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Un español perdido en… Caracas

Ya saben que lo nuestro son las largas distancias y, aunque pudimos habernos quedado cerca de Viena en alguno de los paraísos que nos ofrece el viejo continente, nos vamos lejos, a un nuevo mundo

Aerolíneas Bec les da la bienvenida a nuestro quinto vuelo. La travesía vuelve a ser larga, pero no se preocupen: les pondremos un par de veces El curioso caso de Benjamin Button y se les pasará en un suspiro.

Ya saben, abróchense los cinturones, apaguen los móviles (y la PSP, la DS y todos esos cachivaches) porque nos vamos… ¡¡¡A CARACAS!!!. No se preocupen, que no estaremos solos. Allí nos recogerá Roberto:

1) Nombre

Roberto.

2) Edad

47 años.

3) En España vivía…

En Valencia, aunque él es canario de nacimiento.

4) Ahora vive…

En Caracas.

5) Se mudó…

Pues ya hace dos añitos, porque se fue de España en 2007.

6) ¿Por qué se fue?

Por una de las mejores razones posibles: cruzó el charco por amor.

1) De España añora…

Las playas, salir de noche a cenar en veranito, una buena paella…

2) En España no tenía, y ahora sí…

Su coche. ¡Le encanta!

3) De Caracas no le gusta…

La inseguridad, el no poder salir de tapeo de noche, hay mucha delincuencia.

4) Recomienda que vayamos…

Al Ávila en teleférico, la montaña que rodea la ciudad y a El Sambil, un macro centro comercial.

5) La mejor comida de allí…

Las Arepas, una especie de pan redondo de maíz que se rellena con infinidad de mezclas, carne, pollo, atún, jamón, queso…

Ya hemos llegado. Aquel hombre que ven al fondo con un cartel es Roberto. Él será quien nos dará unas lecciones generales sobre Caracas:

El clima y la comida

«Lo mejor de Caracas es el clima, sin ninguna duda. Las temperaturas oscilan entre los 25 y los 28 grados casi todo el año. A veces sube a 30 o y en diciembre enero puede bajar a 20 o 22, pero vamos, nada que no se resuelva con una chaquetilla.

Además de las arepas, que se pueden rellenar con hasta 20 o 30 mezclas, es muy típico el pabellón criollo, que está hecho a base de carne desmechada. Con un guiso exquisito, a esta carne se le acompaña con arroz blanco, habas negras (aquí se llaman caraotas) y plátano frito. La combinación salado-dulce es espectacular».

La santería

«Que no os sorprenda toparos con imágenes santeras, porque aquí hay mucha cultura de brujería y santería, tal y como ocurre en la India. Hay quien piensa que eso es un ‘retraso extra’ para el país.

Uno de los iconos de Venezuela es María Lionza (algo parecido a la diosa Venus, para que nos entendamos) que está a la entrada de la ciudad en la autopista».

Dividido en dos

«La vida aquí no es aburrida, porque se vive en una constante incertidumbre. Hay muchas manifestaciones y no sabes cuando se va a liar. La ciudad está como dividida en dos. En el oeste hay más marginalidad y en el este vive la gente clase media y ricachona.

En el este todo funciona mejor: la gente se comporta, se pone el cinturón de seguridad, no usa el móvil conduciendo, respeta los semáforos… mientras que el oeste es como una ciudad sin ley, se hace todo eso y más.

La vida aquí es rara, vives preocupado y con inseguridad todo el día. Aún así, la gente es feliz: cantan, bailan, beben mucho, y siempre tienen una sonrisa en la cara».

Los atascos

«Conducir por Caracas es más difícil de lo que la gente pueda imaginar. Los atascos son horribles porque las vías y las autopistas fueron construidas bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, un dictador que estuvo en el poder en los años 50, y tal y como estaban están.

Carreteras de los años 50 y un parque automovilístico multiplicado ahora por 100.000: o sea, vías de 2 o 3 carriles y sólo cuatro carriles en algunas partes de autopista. El resultado, como cabe imaginar, es un atasco seguro y cuando llueve… mejor ni hablar».

Las fotos del post son propiedad de Roberto, que amablemente me las cedió para que las usara. Ya sabéis que si vosotros también sois españoles expatriados podéis escribirme a elblogdelbecario@gmail.com y os cuento cómo funciona esta sección.

La próxima semana cogemos otro vuelo para seguir dando la vuelta al mundo. Lo que no sé aún es hacia dónde.

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