¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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El ajuste decretado por ZP divide al Gobierno

El ajuste del gasto público anunciado esta mañana en el Congreso por Zapatero ha generado graves fisuras en el Gobierno y algunas críticas internas al presidente.

Distintos miembros del Gobierno con los que he hablado me aseguran que se enteraron de las medidas concretas del ajuste al mismo tiempo que todos los ciudadanos, cuando el presidente las ha anunciado esta mañana en el Congreso, y no ocultaban su malestar con el presidente, por las formas y por el fondo.

Un miembro del Gobierno decía incluso que las medidas «hubieran tenido que debatirse en un Consejo de Ministros Extraordinario, y no decidirse sólo por el pequeño grupo de personas que lo hicieron». El «pequeño grupo», según las fuentes que he consultado, lo formaban Zapatero, la vicepresidenta económica, Elena Salgado; Alfredo Pérez Rubalcaba, que se está convirtiendo en el mayor apoyo de Salgado, y el jefe de gabinete del presidente, José Enrique Serrano. Otras fuentes aseguran que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y José Blanco, titular de Fomento y vicesecretario general del PSOE, también habrían intervenido, pero que habían sido muy críticos con algunas de las medidas finalmente adoptadas.

Los ministros disconformes con las medidas creen que el recorte en la inversión (6.045 millones de euros) va a frenar la recuperación económica y que la bajada de sueldos a los funcionarios va a lastrar el consumo, y proponían que el paquete incluyera alguna medida fiscal «de izquierdas» que paliara el enfoque «liberal» del plan.

Esta mañana, no había sólo descontento y revuelo en el Gobierno. También lo había en la dirección del PSOE, según un miembro de la Ejecutiva socialista. La comparecencia, esta tarde, de Leire Pajín iba dirigida a los afiliados y socialistas más que al conjunto de la opinión pública. «Hay que cerrar filas con el presidente, ahora no es el momento de criticar sus medidas», me comentaba un alto cargo de Moncloa, ya por la tarde.

Las medidas fueron recibidas con alborozo en la CEOE, cuya junta directiva celebraba una reunión cuando se conocieron. Un miembro de la dirección propuso que se saliera de inmediato a aplaudirlas y a colocar el mensaje de que el Gobierno hacía, por fin, lo que la patronal lleva recomendándole desde que comenzó la crisis. Pero otro miembro de la dirección, cercano al sector de la construcción y a la obra pública, paró esta iniciativa con el argumento de que el recorte en la inversión, sobre todo en infraestructuras, supone un frenazo en las expectativas de esos sectores. En la patronal se cree que los sindicatos reaccionarán contra Zapatero con movilizaciones ruidosas, incluso con una huelga de todo el sector público. «Si no lo hacen, perderán la poca credibilidad que les queda», sentenciaba un dirigente empresarial, que añadía: «Y la huelga le vendrá bien a Zapatero, le dará credibilidad ante Bruselas, el FMI y los mercados financieros».

He hablado también con algunos expertos demoscópicos. Uno cree que las medidas anunciadas no le supondrán a Zapatero un gran desgaste electoral porque coinciden con el deterioro que sufren a su vez el PP y Rajoy por Gürtel, por las divisiones internas y por su actitud ante la crisis económica, que se apuntaban el lunes en el último Barómetro del CIS. «El PP está tan mal que el Gobierno se puede permitir el lujo de derechizarse», sentenciaba este experto. Otro creía que sí, que Zapatero pagará en las urnas la dureza del ajuste: «Los funcionarios y sus familias suman más de 5 millones de votos que desde hoy estarán cabreados», sentencia. Y hay incluso quien piensa que la dureza del ajuste indica que Zapatero ya ha decidido que no será el candidato socialista en 2012: «Él se come ahora el marrón del ajuste, se convierte en un estadista… y da paso a otro dirigente socialista».

La reforma laboral, en mayo

El Banco de España, el FMI y otros organismos internacionales, el PP, últimamente hasta el PSOE… Todo el mundo clama por la reforma laboral, como si hacerla fuera a convertirse en el remedio a todos nuestros males económicos. Se habla mucho menos de cómo racionalizar nuestro enfermo sistema de cajas de ahorros, de cómo lograr que los bancos financien a las empresas y a los particulares, de cómo recortar el gasto público no sólo en la Administración central sino también en las comunidades y ayuntamientos…

¿Y cómo va el proceso de negociación de la reforma laboral entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos? Pues me dicen que progresa adecuadamente, pero que necesita mejorar. Que el Gobierno está mostrando dos caras muy diferentes, una es la de Economía y Elena Salgado y otra es la de Trabajo y Celestino Corbacho, y que, en algunas ocasiones, esas dos versiones del Gobierno van a las mesas de diálogo sin haberse puesto de acuerdo antes, sin unificar criterio, ante la estupefacción de las otras dos partes de la mesa: empresarios y sindicatos. Quizás por esto hayan apuntado esta semana tanto empresarios como sindicatos que les gustaría negociar a solas, cara a cara, sin el oscilante Gobierno en la mesa.

Y me añaden, en fin, que, si hay acuerdo para la reforma laboral, será en breve, en mayo.

El colapso aéreo agrava la crisis económica global

Aún es pronto para asegurarlo a ciencia cierta, pero es muy probable que las enormes pérdidas provocadas por el colapso aéreo desatado por el volcán islandés causen una recaída en la crisis económica global que padecen o han padecido muchos países europeos. La anulación el jueves de unos 5.000 vuelos con salida o llegada en Europa, y ayer de unos 17.000, no es sólo un contratiempo personal para millones de personas. Es también un parón económico relevante en muchos sectores, no sólo en los más directamente relacionados con el transporte de viajeros, como pueden ser el turístico o el hotelero o el de los carburantes o el logístico o el de ferias y congresos, sino también, por efecto dominó, en otros muchos aparentemente más lejanos. En la economía globalizada en que vivimos, ¿cuántos negocios no se estarán frenando o ralentizando o directamente abortando estos días en Europa?

Es un efecto mariposa, pero a lo bestia y en económico, no en meteorológico. Si el aleteo de las alas de una mariposa en un punto del planeta podía teóricamente provocar un tsunami al otro lado del mundo, ya vemos el macrotsunami que está generando en todo un continente la erupción de un volcán en una isla periférica y poco poblada.

La crisis aérea, además, no ha concluido aún. La nube volcánica que impide volar a los aviones sigue instalada sobre media Europa y amenaza a una parte de la otra media. Hoy, mañana, pasado mañana… seguirán anulándose vuelos, muchos miles de vuelos. Cinco o seis días de obligado parón en el transporte aéreo de viajeros y de mercancías dejarán su huella en los PIB de muchos países europeos. Países que en el último trimestre de 2009 o en el primero de 2010 habían conseguido tasas de crecimiento intertrimestrales positivas pueden volver a tasas negativas en el segundo trimestre de este año. Entre ellos, Reino Unido, Francia y Alemania, tres de los principales clientes de España, los países a los que más servicios o productos vendemos. Si sus respectivas economías se resienten del frenazo provocado por la crisis aérea, la economía española lo hará también. La nube volcánica, por tanto, no sólo la notaremos en España en unos cientos de vuelos anulados cada día, sino también en el conjunto de nuestra economía. Nuestra recuperación se presenta hoy más complicada que el miércoles pasado, antes de que el volcán situado bajo el glaciar islandés de Eyjafjälla comenzara a soltar sus cenizas.

ACTUALIZADO dos días y medio después: Algunos expertos creen que el volcán puede recortar una décima el crecimento económico previsto.

La reforma laboral va despacio

Ha pasado ya casi mes y medio desde que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió a los agentes sociales que hablaran de reforma laboral, que patronal y sindicatos negociaran un acuerdo. Los comisionados se están reuniendo discretamente, sin ruedas de prensa ni comunicados, bajo la tutela del secretario general para el Diálogo Social, Alfonso Morón, pero las cosas avanzan muy despacio. Las posibilidades de pacto son, a día de hoy, entre bajas y muy bajas, según me cuentan.

Ignoro si las nuevas dificultades empresariales de Gerado Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, al que el Gobierno le cerró ayer la aseguradora, media hora antes de que quebrara, serán un acicate para que el diálogo vaya más rápido o, al revés, para que encalle definitivamente. Esta mañana, la vicepresdenta económica, Elena Salgado, le ha echado un capote a Díaz Ferrán. Dice Salgado que, para el Gobierno, el fiasco de Seguros Mercurio no le ha quitado legitimidad como patrón de patrones a Díaz Ferrán. ¿Seguro?

El Pacto de Zurbano avanza poco

El Pacto de Zurbano. Suena bien, pero no sé si lo llegaremos a ver. En el Palacio de Zurbano, en el que el tridente del Gobierno (Salgado, Blanco, Sebastián) negocia con los partidos un posible pacto anticrisis, ha habido avances esta semana, pero sólo parciales, limitados, probablemente insuficientes.

Para los amantes de las curiosidades. Zurbano es una calle muy céntrica de Madrid, del distrito de Chamberí, a la que muchos confundimos con la calle Zurbarán, con la que se cruza. La calle Zurbano nace en la calle Génova, justo en la esquina donde está la sede central del PP. El despacho de Rajoy y el lugar donde Salgado-Blanco-Sebastián reciben a los representantes de los partidos están a unos 100 metros de distancia.

Zurbano le debe su nombre a Martín Zurbano, un guerrillero contra Napoleón que antes había sido agricultor y contrabandista y, después de la guerra de la Independencia, militar liberal azote de los carlistas. Acabó mal, primero exiliado y después preso y fusilado, en 1845, en tierras de Rioja, las suyas, tras encabezar una sublevación contra el gobierno moderado de Narváez y verse abandonado por sus propias tropas y por otros conjurados.

El Palacio de Zurbano toma su nombre de la calle, no del personaje. Fue mandado construir en 1878 por el conde de Muguiro, después pasó a los Mora y en él nació en 1928 Fabiola de Mora y Aragón, luego reina de los belgas.

Ahora el palacio es de Fomento, el ministerio de José Blanco, y alberga la sede del Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (Cehopu). No sé si es una broma de Blanco que el pacto que nos saque de una crisis económica provocada entre otras razones por el estallido de la burbuja inmobiliaria se discuta en la sede del organismo público que más sabe de urbanismo en España. No sé si es un guiño del Gobierno ponerle al PP el escenario de negociación tan cerca, a sólo unos metros.

No consta que Martín Zurbano hiciera otros pactos en su vida política que los de la conjura contra Narváez y, ya se vio, acabaron mal. No se cumplieron.

Discrepancias internas en el PP sobre el pacto anticrisis

La predisposición del PP al pacto anticrisis ha ido en los últimos días a peor. Era baja y ahora parece muy baja. El miércoles por la noche, apenas 12 horas antes de la reunión en la que los comisionados del Gobierno (Salgado, Blanco y Sebastián) iban a recibir a los representantes de los distintos grupos políticos, en el Ejecutivo aún no sabían a quién enviaría el PP. «¿Será Montoro?», le pregunté a un ministro. «Esperemos que no, esperamos a alguien de mayor nivel jerárquico y de representación. A Soraya [Sáenz de Santamaría, la portavoz del PP en el Congreso] o incluso, por qué no, al propio Rajoy», me contestó. «Además, Montoro es míster no, todo lo que decimos o hacemos le parece mal», agregó.

Pues el enviado finalmente fue Montoro, al que, en efecto, le pareció mal lo que escuchó en la reunión.

La anécdota también refleja otra cosa. Quizás el Gobierno no sabía el miércoles por la noche a quién iba a enivar el PP porque el propio PP aún no lo había decidido. En el PP aún hay división de opiniones, o por lo menos matices, discrepancias, sobre cómo reaccionar a la oferta de diálogo contra la crisis lanzada por Zapatero la semana pasada en el Congreso. Unos creen que todo este movimiento del Gobierno es una «patraña» (expresión del domingo pasado de Javier Arenas) y que hay que ponerse totalmente en contra y muy firmes, y hay otros que, aun creyendo que pueda ser una patraña, opinan que lo inteligente ante la ciudadanía sería mostrarse un poco más predispuestos al diálogo, aunque luego no llegue a nada, y no dejar que el Gobierno pueda decir en unas semanas que el PP, por razones electorales, no quiere que España salga pronto de la crisis, y que la prueba de ello es que ni siquiera quiere hablar de ponerle cuanto antes remedios.

Y luego está un caso aparte, un verso suelto, Esperanza Aguirre, que entre bromas y veras sigue hablando de un Gobierno de concentración. ¿Porque cree que eso es lo que conviene a España, lo que le conviene al PP o lo que le conviene a ella en sus pulsos internos con Rajoy?

Metisaca del Gobierno con los funcionarios

El Gobierno no sabe qué hacer con los funcionarios. Miento: sabe a medias. Sabe que en las últimas semanas, ante las dudas en los mercados financieros sobre la solvencia del Reino de España, ha prometido en diversos foros un recorte de gasto público de 50.000 millones de euros en tres años. Sabe también el Ejecutivo que en ese plan ha incluido, entre otros, este objetivo muy concreto: reducir un 4% el gasto en personal para 2013. Es decir, que los funcionarios nos cuesten un 4% menos ese año.

Ahora lo que el Gobierno no sabe es cómo hacerlo. Habló primero de reponer sólo a uno de cada 10 funcionarios que se jubilen, eso parece que ya está en marcha. Y habló después, en concreto ayer el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, de «revisar» (es decir, de no aplicarlo) el acuerdo que los funcionarios tienen firmado con el Gobierno y que les garantiza una subida salarial de 0,3% este año y cláusulas de revisión según el IPC hasta 2012. Ocaña debía de haber llegado a la conclusión de que, sin abolir ese acuerdo, era imposible el citado recorte del 4% de los gastos de personal.

Pocas horas después de que Ocaña dijera lo que dijo, sin embargo, su jefa, la vicepresidenta Salgado, le ha desautorizado o se ha echado para atrás. No se va a revisar el acuerdo con los funcionarios, seguirán cobrando lo previsto. Ahora el Gobierno habla de reducir algunos organismos públicos y de fusionar otros para lograr el recorte de gasto. ¿Cuáles? ¿Cómo? Y si se puede prescindir de ellos ahotra, ¿por qué no se hizo antes? ¿Y que hará de los funcionarios que trabajen en esos organismos? ¿Despedir a algunos? ¿Prejubilar a otros, en pleno debate sobre aumentar la edad de jubilación?

Estamos ante otro metisaca del Gobierno. No sabemos si lo lanzaron como un globo sonda, a ver qué pasaba, o si iban de verdad por ahí, por congelar o bajar el sueldo a los funcionarios, y a última hora se han asustado y renuncian a hacerlo.

El paro, mal; la Seguridad Social, peor

‘Miedo a enero’, titulé un comentario aquí en diciembre pasado sobre las previsiones de empleo y de paro que hacían algunos expertos. Tenía fundamento aquel miedo: los datos de enero del paro registrado (el dato de paro registrado es el recuento de aquellas personas que están inscritas en oficinas públicas de empleo en busca de trabajo) han sido malos, casi nefastos: El 31 de enero había en esas oficinas 124.890 parados más que un mes antes.

El Gobierno se consuela diciendo que fueron peores en enero de 2009 (el paro creció en 198.838 personas) y en enero de 2008 (132.378). Es cierto, pero es muy alarmante que la economía española, después de todo el empleo que ya ha destruido en los últimos dos años, sea aún capaz de generar hoy 4.100 desempleados más de media al día.

Hay otra dato que debería inquietar incluso más que el del paro a los responsables políticos y económicos. En enero, la Seguridad Social registró 17.546.011 afiliados de media, 257.828 menos que el mes anterior. Es un muy mal indicio sobre la evolución del empleo y del paro en los próximos meses y una alarma añadida sobre el sistema de pensiones.

Rajoy se mueve

Mariano Rajoy ha comenzado el año moviéndose, enseñando un poco algunas cartas sobre qué haría él para combatir la crisis económica: crear una nueva modalidad de contrato con despido más barato («o no», se rectificó a sí mismo después) y congelar el sueldo a los funcionarios. Son dos propuestas delicadas, de efecto electoral difícil de calcular. Le pueden restar votos al PP entre los empleados del sector público y entre los asalariados más ideologizados y pueden dárselos en sectores centristas tibios, de esos que votan o se abstienen o cambian de voto entre socialistas y populares en función de muy diversos factores.

Quizás haya lanzado ahora Rajoy sus globos sonda por tres razones. Porque estaba calando mucho en la opinión pública el discurso del PSOE y del Gobierno de que el PP sólo quiere que la situación económica empeore y no es capaz de hacer una sola propuesta. Porque la ventaja electoral que las encuestas dan a Rajoy sobre Zapatero se está ampliando, según algunos sondeos hasta más de 5 puntos, y el PP puede permitirse el lujo de concretar cosas sin miedo a estropear esa tendencia. Y porque en el otro bando crece el debate sobre si Zapatero será o no será el candidato socialista en 2012, y Rajoy no quiere que, por inacción, le pueda pasar algo parecido a él en su partido.

Las voces críticas contra Rajoy dentro del propio PP están ahora mudas, no se observa el desparrame de hace dos meses, pero ese guadiana puede volver en cualquier momento, con cualquier disculpa. Una posible es el caso Gürtel, en cuyas entrañas parece que hay material peligroso para muchos dirigentes del PP, incluido el propio Rajoy. Éste aseguró ayer que él no dimitiría ni aunque tras las andanzas de Correa y El Bigotes hubiera financiación ilegal del PP. Parece mucho asegurar…

El dinero pierde el miedo al futuro

Muchas de las principales Bolsas mundiales están estos días en sus valores máximos del año. No señalan sólo un brote verde de la economía, es mucho más, es una rama entera.

Ayer, el Ibex 35, en el que están las 35 mayores empresas españolas que cotizan en Bolsa, cerró en 11.986 puntos, su récord anual. Hace ocho meses, el 9 de marzo pasado, estaba en 6.817 puntos. El Eurostoxx 50, un índice en el que figuran las 50 mayores compañías europeas (entre ellas, cuatro españolas: Banco Santander, BBVA, Iberdrola y Repsol), cerró en 2.912 puntos, y el 9 de marzo estaba en 1.809. También ayer, el Dow Jones, el principal índice de la Bolsa de Nueva York, cerró en 10.406 puntos, y el 9 de marzo estaba en 6.547. Los tres índices -uno español, otro europeo y otro estadounidense- han subido en ocho meses entre un 59% y un 75%.

Los consumidores, sobre todo en España, aún no han perdido el miedo al futuro, el miedo a quedarse sin empleo, y consumen poco y ahorran mucho. Hace un año, las familias españolas ahorraban el 11% de su renta disponible, ahora ahorran el 17,5%. Ahorran mucho y lo invertían hasta ahora sobre todo en depósitos bancarios o en deuda pública, que dan mucha seguridad y pequeño rendimiento. Lo nuevo es que ahora muchos de esos ahorradores-inversores, y los gestores de sus ahorros, sí están perdiendo el miedo al futuro y colocan parte de su dinero en la renta variable, en la Bolsa, donde se corre mucho más riesgo, pero donde hay también muchas más posiblidades de que el rendimiento sea grande.

Es un signo claro de que los que tienen dinero creen que la crisis en general ya ha pasado, que los valores bursátiles que están comprando van a revalorizarse y que las compañías cotizadas van a mejorar sus resultados y pagar mejores dividendos.

Es una rama verde, pero en el árbol de la economía hay aún otras ramas sin brote alguno. La peor, la del empleo, que al menos en España va a tardar aún mucho en mejorar.