¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Desparrame en el PP

Manuel Pizarro, agente de cambio y bolsa pero de origen rural, fichaje estrella de Mariano Rajoy en la campaña electoral de 2008, analizó el jueves pasado con una parábola rural lo que está pasando en el PP: «El ganado tiene que tener un pastor por delante y un perro guardián. El líder tiene que ir delante, llevar un secretario general que ponga orden y un motor muy claro que son los principios, los valores e ideas con los que intentas imantar a la sociedad. (…) Cuando no se hace esto, el ganado se desparrama».

Y tanto que se desparrama el ganado. Las propias palabras de Pizarro son una prueba de que el PP es un puro desparrame. Se desparrama desde el siempre vocinglero ex presidente Jose María Aznar, que, tambien el jueves, le clavaba un puñal más a su sucesor -pedía «un líder, no varios; un partido, no varios; un proyecto, no varios»-, hasta el siempre cauto y discreto Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, que también el jueves negro de Rajoy decía que si esto seguia así no contaran ni con él ni con su equipo para las próximas elecciones.

Se desparrama Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, se desparrama Ricardo Costa, se desparrama ocho pueblos Francisco Camps…

Se desparrama Juan Costa, que hace año y medio estuvo barajando presentarse como alternativa a Rajoy en el PP y que el viernes pasado se cuestionaba en público si el PP tiene realmente el mejor líder posible.

Se desparrama Gallardón, que el lunes pasado apoyaba «por amistad y por convicción» las explosivas declaraciones de su segundo, Manuel Cobo, contra Esperanza Aguirre. Y se desparrama cada día más la propia Aguirre, que ni sigue al pastor Rajoy ni muestra mucho miedo al perro guardián Cospedal desde hace año y medio.

Mariano Rajoy, autoproclamado Santo Job contemporáneo -a mí me recuerda más a San Isidro, que abandonaba las tareas para echarse la siesta, confiado en que los ángeles le araran el campo-, ha convocado para pasado mañana martes un Comité Ejecutivo Nacional del PP en el que, presumiblemente, va a poner orden en el rebaño y acabar con el desparrame. Se ignora si lo hará Rajoy pastoreando: dando doctrina y poniéndose delante del ganado para mostrarle el camino; o si lo hará la secretaria general Cospedal mordiendo: expedientando y sancionando a algunos e interviniendo algunas organizaciones territoriales. Probablemente lo primero no sea ya suficiente, y tenga que haber bastante más de lo segundo. Hay quien piensa que Rajoy y Cospedal se atreverán hasta a nombrar sendas gestoras en Madrid y en la Comunidad Valenciana, quitándoles el poder en el partido tanto a Aguirre como a Camps. No se ve muy probable que se haga en Madrid, donde Esperanza sería muy capaz de fundar otro partido…

Sea como fuere, todo indica que, si la semana pasada fue convulsa para el PP, esta que arranca va a ser clave para el futuro del partido y del propio Mariano Rajoy, al que algunas encuestas ya sitúan en el peor momento de su liderazgo.

Rajoy – Aguirre, próximo pulso en septiembre

La semana pasada, aún caliente el congreso nacional del PP en el que Mariano Rajoy fue el ganador y Esperanza Aguirre la perdedora, una persona cercana a la presidenta madrileña veía la designación de María Dolores de Cospedal con alivio, casi como un señal de tregua enviada desde el líder a la lideresa.

-Cospedal fue consejera de Esperanza y no vendrá a matarnos, cosa que sí hubiera intentado hacer Pío [García Escudero] si él hubiera sido nombrado secretario general -comentaba este aguirrista a propósito del congreso que el PP madrileño celebrará en septiembre.

Esta semana, cuando se ha sabido que Rajoy impone a dedo a Alicia Sánchez-Camacho como líder del PP en Cataluña pese a que otros tres candidatos competían por el puesto por la vía democrática de pasar por las urnas en un congreso regional, se ha desatado cierta inquietud en las filas aguirristas. Ahora algunos se temen incluso que Rajoy auspicie un candidato alternativo a Aguirre para la presidencia del partido en Madrid. Sería como cuando Gallardón mandó a esa tarea a Manuel Cobo. Aguirre le dio entonces una paliza en votos al segundo del alcalde, pero ahora se enfrentaría a ella alguien con mucha más capacidad de tiro y con expresa bendición marianista.

Quizás preparándose para esa batalla, o para evitarla, Aguirre lanza últimamente guiños de complicidad… precisamente a Gallardón.