Entradas etiquetadas como ‘calor’

Olvida una caja de huevos en su coche y todos terminan cocidos por el calor

En TikTok circula un vídeo que muestra cómo terminaron cocidos por el calor, todos los huevos de una caja, después de que un conductor los dejara olvidados durante tres horas en su coche.

Fue la esposa del caballero @alondrah20 la que publicó la sorprendente grabación en la cita red social. Ellos residen en Mexicali, Baja California (México) donde se han registrado temperaturas de hasta 44 grados en esta última semana, según indica SPDnoticias. Lee el resto de la entrada »

Asa una pieza de carne en el interior de su coche solo con el calor ambiental

En Australia, un hombre ha ‘horneado’ una pieza de carne de cerdo en el interior de un coche solo con la inestimable ayuda del intenso calor. El fastuoso asado se llevó a cabo, el pasado 13 de diciembre, en la ciudad de Perth.

Stu Pengelly, autor de la curiosa receta, colocó una bandeja de horno con la carne sobre el asiento delantero del vehículo, aparcado en el patio de su casa, según relata RTLee el resto de la entrada »

No deja que rompan la ventanilla de su coche para rescatar a su hijo encerrado

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Una madre pretendía esperar a que un experto cerrajero abriera la puerta bloqueada de su flamante BMW pese a que su hijo, de tan solo tres años, presentaba claros síntomas de debilidad por el sofocante calor y llegó a desmayarse, según algunos testigos. Su razón de peso para negarse en rotundo a que dañaran su ‘juguetito’: «Es un automóvil muy caro y no quiero que rompan el cristal«. O-O ¡¡¡Pero, ¿esto qué es?!!!

La mujer se encontraba junto al coche aguardando a que llegaran los servicios de emergencia y sobre todo a un ‘manitas’ que pudiera desbloquear el cierre centralizado sin dañar la joya. No le importó lo más mínimo que la temperatura en la ciudad Yiwu, provincia de Zhejiang (China) fuera de 32 grados. Y que en el interior del vehículo, bajo un pertinaz sol, se acercara a los 40. Lee el resto de la entrada »

El verano de los tiburones

Hoy en día encontrarse con un tiburón en la playa es algo excepcional. En el verano de 1916 no lo fue tanto, al menos en la costa este de Estados Unidos.

El verano de ese año es conocido como el de «los tiburones». Por aquel entonces, la población no creía que los escualos fueran capaces de atacar a los seres humanos… y se equivocaban.

Si decíamos, a propósito del incendio de Peshtigo, que el mes de octubre de 1871 había sido especialmente caluroso, el verano de 1916 no tuvo nada que envidiarle nada en ese aspecto.

En Estados Unidos, una ola de calor había matado a muchas de las personas que habían sobrevivido a la polio. De ahí que las playas se llenaran de gente que ansiaba refrescarse en las hasta entonces tranquilas aguas del océano. Aquel mes de julio la tranquilidad desapareció: del día 1 al 12 cuatro personas murieron y una más resultó herida por ataques de tiburón a lo largo de 128 kilómetros de la costa de Nueva Jersey.

Puede que la historia os suene un poco. No en vano, sirvió de inspiración para una novela, que fue llevada a la gran pantalla y hoy conocemos como Tiburón (Jaws).

¿Quiénes fueron las víctimas?

Charles Vansant, 25 años. Murió el día 1. Se dio un baño antes de cenar en Beach Haven, a donde había ido de vacaciones. Con él se bañaba un perro, que abandonó repentinamente el agua. Dicen que varias personas le avisaron de que hacia él se aproximaba algo, pero que no pudo escucharles. Logró llegar a la orilla, pero el tiburón le había seccionado la arteria femoral.

Antes de Internet y de los medios de comunicación de masas, era más difícil alarmarse. Tanto es así, que ninguna playa se cerró tras la muerte de Vansant. Capitanes de barco advirtieron de la presencia de tiburones cerca de la costa y nadie les creyó.

Charles Bruder, 28 años. Murió el día 6. Este botones suizo nadaba a 120 metros de la costa en Spring Lake cuando un tiburón le mordió. Fue rescatado, pero demasiado tarde. Antes de llegar a la costa se desangró. Los huéspedes del hotel enviaron dinero a la madre de Bruder, que recibía parte de las ganancias de Charles dado que un hermano de éste estaba luchando en la I Guerra Mundial.

El resto de ataques sucedieron en Mattawan, de ahí que en lugar del «verano de los tiburones» muchos se refieran a estas trágicas semanas como «los ataques de Mattawan».

Lester Stillwell, 11 años. Murió el día 12. Jugaba junto a unos amigos cerca del muelle y Lester se quedó flotando en el agua mirando al cielo. Súbitamente algo le arrastró bajo el agua.

Stanley Fisher, 12 años 24 años. Murió el día 12. Los amigos de Lester avisaron de lo que había pasado y Stanley, dueño de la tintorería, acudió en su ayuda. Él y otras personas su sumergieron bajo el agua en busca del cuerpo de Lester, cuando el tiburón les atacó. Mordió a Stanley, que perdió la vida de camino al hospital (¡le llevaban en tren!). El cadáver de Lester fue hallado a 46 metros de donde había sido atacado.

Joseph Dunn, 12 años. Le fue amputada la pierna izquierda el día 12. Joseph, natural de Nueva York, visitaba a su tía en Cliffwood, cerca de Matawan. Se bañaba junto a su hermano y tres amigos cuando se dieron cuenta de que había un tiburón. Le mordió en una pierna, pero sus amigos le rescataron. Fue trasladado al hospital y finalmente sobrevivió, aunque tuvo que serle amputado el miembro.

¿Qué pasó después?

Sólo entonces cundió el pánico. Los periódicos se hicieron eco de las muertes y, posteriormente, de la captura del culpable: un tiburón blanco al que responsabilizaron de todas las muertes.

Pese a ello, actualmente parece claro que los ataques los llevaron a cabo diferentes tiburones. Además, los expertos creen que los animales no eran tiburones blancos, sino tiburones toros. ¿Queréis saber cómo es un tiburón toro? Pues aquí tenéis.

(FOTOS Wikipedia)

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Una ola de calor en pleno diciembre

¿Frío? ¿Nieve? ¿Temporal? Nada de nada. En Sevilla, el pasado día 14, ¡¡estaban a 99º!!

Y no penséis que exagero, no, porque tengo una prueba que lo demuestra. Me la ha enviado el lector Javier Espadas, al que la ola de calor le sorprendió en la calle.

La gente iba ataviada con bufanda, guantes y gorros, cuando de repente tuvieron que echar a correr y sacar de los armarios las bermudas y los biquinis.

¡Ay! ¡Qué bonito que estaría el Guadalquivir!