¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Que viva Lope

Lope de Vega va a ser este verano la estrella del Festival de Almagro. Al genio del Arte nuevo de hacer comedias, obra de la que se cumplen ahora 400 años, van a representarlo con nuevas formas artísticas, del grafiti al rap. Lope va a ser también este otoño estrella cinematográfica. Podremos ver la ambiciosa película que recrea la juventud del escritor con trazas que parecen las de la exitosa Shakespeare in love de hace unos años, ¿recordáis?

La vida de Lope no da sólo para una película, da sobradamente para una serie larga de televisión. Lope fue una desmesura, como persona y como escritor, su vida y su obra no tienen parangón en nuestra historia. Niño prodigio, creativo, vitalista, apasionado, extrovertido, aventurero, desvergonzado, mujeriego…

Sus amores con mujeres de la más variada condición marcaron toda su trayectoria. Por amores dejó sin acabar sus estudios universitarios; pagó favores sexuales con comedias al padre de una, Elena Osorio, padre que luego le demandó y le llevó primero a la cárcel y luego al destierro por unas sátiras en las que le criticaba; raptó a otra, Isabel de Urbina, con la que se casó y con la que estuvo hasta la muerte de ella; fue procesado por amancebamiento con una tercera, Antonia de Trillo; casó con una cuarta, Juana de Guardo, con la que tuvo dos hijas; se lió con una quinta, Micaela de Luján, también casada, y tuvo con ella cinco hijos; enviudó de ambas, de Juana y de Micaela, y, donjuán atormentado, se ordenó sacerdote… pero, aun siéndolo y ya con 54 años, ennovió con Marta de Nevares, de 26 años y casada, con la que tuvo una hija más, lo que mató de disgustos -dicen los estudiosos- al marido de ella.

Acabó muy solo y casi arruinado. Tenía que mantener con su pluma su tren de vida y el de sus muchas amantes y sus muchos hijos. Además de las citadas, tuvo muchas otras novias, sobre todo actrices.

Marta de Nevares se quedó ciega, luego enloqueció, y por último murió en una casa cercana a la del poeta donde él la mantenía. Cuando falleció él, le protegía el duque de Sessa, al que Lope le escribía años antes, de encargo, las cartas de amor para sus amantes (y le birlaba alguna de éstas, de paso). Sessa anunció que pagaría el entierro y las honras fúnebres, pero éstas las prohibió el Consejo de Castilla, escandalizado por la vida que había llevado el poeta, y el entierro tampoco acabó bien: Sessa no pagó, y los restos de Lope de Vega, Fénix de los Ingenios, Monstruo de la Naturaleza (este último apelativo se lo puso Cervantes), acabaron en un osario.

Todo o casi todo de lo que fue pasando en vida lo contó en sus versos o en sus comedias, toda su vida la convirtió en literatura. Con tanto detalle, que los estudiosos, además de los calificativos que escribí más arriba, le ponen estos otros: envidioso (parece que no soportaba el éxito de otros escritores), cobarde (en las polémicas, soltaba la piedra y escondía la mano), servil (con el duque de Sessa y con otros poderosos de la época)…

Si su vida da para una serie larga de televisión, su obra da no para un post, sino para un blog completo. Pasa por ser el autor que más ha escrito en la historia del mundo: varias novelas (entre ellas, La Dorotea, quizás la mejor del Siglo de Oro después del Quijote), miles de poemas (sólo sonetos, unos 3.000) y unas 1.500 comedias; no es una errata, 1.500. No fue sólo cantidad, también calidad. Revolucionó el teatro, con sus propias piezas de dramaturgia y con el Arte nuevo de hacer comedias, todo un ensayo en versos blancos, una preceptiva sobre este género.

«En el acto primero ponga el caso,

en el segundo enlace los sucesos,

de suerte que hasta el medio del tercero

apenas juzgue nadie en lo que para;

engañe siempre el gusto y, donde vea

que se deja entender alguna cosa,

dé muy lejos de aquello que promete.

Acomode los versos con prudencia

a los sujetos de que va tratando:

las décimas son buenas para quejas;

el soneto está bien en los que aguardan;

las relaciones piden los romances,

aunque en octavas lucen por extremo;

son los tercetos para cosas graves,

y para las de amor, las redondillas».

Algunas de sus propias piezas teatrales están entre las mejores de la literatura en castellano: Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo, Peribáñez, El castigo sin venganza, La dama boba, El perro del hortelano… Y escribió algunos de los poemas más bellos de toda nuestra historia. Ahí va uno, un soneto de amor que casi resume la vida del gran Lope de Vega:

«Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso.

No hallar, fuera del bien, centro y reposo;

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor süave,

olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño:

esto es amor. Quien lo probó lo sabe.»