¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Blanco ya parece un número 1

El ministro de Fomento y número 2 del PSOE, José Blanco, ha batido esta mañana en el Foro Europa todos los récords de asistencia que se recuerdan. Estaba abarrotado el salón principal del hotel Ritz de Madrid y abarrotada también una segunda sala desde la que veían al ministro en una pantalla gigante de televisión, y aún quedaban asistentes a la conferencia desperdigados por el hall principal del hotel.

Estaban todos los grandes empresarios de la construcción, por supuesto, todos los que se juegan buena parte de su cuenta de resultados en la mayor o menor contratación con Fomento. Pero había también muchos políticos, muchísimos políticos, sobre todo socialistas. Y el conferenciante ha hecho mucho más de líder político que de administrador de las grandes infraestucturas. Blanco ha hablado de su ramo, de la obra pública, por supuesto, pero ha hablado también de economía, de impuestos, de demografía, de educación, de energía, de industria, de finanzas, de futuro… No parecía un número 2, parecía más bien un número 1.

Quienes piensan que, en la próxima remodelación del Gobierno, Blanco puede pasar a ser vicepresidente tienen desde esta mañana más argumentos. Y quienes incluso especulan con que Blanco puede ser en 2012 el candidato socialista a presidente del Gobierno si Zapatero decide finalmente no presentarse, también tienen desde hoy más credibilidad.

Un veterano que estaba a mi lado en el acto ha recordado que de una conferencia parecida a la de hoy, en febrero de 1988, en el Club Siglo XXI, salió José María Aznar, entonces presidente de Castilla y León, catapultado al liderazgo del PP y luego a la presidencia del Gobierno.

Zapatero, telehiperactivo

Una entrevista en TVE hace dos semanas, una segunda entrevista en Canal Sur anoche, una tercera entrevista en TV3 esta próxima noche… Zapatero está en gira de medios audiovisuales, está telehiperactivo, y también parece que va a estar muy activo toda la primavera en actos del PSOE, en mítines de agitación de sus adormecidas bases electorales, que según todas las encuestas son hoy día poco proclives a darle de nuevo el voto.

Lo curioso es que aún no hay elecciones a la vista, sólo las autonómicas catalanas, que serán o en junio o en otoño próximos, y las municipales en toda España y autonómicas en 13 comunidades autónomas (todas, salvo Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía) previstas para mayo de 2011.

¿A qué se debe entonces que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE haya emprendido un plan de tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas de contacto con la calle, con los ciudadanos, con los electores? ¿Quizás a dar la señal implícita a su partido de que está disponible para volver a ser el cabeza de lista socialista en las elecciones generales previstas para 2012?

Hace tres meses, hubo en el PSOE un cierto debate interno sobre si Zapatero querrá o no querrá presentarse para un tercer mandato como presidente del Gobierno. Incluso sobre quién sería el sucesor si finalmente no se presenta. El debate sigue entre los socialistas, pero se mezcla ahora con otro sobre un asunto más inminente: la expectativa de que haya un cambio de Gobierno en breve, quizás en abril, coincidiendo con el primer aniversario del actual Ejecutivo; quizás en julio, acabado el semestre español de presidencia europea. Se especula con que salga la vicepresidenta primera, Fernández de la Vega, y varios ministros de poco peso político y sean sustituidos la primera por José Blanco y el resto por veteranos del partido de mucho más nombre y relevancia. Se habla menos ahora de si Zapatero será o no candidato en 2012, pero hace pocos días, un alto dirigente socialista me daba su opinión:

– Si la situación económica ha mejorado cuando se acerquen las elecciones, Zapatero se retirará y dará paso a otro candidato. Y al revés: si la economía sigue mal y el paro contuinúa altísimo, Zapatero seguirá, afrontará él personalmente el veredicto de las urnas, no querrá que parezca que huye ante la catástrofe.

El Pacto de Zurbano avanza poco

El Pacto de Zurbano. Suena bien, pero no sé si lo llegaremos a ver. En el Palacio de Zurbano, en el que el tridente del Gobierno (Salgado, Blanco, Sebastián) negocia con los partidos un posible pacto anticrisis, ha habido avances esta semana, pero sólo parciales, limitados, probablemente insuficientes.

Para los amantes de las curiosidades. Zurbano es una calle muy céntrica de Madrid, del distrito de Chamberí, a la que muchos confundimos con la calle Zurbarán, con la que se cruza. La calle Zurbano nace en la calle Génova, justo en la esquina donde está la sede central del PP. El despacho de Rajoy y el lugar donde Salgado-Blanco-Sebastián reciben a los representantes de los partidos están a unos 100 metros de distancia.

Zurbano le debe su nombre a Martín Zurbano, un guerrillero contra Napoleón que antes había sido agricultor y contrabandista y, después de la guerra de la Independencia, militar liberal azote de los carlistas. Acabó mal, primero exiliado y después preso y fusilado, en 1845, en tierras de Rioja, las suyas, tras encabezar una sublevación contra el gobierno moderado de Narváez y verse abandonado por sus propias tropas y por otros conjurados.

El Palacio de Zurbano toma su nombre de la calle, no del personaje. Fue mandado construir en 1878 por el conde de Muguiro, después pasó a los Mora y en él nació en 1928 Fabiola de Mora y Aragón, luego reina de los belgas.

Ahora el palacio es de Fomento, el ministerio de José Blanco, y alberga la sede del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (Cehopu). No sé si es una broma de Blanco que el pacto que nos saque de una crisis económica provocada entre otras razones por el estallido de la burbuja inmobiliaria se discuta en la sede del organismo público que más sabe de urbanismo en España. No sé si es un guiño del Gobierno ponerle al PP el escenario de negociación tan cerca, a sólo unos metros.

No consta que Martín Zurbano hiciera otros pactos en su vida política que los de la conjura contra Narváez y, ya se vio, acabaron mal. No se cumplieron.