¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Movido mapa electoral en Cataluña

La reciente polémica sobre el empadronamiento de inmigrantes sin papeles, desatada por el Ayuntamiento de Vic, ha hecho que volvamos a hablar los medios de comunicación de un pequeño partido xenófobo y racista, la Plataforma per Catalunya, que encabeza Josep Anglada, un antiguo militante de Fuerza Nueva y admirador de Franco. Con su discurso contra los inmigrantes, en plena crisis económica y de empleo, esta formación está multiplicando su popularidad en algunas zonas de Cataluña, justo en vísperas electorales.

Las elecciones catalanas tocan en otoño próximo, presumiblemente en noviembre, pero ya todas las formaciones están en campaña. En los últimos comicios, entró en el Parlament una formación nueva, Ciudadanos. En los próximos pueden entrar otras también nuevas, porque las propuestas se están multiplicando, y de paso erosionar mucho el voto de las siglas hasta ahora mayoritarias. El mapa electoral se puede mover mucho.

Puede entrar la Plataforma de Anglada. Puede entrar la UPyD de Rosa Díez, que hace cuatro años no existía. Puede entrar Reagrupament, la formación independentista lanzada por Joan Carretero, un antiguo dirigente de ERC. Puede entrar el hoy presidente del Barça, Joan Laporta, bien en una lista nueva o bien en las filas de ERC o de Reagrupament… Algunos observadores políticos tienen la sensación de que Laporta está digamos subastando su nombre entre esas dos últimas formaciones citadas, y que decidirá con cuál de ellas concurre, o si opta por una tercera vía propia, en función de lo que cada una le ofrezca: qué puesto en las listas de qué circunscripción, qué papel en el futuro tras las elecciones, etc.

Todas las encuestas recientes indican también un cierto hartazgo de los ciudadanos catalanes respecto a sus políticos, y pronostican una participación muy baja. Algún sondeo habla incluso de que menos del 50% de los electores irán a votar. Si esto es así, las posibilidades de las pequeñas formaciones serán mayores, y la atomización del Parlament más probable. El día después, el de los pactos para gobernar, puede depararnos algunas sorpresas, y dejar corto en número de socios al actual tripartito (PSC-ERC-IC) que encabeza José Montilla. Ya se sabe que la política hace extrañísimos compañeros de cama.

Barcelona 2022, también electoral

El golpe de efecto dado ayer por sorpresa por el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, al anunciar que la ciudad quiere organizar los Juegos de Invierno de 2022, tiene un fuerte componente electoral. Estamos a 16 meses de las elecciones municipales, a menos de 500 días, y en Barcelona no pintan bien las cosas electorales para los socialistas. Hoy mismo cuenta La Vanguardia que, según un sondeo encargado por CiU y hecho en diciembre, su candidato, Xavier Trias, lograría entre 15 y 16 concejales, frente a los 11 ó 12 de la lista de Hereu. El PP tendría entre 6 y 7 ediles; ERC, entre 4 y 5; e ICV, entre 3 o 4. Otros sondeos recientes no daban una ventaja tan grande a los nacionalistas moderados de CiU sobre los socialistas, pero también apuntaban la pérdida de apoyos electorales de éstos. El PSC y Hereu, en fin, necesitaban anunciarle a los votantes algún proyecto ilusionante que les pusiera de nuevo, para bien, en el centro del debate ciudadano y que reforzara el liderazgo del alcalde.

Hereu es un hombre poco conocido fuera de Barcelona y de Cataluña. No tiene ni el caché fuera ni tampoco el tirón dentro que tuvieron en su día otros alcaldes socialistas barceloneses, como Narcís Serra o Pasqual Maragall, que después de la Alcaldía llegaron el primero a ministro de Defensa y a vicepresidente del Gobierno central con Felipe González y el segundo a presidente de la Generalitat. Pero tampoco es Hereu el político anodino que fue su antecesor, Joan Clos, al que en pleno verano de 2006 Zapatero y Montilla le dieron la patada hacia arriba de nombrarle ministro de Industria para no perder en las elecciones de 2007 la Alcaldía de Barcelona, como apuntaban los sondeos por entonces. Hereu, el sucesor, logró remontar en el apoyo de la calle y paso el rubicón de las urnas manteniendo la Alcaldía, aunque perdiendo en el camino a uno de los socios de Gobierno, ERC. Parece que los socialistas quieren ahora, en definitiva, que lo que en 2006 fue el tirón de Hereu y del cambio de cara sea hoy el tirón olímpico.

Los Juegos de Verano de 1992, espléndidos de organización y con unos resultados deportivos espectaculares para España, llevaron la autoestima de Barcelona y de los barceloneses quizás a los niveles mayores de su historia. El sueño olímpico no sólo tiene buena prensa en Barcelona, sino que tiene también tirón emocional y vital en el común de los ciudadanos. En Madrid, para bastantes madrileños, olimpismo es gasto, despilfarro, incomodidades, sueños faraónicos del alcalde Gallardón a costa del bolsillo de los vecinos… En Barcelona, para muchísimos barceloneses, olimpismo es un atributo positivo, es una apuesta por la mejora de la ciudad y por su proyección en el mundo.

Antes de las municipales de 2011, este próximo otoño, hay otra cita electoral en la que la nueva candidatura olímpica de Barcelona también tendrá su impacto. Son las elecciones autonómicas catalanas, a las que el socialista Montilla, presidente de la Generalitat y jefe político de Hereu, se acerca también muy apurado en las encuestas, con CiU y Artur Mas parece que listos para arrebatarle el sillón. El sueño olímpico de Barcelona, que además es sueño olímpico de las estaciones de esquí del Pirineo leridano y gerundense, luego es un sueño olímpico catalán al completo, va a impulsar también a Montilla, va a acarrearle votos, va a darle más posibilidades de seguir de president con un nuevo mandato, hasta 2014.