El anuncio, el miércoles, de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega de que el Gobierno piensa en una reforma electoral debe de haber puesto nerviosos a los partidos nacionalistas. No hay aún detalles de por dónde iría esa reforma, pero sí están claras dos cosas:
-Para sacar adelante una nueva ley electoral, se necesita que los dos grandes partidos se pongan de acuerdo.
-Si en algo están de acuerdo PSOE y PP en este asunto, es en lograr ambos más fuerza y disminuir la dependencia de sus futuros gobiernos respecto a los partidos nacionalistas (vascos, catalanes, gallegos, canarios…), que a cambio del apoyo en Madrid exigen fuertes contrapartidas para sus territorios.
En el alto estado mayor de los dos partidos y en el propio Ejecutivo se lleva tiempo trabajando en distintas hipótesis de reforma electoral. Una de las más mencionadas consistiría en esto:
– Se amplía el número de escaños del Congreso de los Diputados de los 350 que ahora tiene a 400. La ampliación no requiere reforma constitucional, porque la propia Constitución dice en su artículo 68 que el Congreso tendrá «un mínimo de 300 y un máximo de 400 diputados».
– 350 diputados se elegirían y asignarían como hasta ahora: por circunscripciones provinciales y aplicando la Ley D’Hondt.
– 50 diputados se elegirían y asignarían aplicando la Ley D’Hondt a una circunscripción única que es toda España. Así se paliaría algo la desproporción actual que sufren algunos partidos que logran mucho votos en total, pero pocos provincia a provincia, y a los que cada escaño les sale hasta ahora carísimo. Es el caso de, por ejemplo, IU.
¿Conseguiría esta reforma el efecto deseado por los grandes partidos? Veamos. Con los resultados en votos del pasado 9 de marzo, el Congreso quedó así: Total escaños, 350. PSOE, 169 escaños. PP, 154. CiU, 10, PNV, 6. ERC, 3, IU, 2. BNG, 2. CC, 2. UPyD (Rosa Díez), 1. Nafarroa Bai, 1.
Los 50 diputados nuevos, por circunscripción nacional, se hubieran repartido así (si mis cálculos con la Ley D’Hondt no me han fallado): PSOE, 25. PP, 22. IU, 2, CiU, 1.
Luego el Congreso tendría este reparto hipotético final. Total diputados, 400. PSOE, 194. PP, 176. CiU, 11. PNV, 6. IU, 4. ERC, 3. BNG, 2. CC, 2. UPyD, 1. Nafarroa Bai, 1.
Algunas consecuencias de todo ello:
-El PSOE tendría más fácil gobernar, pues dispondría de más combinaciones diferentes para sumar 201 votos en el Congreso a sus propuestas. (Y el PP, cuando gane las elecciones, también).
-A IU ya no le saldrían los escaños tan caros: ahora cada escaño le cuesta 481.000 votos, mientras con este sistema le costaría 242.000.
-Todos los partidos nacionalistas pierden peso, salvo CiU.
-Tanto a PSOE como a PP le saldrían más baratos los escaños. Ahora les cuestan 65.500 y 66.500 votos, respectivamente, y pasarían a costarles 58.185 y 58.392 votos.
¿Les conviene a los dos grandes partidos ir en esta dirección en la reforma electoral? ¿Lo harán así?