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Ya nadie la monta como Matías

¿Dónde se han dejado los periodistas deportivos la raza? ¿Dónde está esa tensión informativa que siempre busca la perfección?

Pongo los partidos de la Sexta y Andrés Montés está siempre ‘descojonao’ con Kiko y Salinas. «Ese balón, ese balón, ese balón…» ¿Ese balón qué? Reconozco que siento debilidad por él y no me gustó lo que hizo JJ Santos. Nunca se enfada y tiene motivos: nadie le pone un monitor más grande para que pueda distinguir quién tiene el balón.

Pongo la Champions y Antonio Luque no para de hablar de un tal Yakutov, anunciando a diestro y siniestro ‘Cazadores de Hombres’, la serie que va detrás del fútbol. Es el primero que consigue que ya no me lea la última página de los periódicos. Se sabe de memoria la programación y hace partícipes a los comentaristas de las peripecias del Yakutov.

Pongo el Plus y Carlos Martínez, escoltado por Michael ‘Orobinson’ (habla mal español a propósito), está siempre liado con que fulano o mengano «percute» en el área y le flipan las jugadas del Barcelona especialmente (y eso que yo soy como mi madre, ni de uno ni de otro). El inglés hace tiempo que dejó de parecerme gracioso. Son una dupla eterna.

Pongo la Fórmula Uno y Lobato no para de citar a sus espías (habría que despedirlos a todos) que, ni llevan nunca definitivamente a Alonso a Ferrari (nosotros sí), ni aciertan cuando narices va a llover. Se excita y me produce taquicardias, pero no se enfada cuando Alonso piede. ¡Pero si es tu colega! Qué poco genio.

Cada uno con sus batallitas y peculiaridades, pero ninguno se enfada. Pura indolencia. Pasa el tiempo y se pierden los valores. Nadie monta en cólera si las cosas no salen como tienen que ser. Nadie revienta el plató de un grito como hizo el gran Matías Prats Jr. en 1998 (aunque tras 7.000 informativos diga que ha perdido los nervios, yo no le creo) en ese vídeo que muchos hemos visto ya mil veces y que hoy quiero recordar:

Tengo que reconocer que a la vigésima visualización empezaron a hacerme mucha más gracia las dotes narrativas de Bakero que el enfado en sí, pero aún así sigue siendo mi favorito. Y Matías, mi referente.

PD: No podría acabar este post sin acordarme de José Ángel de la Casa, ese gran hombre que cantaba los goles con el mismo ímpetu con el que yo friego los platos. También es cierto que Míchel no le ayudaba demasiado en eso de meterle tensión a los partidos. Estaba demasiado obsesionado con las pegadas con el «empeine» exterior o interior del pie derecho o izquierdo, su matiz favorito.