Me confieso admirador del emblemático programa ‘1.000 maneras de morir’. Sin embargo, me gustaría aún más si el programa se llamase ‘1.000 maneras de intentar matar’ y contase las peripecias de homicidas torpes que perpetraban crímenes perfectos en sus cabezas huecas y que les acabaron saliendo rana. Sería menos luctuoso y podríamos mofarnos sin reparos de los asesinos frustrados.

Semanas atrás, conocimos el caso de la joven que intentó asfixiar a su novio con sus enormes pechos y hoy traemos una versión masculina de este modelo de homicidio frustrado. En Portland, la ciudad más populosa del estado de Oregón, un señor de 32 años llamado Caleb Grotberg trató de acabar con la vida de su pareja ahogándola. Para ello, ¡¡usó sus propias rastas a modo de soga!!

Aclaro que este post no pretende, ni mucho menos, trivializar con el asqueroso asunto de la violencia doméstica, que merece la mayor atención por parte de la Justicia y la máxima dosis posible de concienciación social, sino todo lo contrario. ¿Qué se le pasaría por la cabeza a este energúmeno para reaccionar así? Supongo que no, pero ¿descuidó la higiene de su pelo* durante tanto tiempo pensando que en un futuro podría utilizar sus rastas como si fuerna un arma blanca?

El ciudadano Grotberg, cuyo aspecto parece una mezcla de flowerpower del siglo XXI y Charles Manson, no pudo completar su desquiciada afrenta para con su novia y huyó despavorido, intentando escapar del estado de Oregón para ganar tiempo antes de tener que sentarse en el banquillo de los acusados. Sin embargo, su huida duró bien poco, ya que una dotación de la policía local dio con él en las propias calles de Portland.

Ahora, el caballero se enfrenta a una posible condena por amenazas, asalto, secuestro y violencia doméstica. Espero que pase una temporadita entre rejas y que cunda el ejemplo, para poner fin a esta lacra.

* Apunta con sabiduría @UnoConRastas que falta de higiene y rastas no tienen que ir siempre de la mano. Agradezco el apunte.