espaldas (o en su estómago) ocho sofás y cinco sillas, según la prensa británica. Bueno, eso en los últimos cinco años. Antes, ni se sabe.
Como supondréis, esta manía, hábito o costumbre está destrozando su sistema digestivo y le han dicho que como no pare va a dejar huérfanos a sus hijos. Ella dice que lleva desde los diez años con esta dieta y que no logra cambiar, por más que lo intenta.
Si tenéis mucha (pero que mucha) curiosidad, podéis consultar su historia en la prensa británica, aunque yo os recomiendo que por la salud de vuestros estómagos no lo hagáis. Solo descubriréis que comía hombreras y gomas de borrar y que se llevaba trozos de cojines al cole.
PD: Al menos, durante sus cinco embarazos, se quitó la espuma, como quien se quita el tabaco. Además, no come sofás delante de sus hijos. A Dios gracias.