Lo recoje el Manifiesto de Madrid y lo sabe cualquiera que viaje en el transporte público en nuestras grandes ciudades a primera hora de la mañana: uno de los grandes logros de la prensa gratuita ha sido el del fomento de la lectura. Hemos convertido en lectores a millones de personas que no lo eran, que no leían ni prensa diaria ni revistas ni libros… que no tenían este sano, este maravilloso hábito cultural y democrático de leer.
Los que hacemos prensa gratuita llevamos años contándole esta buena nueva a las instituciones. Yo he presentado varias veces al Ministerio de Cultura la candidatura de la prensa gratuita (de todos los gratuitos, no de 20 minutos) al Premio Nacional al Fomento de la Lectura. Es un premio público anual que tiene por objeto, según las bases, “reconocer el inestimable papel que diferentes personas y entidades, y, especialmente, los medios de comunicación, puedan desempeñar en el fomento del hábito lector y en la transmisión de una imagen de la lectura como una actividad cultural positiva, útil y placentera”. No he tenido ningún éxito en mis intentos, no sé si por incomprensión del ministerio o porque el jurado lo componen, mayoritariamente, periodistas de la prensa de pago.
Veo hoy que tampoco nos dan mucha bolilla otras instancias. Los editores de libros acaban de presentar el pormenorizado estudio La lectura en España. Informe 2008: Leer para aprender. El anterior era de 2002, hace siete años. Son 361 páginas, 15 de ellas dedicadas a la lectura de prensa, y pese a que en este plazo, entre el primer y el segundo informe, se ha producido la eclosión de la prensa gratuita, nos despachan ¡ay!, con una mención en dos párrafos.