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«El 99% de las obras expuestas en ARCO las hace cualquiera»

Juan Gorostidi (@juangorostidi) me envió una crónica sobre su visita a ARCO que os adjunto a continuación:

«Cuando se escribe una crítica de arte, se suele empezar citando a algún filósofo o escritor de renombre para que quede claro que se va en serio, que se es muy leído y que se va a hacer uso de todo el bagaje cultural de uno para impresionar al lector. Yo no voy a ser menos. Empezaré mi crítica con una cita histórica.

Recuerdo perfectamente, por la honda huella que imprimió en mi conciencia, aquel programa de La Máquina de la Verdad al que acudió el Santón de Baza. Ese día asistió una señora que aseguraba haber sido curada, mediante una imposición de manos, de un severo ataque de hemorroides por el Santón (mejor no imaginarse la escena). El filósofo Gustavo Bueno, que ya por aquel entonces (mediados de los 90), le había cogido gusto a la telebasura, acudía a la Máquina de la Verdad como invitado.

Ni que decir tiene que se le hinchó la vena del cuello gritándole a aquella señora que se había curado por el llamado efecto psicosomático y que era más tonta que el Tío Macario, que bailaba la música del Telediario. La mujer reaccionó ásperamente e hizo una pregunta a Gustavo Bueno que tenía más peligro que un mono con una cuchilla: “¿Es que acaso usted se cree superior a mí?” La respuesta del filósofo constituye un hito en la historia de la televisión de todos los tiempos: “¿Superior a usted? ¡¡¡¡¡Años, luz, señora, años luuuzzzzzz!!!!!”

Tengo que confesar que cuando me cruzo con algún gafapasta que desprecia, por poner un ejemplo, el David de Miguel Ángel o que asegura con altivez que la Capilla Sixtina no le dice nada, mientras que pone los ojos en blanco con la instalación Mierda de perro humeante en cubo de playa no puedo evitar sentirme un poco Gustavo Bueno y pensar que años luz nos separan. Pero no creo que sea justo ser tan radical.

Vamos a aceptar tolerancia como animal acuático y partir de la base de que, en toda manifestación artística, intervienen distintos niveles de percepción, que cada observador tiene una visión propia y que no podemos caer en la tentación de pensar que la nuestra es más válida que la del otro. Trataremos de ser ecuánimes en la crítica y no hacer sangre.

Bien, una vez establecido este criterio, voy a afirmar categóricamente que el 99% de las obras expuestas en ARCO las hace cualquiera con la punta. Y ahora, entremos en materia. Las entradas de ARCO (si algo tenía claro es que no iba a pagar un euro) las consiguió Ana, una amiga de mi hermana Carmen que podría trabajar de intermediaria o relaciones públicas o de lo que le diera gana porque tiene la habilidad de conocer a todo el mundo y conseguir cualquier cosa echándole cara a la vida. Total, que se enteró que yo iba a Madrid el fin de semana y me propuso el plan.

“Las entradas me las va a pasar un galerista al que el padre de una amiga suele comprarle muchas obras de arte. Ya sabes, el mercado del arte es lo mejor para blanquear dinero”, me soltó con la mayor candidez del mundo.

Cuando llegamos a ARCO, el galerista, que era un portugués muy simpático, nos estaba esperando en la puerta y no nos hizo la ola de milagro.

Era tan buena gente que me entraron ganas a mí también de blanquear dinero. Antes de contar cómo nos fue en la feria, voy a hacer una confesión: en los últimos meses he dedicado más tiempo a tratar de ganar el triplete (Liga, Copa y Champions) con el Cádiz F.C en el FIFA que a visitar galerías de arte contemporáneo.

No sé gran cosa sobre el net.art, la deconstrucción, la instalación, el conceptualismo, las últimas tendencias en performances o el Land Art. Todo eso no me interesa demasiado. Tampoco he leído mucho de Arthur Danto o Donald Kuspit. Imagino que ya lo habréis adivinado: soy del tipo de persona que encuentra más sugerente el Museo del Prado que el MOMA. Cuando uno duda de si lo que está viendo es una obra de arte o es que alguien se ha dejado olvidado un mocho de fregona en una esquina es que algo no termina de funcionar.

No voy a ser tan insensato de decir que todo lo expuesto en ARCO me pareció una basura porque lo cierto es que encontré pinturas y esculturas muy interesantes, pero, para ser sincero, una gran parte rozaba la fina línea que separa lo ridículo de lo grotesco…»

PD: Os podéis descargar la crónica entera, con comentarios a las fotos, aquí (PDF).

PD2: ¿Vosotros qué creéis? ¿Es arte o chapuza?

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