¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Rajoy, tras la batalla de Valencia

En el incidente Ricardo Costa (y en otros anteriores del caso Correa, como el del tesorero Luis Bárcenas; y probablemente en otros que están por llegar), la imagen del líder del PP, Mariano Rajoy, ha quedado algo deteriorada. Se le ha visto de nuevo o pasota o perezoso o falto de reflejos a la hora de reaccionar. No sólo ayer, cuando por la tarde le echó un pulso Camps, sino reiteradas veces durante la semana pasada, desde que se levantó en parte el secreto del sumario del caso Correa y se atisbó que la corrupción estaba muy extendida en bastantes ámbitos del PP y la reacción de Rajoy fue pedir a los suyos «indeferencia» y «olvido» ante el asunto, mientras Esperanza Aguirre, su rival en la lucha por el poder interno en el partido, se apuntaba tantos.

En el lío Costa, ha dado la impresión de que Rajoy no ha sabido sacarse las castañas del fuego, y que a última hora ha tenido que hacerlo María Dolores de Cospedal.

En el PP están convencidos de que los asuntos de corrupción, por graves que sean, no les restan votos. Probablemente sea así entre sus votantes fieles, que seguirán siéndolo aunque el escándalo Correa se agrave. Pero creo que hay otros dos grandes colectivos de ciudadanos donde lo que se está ventilando estos días sí va a influir.

Unos son los indecisos que se autodefinen como de centro, que votan unas veces al PP y otras al PSOE. La mala imagen que está proyectando Rajoy les va a dificultar darle su voto al PP. No van a cambiar a un presidente que probablemente improvisa por otro que directamente no actúa ante los problemas y deja que se pudran. Las mismas encuestas que dicen que el PP está ahora hasta 5 puntos por encima del PSOE en intención de voto aseguran que la figura de Mariano Rajoy sigue por los suelos, muy por debajo de Zapatero. Esa percepción sobre Rajoy probablemente esté empeorando estos días.

Otros son los muchísimos votantes tradicionalmente socialistas que cuando deciden censurar al PSOE se quedan en casa, se abstienen, no votan. Son millones, y ahora se han multiplicado por la crisis y los bandazos de política económica de Zapatero, que promete subir impuestos a los ricos y luego se los sube a la clase media. Una parte de esos desmovilizados, de esos filosocialistas abstencionistas, acabarán votando al PSOE. No tanto para que Zapatero siga en el Gobierno sino más bien para que no lleguen a él Mariano Rajoy y algunos de los sospechosos de corrupción.