¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Muchos frentes abiertos en el ‘caso Gürtel’

Vuelve el caso Gürtel/Correa, que tantos disgustos le dio al PP el año pasado. Vuelve con varios frentes:

– Una concejal del Ayuntamiento madrileño de Pozuelo ha sido citada a declarar como imputada para el próximo martes por el juez Antonio Pedreira, el magistrado que lleva la parte madrileña del sumario. Hay otra parte que se lleva en Valencia, en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) y aun otra que está en el Supremo.

– La Fiscalía le ha pedido formalmente al juez Pedreira que reclame al PP valenciano su contabilidad por si hay financiación irregular del partido, como sostiene la unidad policial especializada en blanqueo de capitales.

– El propio TSJCV tiene que pronunciarse sobre una querella puesta por los socialistas valencianos contra el el PP por la citada presunta financiación ilegal.

– El Tribunal Supremo tiene que pronunciarse sobre si Francisco Camps, el presidente valenciano, cometió o no cometió delito de cohecho impropio al aceptar trajes y otros regalos de la trama de Francisco Correa y El Bigotes

– El juez Pedreira y el Supremo aún tienen muchas de sus actuaciones bajo secreto sumarial, y es probable que lo levanten en breve y que se conozcan más detalles de las prácticas corruptas y corruptoras de la gente de Correa y de los políticos del PP con los que trataban.

Muchos frentes judiciales abiertos para el partido de Mariano Rajoy, muchas incertidumbres con el mismo origen. Cuando el viernes 6 de febrero de 2009 el juez Baltasar Garzón ordenó las tres primeras detenciones (una de ellas, la del propio Correa), probablemente no imaginaban en el PP la que se les venía encima.

Y los campeones son… Zapatero, Camps y Gallardón

El déficit público (la diferencia entre lo que ingresan y lo que gastan las administraciones públicas) se va a disparar este año, probablemente por encima del 10% del PIB. La subida del déficit dispara también la deuda pública, el total de dinero que deben todas administraciones públicas. En debates parlamentarios, en entrevistas con medios de comunicación, en mítines de partido… el líder del PP, Mariano Rajoy, se lo recuerda y se lo reprocha día tras día al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Hace bien Rajoy, una deuda pública muy elevada es una losa para la economía. Pero haría también bien Rajoy en aplicándose el reproche a sí mismo y a su partido. El déficit público y la deuda pública no los generan sólo la Administración central, la que gobierna el Ejecutivo de Zapatero. También gastan más de lo que ingresan y se endeudan más de lo debido las comunidades autónomas y los ayuntamiento. Según datos hechos públicos ayer por el Banco de España, el campeón de deuda pública a nivel estatal es Zapatero, que como se sabe no compite con nadie más, sólo está él en esa categoría. A nivel autonómico, y compitiendo con otros 16 jugadores, las otras 16 comunidades autónomas, el campeón es el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, del PP; o sea, correligionario de Rajoy. Y a nivel municipal, y compitiendo con los más de 8.000 municipios que hay en toda España, gana por goleada Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid y también miembro destacado del PP.

En Poema de un día. Meditaciones rurales, contaba Antonio Machado una tertulia en una botica, en un pueblo «entre andaluz y manchego».

– Yo no sé,

don José,

cómo son los liberales

tan perros, tan inmorales.

– ¡Oh, tranquilícese usté!

Pasados los carnavales,

vendrán los conservadores,

buenos administradores

de su casa.

¿Buenos administradores de su casa los conservadores? Quizás en los tiempos de Antonio Maura…

Lección de ética del catedrático Aznar

El PP vive hoy en un sinvivir, tras las palabras, ayer, del ex presidente del Gobierno José María Aznar al hacerse cargo de la cátedra de Ética Política en la Universidad Católica de Murcia: «Se debe exigir que quienes ocupan cargos de responsabilidad acrediten algo más que su presunción de inocencia».

¿Era un recado a Francisco Camps para que dimita? ¿A Mariano Rajoy para que lo eche? ¿A Luis Bárcenas y a Jesús Merino, para que dejen los escaños? ¿Al ex ministro (del propio Aznar) Jaume Matas, para que cante de dónde sale la riqueza de su palacete, pida perdón y afronte las consecuencias penales de sus actos? ¿A Alejandro Agag, ex eurodiputado, ex secretario general del Partido Popular Europeo y yerno del propio Aznar, para que explique su intensa relación con Francisco Correa?

¿O era un recado que se daba en público a sí mismo el debutante catedrático de Ética José María Aznar López para recordarse que fue bajo su presidencia (del Gobierno y del PP) cuando los Correa y los Bigotes empezaron a campar a sus anchas por las cuentas de varias instituciones públicas?

Los políticos se acercan al podio

En pleno debate sobre si a la crisis económica le queda aún mucho trecho en España, sobre la mayor o menor incapacidad del Gobierno de Zapatero para capearla, sobre si el propio ZP está ya agotado como político… es descorazonador ver que la alternativa, el PP, es un partido con terribles desgarros internos, con un líder tan débil que no cree en él ni su propio electorado (según muestran una tras otra todas las encuestas) y con tres ejemplos de Gobierno, de ejercicio del poder, poco ejemplares, nada edificantes:

– el de Alberto Ruiz-Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid, con una deuda estratosférica y unos impuestos tan duros a los ciudadanos que desmontan día tras día lo que dicen Rajoy y Cristóbal Montoro en el Congreso para afearle a Zapatero su subida de impuestos.

– el de Francisco Camps en la Comunidad Valenciana, metido con mucho más que cuatro trajes en los engranajes de la red corrupta de Correa y El Bigotes.

– el de Esperanza Aguirre en Madrid, descrito con mucho detalle por su propio compañero de partido Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid.

El último Barómetro del Cis, conocido el lunes pasado, decía que «la clase política, los partidos políticos» ya es, para los españoles, el cuarto problema que más preocupa, sólo superado por «el paro», «los problemas de índole económica» y «la inmigración», y por encima de «el terrorismo, ETA». A comienzos de año, los políticos eran nuestro séptimo problema, ahora son el cuarto, van a llegar al podio en breve.

Desparrame en el PP

Manuel Pizarro, agente de cambio y bolsa pero de origen rural, fichaje estrella de Mariano Rajoy en la campaña electoral de 2008, analizó el jueves pasado con una parábola rural lo que está pasando en el PP: «El ganado tiene que tener un pastor por delante y un perro guardián. El líder tiene que ir delante, llevar un secretario general que ponga orden y un motor muy claro que son los principios, los valores e ideas con los que intentas imantar a la sociedad. (…) Cuando no se hace esto, el ganado se desparrama».

Y tanto que se desparrama el ganado. Las propias palabras de Pizarro son una prueba de que el PP es un puro desparrame. Se desparrama desde el siempre vocinglero ex presidente Jose María Aznar, que, tambien el jueves, le clavaba un puñal más a su sucesor -pedía «un líder, no varios; un partido, no varios; un proyecto, no varios»-, hasta el siempre cauto y discreto Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, que también el jueves negro de Rajoy decía que si esto seguia así no contaran ni con él ni con su equipo para las próximas elecciones.

Se desparrama Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, se desparrama Ricardo Costa, se desparrama ocho pueblos Francisco Camps…

Se desparrama Juan Costa, que hace año y medio estuvo barajando presentarse como alternativa a Rajoy en el PP y que el viernes pasado se cuestionaba en público si el PP tiene realmente el mejor líder posible.

Se desparrama Gallardón, que el lunes pasado apoyaba «por amistad y por convicción» las explosivas declaraciones de su segundo, Manuel Cobo, contra Esperanza Aguirre. Y se desparrama cada día más la propia Aguirre, que ni sigue al pastor Rajoy ni muestra mucho miedo al perro guardián Cospedal desde hace año y medio.

Mariano Rajoy, autoproclamado Santo Job contemporáneo -a mí me recuerda más a San Isidro, que abandonaba las tareas para echarse la siesta, confiado en que los ángeles le araran el campo-, ha convocado para pasado mañana martes un Comité Ejecutivo Nacional del PP en el que, presumiblemente, va a poner orden en el rebaño y acabar con el desparrame. Se ignora si lo hará Rajoy pastoreando: dando doctrina y poniéndose delante del ganado para mostrarle el camino; o si lo hará la secretaria general Cospedal mordiendo: expedientando y sancionando a algunos e interviniendo algunas organizaciones territoriales. Probablemente lo primero no sea ya suficiente, y tenga que haber bastante más de lo segundo. Hay quien piensa que Rajoy y Cospedal se atreverán hasta a nombrar sendas gestoras en Madrid y en la Comunidad Valenciana, quitándoles el poder en el partido tanto a Aguirre como a Camps. No se ve muy probable que se haga en Madrid, donde Esperanza sería muy capaz de fundar otro partido…

Sea como fuere, todo indica que, si la semana pasada fue convulsa para el PP, esta que arranca va a ser clave para el futuro del partido y del propio Mariano Rajoy, al que algunas encuestas ya sitúan en el peor momento de su liderazgo.

Rajoy, tras la batalla de Valencia

En el incidente Ricardo Costa (y en otros anteriores del caso Correa, como el del tesorero Luis Bárcenas; y probablemente en otros que están por llegar), la imagen del líder del PP, Mariano Rajoy, ha quedado algo deteriorada. Se le ha visto de nuevo o pasota o perezoso o falto de reflejos a la hora de reaccionar. No sólo ayer, cuando por la tarde le echó un pulso Camps, sino reiteradas veces durante la semana pasada, desde que se levantó en parte el secreto del sumario del caso Correa y se atisbó que la corrupción estaba muy extendida en bastantes ámbitos del PP y la reacción de Rajoy fue pedir a los suyos «indeferencia» y «olvido» ante el asunto, mientras Esperanza Aguirre, su rival en la lucha por el poder interno en el partido, se apuntaba tantos.

En el lío Costa, ha dado la impresión de que Rajoy no ha sabido sacarse las castañas del fuego, y que a última hora ha tenido que hacerlo María Dolores de Cospedal.

En el PP están convencidos de que los asuntos de corrupción, por graves que sean, no les restan votos. Probablemente sea así entre sus votantes fieles, que seguirán siéndolo aunque el escándalo Correa se agrave. Pero creo que hay otros dos grandes colectivos de ciudadanos donde lo que se está ventilando estos días sí va a influir.

Unos son los indecisos que se autodefinen como de centro, que votan unas veces al PP y otras al PSOE. La mala imagen que está proyectando Rajoy les va a dificultar darle su voto al PP. No van a cambiar a un presidente que probablemente improvisa por otro que directamente no actúa ante los problemas y deja que se pudran. Las mismas encuestas que dicen que el PP está ahora hasta 5 puntos por encima del PSOE en intención de voto aseguran que la figura de Mariano Rajoy sigue por los suelos, muy por debajo de Zapatero. Esa percepción sobre Rajoy probablemente esté empeorando estos días.

Otros son los muchísimos votantes tradicionalmente socialistas que cuando deciden censurar al PSOE se quedan en casa, se abstienen, no votan. Son millones, y ahora se han multiplicado por la crisis y los bandazos de política económica de Zapatero, que promete subir impuestos a los ricos y luego se los sube a la clase media. Una parte de esos desmovilizados, de esos filosocialistas abstencionistas, acabarán votando al PSOE. No tanto para que Zapatero siga en el Gobierno sino más bien para que no lleguen a él Mariano Rajoy y algunos de los sospechosos de corrupción.

Rita Barberá era el plan B del caso Camps

En el PP están muy disgustados con la aparición de Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, como presunta receptora de regalos de la trama corrupta de Correa y El Bigotes. Barberá era clave en el plan B del caso Camps. El plan A, en el que está ahora Mariano Rajoy, es resistir sin entregar la cabeza del presidente de la Generalitat Valenciana, confiando en que finalmente los jueces archiven el caso y exculpen a Camps.

El plan B es el que se activaría si Camps tiene que dimitir, y consistía en llevar a Rita Barberá a la presidencia de la Generalitat. Lo tenían fácil: además de alcaldesa de Valencia, ella es diputada autonómica, miembro de las Corts Valencianes. Y es otra cosa muy importante: en el dividido PP valenciano, Barberá probablemente sea la única dirigente a la que apoyarían las dos facciones internas, los zaplanistas y los campsistas. La posibilidad de que ella fuera la sucesora de Camps se la escuché a dirigentes del PP hace ya tres meses, pero los bolsos de Louis Vuitton parece que van a obligar a Rajoy y a su cúpula directiva a pensar en un nuevo Plan B. No te quitas un presidente autonómico salpicado por corrupción para ponerte otro que también esté bajo sospecha.

Remolón Rajoy

El agua de Gürtel/Correa le llega ya al cuello, con el tesorero Luis Bárcenas investigado por el Tribunal Supremo y el barón regional Francisco Camps y otros altos dirigentes valencianos a dos escalonets del banquillo, pero Mariano Rajoy sigue impasible el ademán, quien aguanta vence, sostenella y no enmendalla, aquí no dimite nadie, aquí no discrepa nadie, prietas las filas…

En su larga trayectoria política, Rajoy siempre ha seguido una táctica que resumía muy bien Queta Claver en una revista musical, hace medio siglo: «Salomón / decía con tesón: / Las cosas se arreglan solas; / es cuestión / de hacerse el remolón, / y no sufrir sin ton ni son». Lo hizo en vísperas del congreso del partido el año pasado, cuando Esperanza Aguirre y otros díscolos le movían la silla, y lo hace ahora.

Pero en la dirección del PP, algunos están esta vez muy preocupados. Cuando saltó el caso, Camps les dijo que él se había pagado sus trajes, y ahora hay demasiados indicios de que no fue así. Les aseguró hace meses que el TSJ de la Comunitat Valenciana no admitiria el caso, y lo admitió. Luego les garantizó que él no sería imputado, y lo fue. Más tarde les juró y perjuró que no habría juicio oral, y lo va a haber. Ahora les promete que la sala, con tres magistrados conservadores, será el escalón donde tropiece la causa, donde acabe descarrilada y archivada. Ya no saben si creerlo, si confiar en que realmente será así, y se preguntan si el remolón Rajoy no debiera ahorrarle al partido la incertidumbre y el sobresalto suspendiendo de inmediato de militancia a los implicados y exigiéndoles la dimisión.

Semana decisiva para Camps y Rajoy

Esta semana es decisiva para Francisco Camps, el presidente valenciano, y de alguna manera también para Mariano Rajoy, líder del PP. Mañana martes comparecen como imputados en el caso Correa, ante el Tribunal Superior valenciano, tanto Camps como su segundo en el PP de la Comunidad Valenciana, Ricardo Costa. El miércoles comparece Álvaro Pérez, el Bigotes, uno de los jefes de la trama de corrupción. El jueves, José Tomás, el sastre o empleado de las tiendas donde se le hacían los trajes a Camps.

Hay dirigentes del PP que creen (o al menos eso dicen en público y en privado) que de toda esa batería de declaraciones judiciales saldrá el archivo de la causa de los trajes y la exculpación absoluta de Camps, que quedaría resplandeciente como político honesto. Pero hay otros dirigentes que dicen, en privado, lo contrario: que Camps quedará aún más tocado, más manchado, y que a Rajoy y al PP no les quedará más remedio, al final de la semana, que suspenderlo de militancia y, quizás, sugerirle que dimita. «¿De inmediato?», pregunto. «Cuanto antes, antes de que entremos del todo en la campaña electoral de las europeas. No podemos arriesgarnos a que las tres semanas que faltan para el 7-J, el caso Gürtel se convierta en manos de los socialistas en el caso Camps, en el caso PP. Ni arriesgarnos a que cada mañana abramos los periódicos con sobresalto por si alguien ha seguido filtrando el sumario».

Las elecciones europeas, que hace un mes se afrontaban desde el PP como un paseo militar, con la expectativa de derrotar ampliamente al PSOE, se ven ahora con más inquietud. El último Barómetro del CIS, el debate sobre el estado de la nación y el caso Correa hacen temer a algunos en el PP que esa victoria electoral no sea tan clara, y que el 8 de junio se vuelva a hablar internamente en el partido sobre si Rajoy es o no es el líder que necesitan para las siguientes elecciones generales.

P.D. La comparecencia de Camps ante el juez se retrasa al miércoles.

Demetrio Madrid, Aznar, Camps

Noviembre de 1986: Demetrio Madrid, presidente socialista de Castilla y León, es procesado por el Tribunal Superior de Justicia por un caso laboral en una empresa de su propiedad.

Madrid tenía estabilidad parlamentaria, contaba en las Cortes regionales con 42 de los 84 procuradores, frente a los 39 de AP. Éstos exigen su dimisión, y Madrid dimite. Le sucede por unos meses otro socialista, José Costantino Nalda.

En las siguientes elecciones autonómicas, medio año después, Madrid no se presenta y las listas del PSOE y las del PP logran el mismo número de escaños, 32, pero es el PP quien logra la presidencia gracias al tercer grupo parlamentario, el CDS de Suárez, que había irrumpido en las Cortes con 18 asientos. Nuevo presidente, en julio de 1987, José María Aznar López, que apenas dos años después se convierte en líder nacional de AP, ya rebautizada como PP, y siete más tarde en presidente del Gobierno.

Dicho de otro modo: un caso judicial que hizo dimitir a un presidente autonómico le dio a Aznar la primera gran oportunidad y el primer gran acelerón de su carrera política.

Camps no está aún procesado por el TSJ, sólo imputado, pero sería interesante saber qué piensa Aznar del asunto, si cree que Camps debe o no debe dimitir, si cree que lo que él le pedía en 1986 a Demetrio Madrid hay que aplicárselo ahora a Francisco Camps.

Por cierto: en 1989, cuando ya Aznar daba el salto para liderar el PP, Demetrio Madrid fue absuelto.